The Reflection 1×09 me termina de confirmar una cosa: soy incapaz de entender por qué es tan irregular. Mientras que el capítulo anterior no sabe ni a dónde ir, este vuelve a la trama principal. Y, además, reconduce la mayoría de errores que dejaron los anteriores 25 minutos. No llega, ni mucho menos, a ser algo bueno, pero al menos deja de dar vergüenza por unos instantes.
Deja ver más clara, incluso, su visión sobre la dicotomía entre la animación occidental y oriental entre la que se encuentra. La aparición de las chicas japonesas está mucho más medida esta vez. No solo no rompe el ritmo del episodio (si es que lo que tenía la semana pasada podía ser nombrado “ritmo”) sino que está por algo. Mientras los personajes estereotípicos de la animación occidental están luchando y persiguiendo un tema “serio” (se confirma el sinsentido del camino elegido por Ian), las chicas estereotípicas de la animación oriental miran desde un autobús y hacen algún comentario estúpido.
Esta visión, en tanto que pesimista (y xenófoba, me atrevería a decir), refleja uno de los objetivos finales de The Reflection: marca las diferencias entre las animaciones. Una mucho más seria, madura y profunda. Y mientras, la otra, es algo de niños infantiles que no ven más allá de la broma de turno. Es aquella crítica que parecía estar persiguiendo desde el principio de la serie pero en ningún momento ha sabido reflejarla tan bien como en esos escasos segundos.
Aunque, dicho sea de paso, el historial de capítulos que lleva The Reflection no la deja en una posición adecuada para hacer crítica de absolutamente nada. No solo no es solvente en lo que propone, sino que cae en los peores errores de los dos tipos de animaciones. Pero eso es otro tema.
Al margen de esto, la mayoría de puntos que trata The Reflection 1×09 están resueltos de una manera aceptable. Discreta y pasable, pero aceptable. Visto lo visto hasta ahora, mucho me temo que es el máximo nivel al que puede aspirar. Por mucho que se empeñe en ser relevante, profunda, original o interesante.
La posición de Xon, de nuevo, es de las cosas que más “brillan” en el episodio. Su postura sigue siendo difusa y no se sabe si actúa por motivaciones estrictamente personales o si realmente es un héroe como aparenta ser. Su pasado y sus relaciones con los personajes, ambos temas en el punto de mira de Eleanor, son de las cosas más interesantes que quedan por resolver.
Relacionado con Xon está otro de los apuntes importantes que deja este capítulo; cuando huyen de la base militar les llaman “monstruos”. Y el enigmático chico de rojo responde que “no suena mal”. Como decía antes, este episodio vuelve al tema central de la serie: la segregación hacia los reflected. Y más concretamente hacia los Darkness (que ahora sabemos que son aquellos tocados por el humo). Por desgracia han pasado 9 capítulos y aún no ha aportado ninguna idea ni mensaje interesante sobre este asunto.
Pese a que sigue sumido en sus incongruencias argumentales (la mujer, por ejemplo, parecía dispuesta a ayudar al grupo de Eleanor y trabajaba para el gobierno, pero ahora resulta que es el propio gobierno el que trata de retener al grupo y la organización se hace llamar “los Anti reflecteds”), va a algo. Y a algo que se puede leer. Que, hasta ahora, junto con la terrible irregularidad de la serie y sus momentos absurdos, ha sido el mayor error. Me gustaría poder repetir aquello de “parece que va a mejor” pero, sinceramente, este anime ya ha perdido mi confianza.
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