Si ya había tocado serie, muñecos y videojuegos, solo le quedaba al cine. Os contamos, en está crítica de Yo-Kai Watch: la película qué tal está.
Es justo decir que no soy nada fan de Yo-Kai Watch. No en sentido negativo, por supuesto, sino que no he encontrado el momento o las ganas para ponerme a jugar a sus títulos. Por eso me interesaba tanto hace la crítica de Yo-Kai Watch: la película. Este tipo de obras suelen ser autoconclusivas y una puerta de entrada perfecta para gente nueva.
Sé de sobra que nada demasiado que ver con los videojuegos. Al igual que el anime de Pokémon tenía poco que ver con la premisa de sus obras originales. Pero aún así no deja de ser un buen método para entrar en contacto con sus personajes más icónicos (los Pokémon, en la archiconocida saga; los Yokai, en esta que nos ocupa).
La película, más allá de mi curiosidad, está totalmente dirigida a los niños. Aunque imagino que los fans más acérrimos la disfrutarán igual. El preestreno al que nos invitó Selecta Vision estaba hasta la bandera de niños. Los creadoresson conscientes de su público porque desde el minuto 1 la película les habla directamente. Y no es una métafora. Whisper, uno de los Yokai principales, rompe la cuarta pared al comenzar diciendo que «enseguida comienza la película de Yokai Watch». Y a eso hay que sumarles otras cosas, como tener una canción de arranque; o finalizar con un pequeño baile que, en mi preestreno, imitaron todos los niños.
Todo por y para los niños
Con ese público y esas expectativas, el resto cae por su propio peso. La película arranca con una premisa curiosa: quitarle al protagonista su reloj. A partir de eso, tendrá que descubrir la manera de recuperarlo y averiguar quiénes son esos Yokai maléficos que parecen estar tras él. Un argumento más simple que un zapato pero, como digo, esta no es una obra que apunte a tener un gran guion sino a entretener a los niños y hacer toda la pasta posible en el camino.
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La película, con un doblaje perfecto y un dibujado agradable a la vista, se mueve entre lo simple y lo sencillo. Reduce todo el desarrollo de la trama a tan solo un puñado de personajes icónicos y reconocibles y va sembrando a lo largo de las secuencias diversos momentos fáciles de recordar para los niños. Hay un superhéroe por aquí, una pose característitca por allá, un villano excesivamente caricaturizado…
Es una película que los niños van a disfrutar de principio a fin y que los adultos que no sean fans van a poder ver sin que les resulte demasiado soporífera. Y a pesar de aventurarme en terreno desconocido, porque no he jugado a los juegos, quizá a quien más vaya a decepcionar sea a los fans adultos. Esos que van con gorros y camisetas de Jibanyan hasta para hacer la declaración de la renta. Al fin y al cabo, es una película en la que, hasta casi el final, los Yokai no tienen demasiada presencia y todo parece centrarse más en la resolución de problemas de los dos protagonistas. Muy al estilo de cómo plantea, por ejemplo, Doraemon sus historias autoconclusivas.
La película cumple
No voy a subirme a un pedestal para denostarla por ser tan rematadamente simple y con un guion flojo. Yo no soy su público objetivo. Cualquier cosa mala que pueda decir de ella automáticamente perdió el sentido cuando se encendieron las luces de la sala a la que acudí a ver el preestreno. En ese momento, cuando salieron los títulos de crédito y, en un pequeño recuadro en la pantalla, los personajes protagonistas se pusieron a bailar, todos los niños que había en la sala se pusieron a imitarles. ¿Hay algún argumento mejor que ver eso para saber que les ha encantado y les ha atrapado? ¿Se necesita algo más para ver que solo por eso la película cumple su objetivo?
Yo creo que no. Por eso, a pesar de que no me convenció demasiado ni pasará a la historia del cine de animación; seguramente muchos niños y padres llenarán las salas españolas para verla.