Nueva adaptación cinematográfica de la clásica novela de Agatha Christie. Como la anterior, cuenta con un reparto actoral en mayúsculas, aunque Asesinato en el Orient Express descarrila por completo.
Enfrentándome a la hoja en blanco a la hora de escribir la crítica de Asesinato en el Orient Express tengo que confesar que he suavizado mi juicio sobre ella. Soy un fan confeso de la novela de Agatha Christie, aunque más si cabe de la película de 1974, y lo primero que sentí al terminar la proyección de la nueva adaptación fue un arrebato de ira hacia Kenneth Branagh.
Sin embargo, reconozco que me dejé llevar por mi admiración ante las anteriores apariciones de Hércules Poirot en la gran pantalla y no vi los aciertos de la nueva adaptación. Que si bien existen, son realmente pocos.
La película comienza con un prólogo ambientado en el Muro de las Lamentaciones que sirve para presentar al protagonista y sus capacidades deductivas. Branagh intenta con ello enganchar a todos aquellos que no conocen el personaje. Incluye un raro humor que sacará una sonrisa a los no iniciados y un monumental mosqueo a los ya conocedores del comportamiento de Poirot. El prólogo no engaña, eso es cierto. La película es, desde el inicio, un monopolio del personaje, que además está interpretado por el propio director.
Crítica de Asesinato en el Orient Express, Kenneth Branagh lo es todo
El problema del humor grotesco que se le da al personaje en los primeros minutos de la cinta es que no vuelve a aparecer. Se opta por humanizar más a Poirot, llegando a intentar dotarle de un punto dramático, que no llega a ningún lado por la nula continuidad. Tiene mucho más peso el dilema moral al que se enfrenta el detective belga en la resolución de la cinta, que el complejo caso que se cuenta en la historia. Branagh le convierte además en un megalómano. Poirot siempre ha tenido cierto aire de superioridad, pero desde luego nunca así.
La historia de Branagh culmina con una apostólica escena en la que se eleva a una persona, magnífica y perspicaz, un fuera de serie si se quiere, pero humano al fin y al cabo, a la categoría de dios. Es algo que derrumba lo poco conseguido hasta el momento. Se pueden perdonar algunos cambios realizados con el fin de agilizar la historia y actualizarla a la época actual, pero nunca se puede aplaudir la conversión de un personaje imperfecto, por muy genio que sea, en un ser divino.
Al inicio he dicho que había suavizado mi juicio sobre esta nueva adaptación y hasta el momento solo ha recibido castañazos por mi parte. Bien, voy a intentar rescatar algo del filme. Y lo primero va a ser al propio director/estrella de la función. Los matices añadidos no me gustan un pelo, pero su interpretación es muy convincente en algunos momentos y está muy por encima del resto.
Crítica de Asesinato en el Orient Express, el tren descarrila
El añadido de algunas escenas de acción, por llamarlas de alguna forma, tampoco está mal pensado, aunque no del todo bien ejecutado, y el ritmo de la película transcurre sin interrupciones pesadas. Incluso hay momentos muy rescatables.
Para terminar, no quiero olvidar al resto del reparto. Porque sí, sobre todo en esta historia, hay muchos más protagonistas, aunque todos ellos están desdibujados a la sombra den gran Hercules Poirot (Hercule, mejor dicho, como también se deja claro). La más destacada es Michelle Pfeiffer. Lo es porque su personaje es beneficiado de un mejor trato en el guion. Tampoco por algo más allá de una actuación normal. El resto, a pesar de tener un enorme elenco disponible, no destaca, al contrario. Willem Dafoe y se acabó. Todos ellos cumplen su cometido salvo dos muy por debajo de sus compañeros y de sus personajes: Daisy Ridley y, sobre todo, Josh Glad. Este último es un fallo imperdonable de casting.
Crítica de Asesinato en el Orient Express, conclusiones
En definitiva, Asesinato en el Orient Express descarrila en su nueva adaptación. Nunca mejor dicho, como podréis ver si acudís a una proyección del filme. El mal uso y abuso de los efectos digitales tampoco ayuda a que la película tenga una mejor representación. Hay planos totalmente irreales y no da nunca la impresión de que los protagonistas viajen en un tren. Muchas veces la película parece que tendría que haberse llamado Asesinato en el Polar Express. Aunque técnicamente tiene algún acierto, como tomas en fantásticos ángulos cenitales o planos secuencias muy bien conseguidos.