Timeshift es uno de esos shooters que, como si de champiñones se tratasen, han crecido durante los últimos años a la sombra de los «Carlos Duty», «Jalo» y otros FPS de masas para disputarse las migajas de mercado que pudieran dejar estos titanes del mainstream. Este juego de Saber Interactive fue lanzado en 2007 para Xbox 360, PlayStation 3 y PC tras un larguísimo desarrollo de cinco años en el que sufrió varios rediseños, retrasos, cambios de plataforma e incluso de editora.
La propuesta con la que Timeshift pretendía hacerse un hueco en el saturadísimo catálogo de los juegos en primera persona se basaba en dar una vuelta de tuerca a lo visto hasta entonces en el género respecto a la manipulación del tiempo. La posibilidad de ralentizar la acción -conocida también como bullet time– ya la habíamos experimentado en shooters como FEAR. Pues bien, Timeshift añadía a esta habilidad las de poder parar el tiempo durante unos instantes y la de “rebobinar” su curso hasta unos momentos atrás (de la forma vista por ejemplo en la saga de Las Arenas del Tiempo).
Hay que reconocer que la fórmula resulta interesante, sorprendente y bastante divertida al principio. Las nuevas habilidades nos permiten hacer cosas tan molonas como acercarnos a un enemigo con el tiempo pausado, arrebatarle su propia arma de las manos y acribillarlo con ella a quemarropa a la vez que reactivamos la acción para ver como muere con cara de WTF. Sin embargo, pasada la novedad inicial, la repetición de las mismas situaciones y la falta de otros elementos que mantengan alto el interés hacen que el juego comience a desinflarse peligrosamente, dejándonos una agridulce sensación final de que se le podía haber sacado mucho más partido jugable a estas habilidades.
Desde luego, si hay que hablar de elementos carentes de la fuerza necesaria para que el juego llegue a enganchar, habría que empezar por el argumento. A través de breves escenas, y de una forma tan caótica como confusa, se nos explica que somos un científico -mudo y anónimo, por cierto- miembro de un grupo de investigación que ha creado dos trajes capaces de realizar viajes en el tiempo (Alfa y Beta). Un buen día, el Dr. Aiden Krone, director del proyecto, se levanta con ganas de dominar el mundo por lo que roba el prototipo Alfa y coloca una bomba en el edificio. Justo antes de que nos alcance la explosión, somos capaces de enfundarnos el traje Beta y seguir al doctor Krone a una especie de realidad paralela, similar a nuestro 1939, en la que éste se ha convertido en el caudillo supremo de un régimen totalitario. Tendremos que unirnos entonces a la resistencia para acabar con la tiranía del doctor y, de paso, arrebatarle las partes de su traje necesarias para que podamos volver a nuestra época.
Otro factor determinante que hace que el juego pierda enteros por momentos está en el diseño y en el ritmo que se le ha dado a los niveles. Como ocurre con los “poderes”, la cosa empieza bastante bien. Las primeras fases transcurren en una ciudad casi ruinosa en la que las tropas del Magistrado Krone están machacando a la resistencia en feroces combates casa por casa. Por desgracia, a las pocas horas de juego, el ritmo pega un gran bajonazo. La acción frenética deja paso a unos niveles más abiertos –pero siempre dentro de la linealidad- y a un ritmo más pausado en el que predominan las pequeñas escaramuzas contra pocos enemigos a la vez. Para colmo, la extensión de algunas fases nos obligará a dar largos y tediosos paseos en vehículos capaces de poner a prueba el aguante de cualquiera.
En lo técnico, no se le puede reprochar demasiado, aunque tampoco es un apartado que enamora. El motor gráfico usado, Saber 3D, recuerda un poco al Unreal Engine. La iluminación, el efecto al activar los poderes temporales y la representación de elementos como la lluvia o el fuego están a bastante buen nivel. No obstante, algunos texturizados tienen un acabado demasiado “plástico” y los diseños de los personajes son algo irreales, recordando un poco, y esto es una apreciación muy personal, a los carteles de propaganda de la antigua Unión Soviética (quizá sea porque el título fue desarrollado en las oficinas que Saber Interactive tiene en San Petersburgo). Los efectos de sonido también cumplen sobradamente. Únicamente criticar en este aspecto un doblaje al castellano un poco simplón y falto de personalidad, pero doblaje a nuestro idioma al fin y al cabo.
Con todo lo dicho, podría pensarse que estamos ante un FPS del montón pero la verdad es que decir esto sería muy injusto. En líneas generales, Timeshift alcanza en todos sus apartados un nivel muy notable, siendo imposible achacarle algún error de bulto. Os aseguro que con mucho peores shooter me las he tenido que ver y algunos de ellos con más nombre. Es una pena que el juego pierda fuelle tras los primeros niveles, llegando a bordear peligrosamente la línea del aburrimiento. Ya sé que siempre andamos criticando a los shooters con campañas cortas pero si Timeshift, en vez de ofrecer un modo historia de unas 10 horas, hubiera sacrificado algo de duración a cambio de una mayor intensidad, seguro que hubiera conseguido dejar mucho mejor huella.
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