Sin lugar a dudas, la trilogía de películas protagonizadas por el amnésico Jason Bourne, e inspiradas a su vez en la obra del fallecido escritor Robert Ludlum, se han convertido en todo un referente dentro del cine de acción de la última década. Huyendo de típicos personajes planos y de guiones basura que sólo sirvan de excusa para la ensalada de tiros y efectos especiales, estos films conjugan con maestría un buen argumento de conspiraciones, asesinos y oscuros secretos gubernamentales con increíbles secuencias de acción.
A priori, la idea de trasladar el ritmo trepidante y frenético de estas películas a un videojuego se antoja como una misión complicada. Si además tenemos en cuenta que la mayoría de juegos basados en películas suelen ser productos de segunda categoría cuyo único propósito es sacar tajada del éxito cinematográfico… es normal que el jugador experimentado se acerque con recelo a La Conspiración de Bourne. Sin embargo, estas dudas iniciales quedan muy pronto despejadas.
Con sólo unos minutos de juego nos damos cuenta del buen trabajo realizado por High Moon Studios a la hora de captar la esencia de las películas y plasmarla en nuestra consola. Para conseguirlo, el juego se divide en tres segmentos jugables claramente diferenciados: tiroteos en tercera persona, lucha cuerpo a cuerpo y fases de conducción.
Los primeros siguen el esquema de los todopoderosos Gears of War o Uncharted, es decir, avanzamos por distintos niveles acabando con multitud de enemigos mientras usamos las estructuras del entorno como cobertura y protección. En determinados momentos prefijados o cuando nos acercamos mucho a un enemigo entran en escena los combates cuerpo a cuerpo, que es donde el juego da verdaderamente el “do de pecho” (no en vano se contó con el asesoramiento de Jeff Imada, quien elaboró las coreografías marciales de las películas). Los golpes y los combos se suceden a una velocidad de vértigo pero lo que hace las luchas realmente espectaculares es la utilización de los Takedowns o ataques especiales. Mientras luchamos, se irá rellenado una barra de adrenalina dividida en 3 niveles. Cada uno de estos niveles que tengamos completo nos permitirá asestar al rival un combo demoledor. Los takedowns son además sensibles al contexto, es decir, en función de la posición en que nos encontremos, Bourne podrá utilizar elementos del escenario para realizar el ataque. Así, viviremos momentos apoteósicos que literalmente nos harán saltar de la silla cuando, por ejemplo, destrocemos la cabeza del enemigo contra una mesa, lo empotremos contra un armario o lo lancemos por el hueco de una escalera. Un takedown será suficiente para acabar con los enemigos “corrientes” (no en cambio con los jefes finales) de manera que si nos encontramos en una pelea múltiple (se puede luchar con un máximo de 3 adversarios simultáneamente) y tenemos la barra de adrenalina completada en un nivel igual o superior al número de rivales podremos utilizarla para acabar con todos ellos en una brutal escena.
Las fases de conducción, en cambio, son las más flojas de todo el conjunto. No están mal del todo, pero no consiguen transmitir la tensión y la vistosidad de las persecuciones por las calles de París o Moscú que pudimos ver en las películas.
Para potenciar aún más la ambientación cinematográfica y dar más variedad, High Moon Studios echa mano también de los siempre polémicos Quick Time Events. Es cierto que los QTE pueden llegar a hacerse pesados y frustrantes pero pienso que en un juego como este, en que la prioridad es el espectáculo y la acción sin descanso, su empleo es todo un acierto.
Sin ser tampoco un alarde de calidad, el apartado técnico está a la altura de las circunstancias. Gráficamente, utiliza el siempre solvente Unreal Engine, aunque hay que decir que no estamos ni mucho menos ante el mejor ejemplo de su utilización. Eso sí, no hay el más mínimo rastro de tirones o ralentizaciones, algo que sería imperdonable en un juego de estas características.
El sonido raya también a muy buen nivel. La banda sonora es un elemento fundamental para lograr la ambientación buscada, acompañando a la perfección las situaciones de tensión y ayudando a potenciar los momentos de clímax. Destacar también la calidad de los efectos de sonido a la hora de reflejar la contundencia de los golpes y la intensidad de los combates.
Pero como suele decirse, “quien mucho abarca poco aprieta” de manera que aunque, en conjunto, el juego deja una muy buena sensación, es cierto que si valoramos cada bloque jugable de forma individual se echa en falta algo más de profundidad. Como shooter en tercera persona, el control resulta algo duro y el sistema de coberturas o las rutinas de colisión distan mucho de lo visto en Gears of War por ejemplo. Como juego de lucha, a pesar de la espectacularidad de los takedowns, se echa de menos un mayor catálogo de movimientos ofensivos; y como juego de conducción… habría mucho que mejorar. Tampoco es que el juego sea muy largo precisamente. Como toda buena película de acción, se disfruta intensamente mientras dura pero una vez terminado poco más podemos hacer ya que tampoco hay ningún tipo de modo online.
No obstante, y como conclusión, estamos ante un juego con el que se nos acaban los adjetivos. Frenético, espectacular, intenso, vibrante… Todo eso y mucho más es La Conspiración de Bourne. No es perfecto, pero es un gran ejemplo de cómo debe adaptarse una licencia cinematográfica. Lástima que las ventas no acompañaran (la ausencia de modo online puede tener mucho que ver en esto) y nos hayamos quedado sin disfrutar de posibles secuelas. Si te encantaron las películas o, simplemente, si te gustan los juegos de acción no debes dejar de probarlo, sobre todo si te lo encuentras por poco más de lo que te sale tomarte una copa el fin de semana como me ocurrió a mí.