Puede que os estéis preguntando qué es Coffin Dodgers, como yo mismo hice hace unos días. He aquí la respuesta…
Coffin Dodgers es la primera y única obra de Milky Tea Studios y, tras su humorístico nombre, en él encontraremos un desenfadado juego de karts abueletes a años luz del referente.
Aparte de que es un estudio de diseño creativo afincado en Liverpool, poco más os puedo contar Milky Tea Studios. Tanto en su web como en Behance vemos que abarcan diversos campos del diseño gráfico y publicidad pero, al ser un estudio novel en el desarrollo de videojuegos, Coffin Dodgers es su primer paso para darse a conocer dentro de este mundillo.
De lo que sí os puedo hablar largo y tendido es del juego que nos ocupa. Coffin Dodgers es un juego de desarrollo indie de karts pilotados por ancianos y la parca. En efecto, la Muerte es un personaje jugable. Pero antes de todo os situaré un poco, que la historia tampoco es de David Cage precisamente y se entiende rápido.
La Muerte viene a llevarse las almas de los ancianos del lugar pero, para poder reclamarlas, debe ganarles en unas disparatadas carreras de cochecillos eléctricos. Es sencillo, todo abuelete que no pase la ronda eliminatoria verá su alma segada por la guadaña de la Muerte. Jamás pensé que escribiría algo así sin perder la seriedad. En fin, ésta es la base del argumento. Si no te clasificas estás perdido.
Pasemos a desgranar el indie de Milky Tea Studios.
La verdad sin paños calientes: Coffin Dodgers es un videojuego de velocidad discreto. Bastante discreto y muy mejorable, pero no por ello carente de algún valor.
Lo primero en lo que nos podemos fijar es en el apartado gráfico, evidentemente. El modelado general, tanto de personajes como de circuitos, recuerda sobremanera a la época de las 32 bits con HD, por supuesto. Sus polígonos no habrían desentonado demasiado junto a los de Crash Team Racing, Diddy Kong Racing o el propio Mario Kart 64, por citar los ejemplos más conocidos de aquella época. –vale, estos dos últimos en 64 bits-. En cualquier caso, los gráficos no son la parte más importante en un videojuego de velocidad, por supuesto, pero Coffin Dodgers se parece más gráficamente a Mario Kart 64 que a Mario Kart 8.
A tenor de esto último, entiendo que la diferencia entre el presupuesto y la experiencia es abismal, pero resulta extremadamente complicado no hacer referencia al videojuego de karts más famoso de la industria, pero prometo intentarlo.
Siguiendo con los personajes, nos encontramos a 7 abueletes distintos entre sí y con la propia Muerte, desbloqueable tras acabar con el modo “historia”. Todos ellos diferenciados y con su particular tono simpático. Lamentablemente, las diferencias son únicamente palpables en lo estético, pues estadísticamente son idénticos. Esto a mi modo de ver es un punto negativo, ya que parte de la gracia del género se encuentra en las diferentes formas de jugar con cada piloto. Esto en Coffin Dodgers no se ha tenido en cuenta en ningún momento.
Pero es momento de ponerse a los mandos y correr con los ancianetes amantes de la vida. Para hacerlo contamos con diversos modos:
Pasemos a su jugabilidad. El control responde pero es demasiado rígido a mi juicio, entorpeciendo un poco la jugabilidad. Cosa imperdonable en un juego de carreras. El control debe de estar de parte del jugador, no jugar en su contra. Por suerte, las carreras son bastante rápidas y directas, en ningún momento se hacen tediosas o pesadas.
Corremos en circuitos más o menos inspirados pero sin ninguna clase de identidad propia. Me explico. Evidentemente cada torneo se celebra en una ambientación distinta, pero el trazado en sí no tiene identidad propia, no tiene peso en las carreras. Son curvas y rectas distribuidas con mayor o menor acierto pero sin algo que nos vaya a llamar la atención especialmente. En realidad, estos circuitos se forman a partir de una zona abierta más grande –que recorremos en el modo libre- que luego dividen en 3 pequeños circuitos, delimitando con diversos elementos el trazado. Se trata de dar 4 vueltas cerradas sin atajos de ningún tipo, si acaso una pequeña rampa – que, a veces, retrasa más que otra cosa-. Algunos cuentan con elementos contextuales que otorgan experiencia al chocar contra ellos, pero ahí termina su participación. Hay zombies, conos, cajas u ovejas que, al arrollarlos, nos proporcionan experiencia. También tenemos coches o trenes que nos dejan fuera de juego unos instantes si nos golpean, poco más. Quisiera hacer hincapié en que, para servidor, el mejor circuito de todos es el último, porque es una suerte de batiburrillo de todos los anteriores. Un greatests hits de cada torneo.
Bien, en estos circuitos debemos ganar a los otros 7 corredores si queremos conservar el alma -¿queremos?-. Para ello debemos colocarnos en cabeza y pasar por encima de quien se interponga en el camino. Contamos con ataques cuerpo a cuerpo que se pueden cargar para golpear con más contundencia y dejar indispuestos a nuestros rivales por unos instantes. He de decir que me ha resultado particularmente difícil acertar con ellos en más de una ocasión. Además de nuestros bastones, paraguas y demás, contamos con maletines que, al arrollarlos, nos proporcionan armas y elementos para afrontar la carrera. Por desgracia son muy pocos y totalmente previsibles. Si vas primero te dan aceite para hacer resbalar, si vas último un propulsor para ganar velocidad. Esto es así. SIEMPRE. Mario Kart tampoco se libra de esto, por cierto.
Conceptualmente esto es algo muy loco. Dentro de lo lunático que resulta que Mario se eche unas carreritas con sus archienemigos y que Link o el aldeano de Animal Crossing se pasen por allí, las cajas ‘?’ y los elementos que sortean tienen sentido dentro de su universo. Por qué un anciano lleva una uzi, un lanzacohetes o un campo de energía se escapa a mi conocimiento. Pero esto es hilar muy fino y prometí no hacer referencia a la saga de Nintendo.
Por otra parte, el sistema de colisiones –y no la Muerte- es para mi el mayor enemigo del juego, es realmente desastroso. Un choque con una triste farola puede llevarnos del primer lugar al último. Sin embargo, si uno no se choca, todo el recorrido se convierte en un paseo una vez nos colocamos en cabeza, la curva de dificultad es bastante tenue en este aspecto. Con cierta distancia, salvo error nuestro, jamás nos alcanzarán. No hay armas que puedan remediar esto, como sí las hay en otro juego cuyo nombre no me viene a la cabeza ahora mismo.
El apartado sonoro es mediocre en el mejor de los casos. Con unos efectos más que discretos y unas melodías que me han obligado a plantearme más de una vez si jugaba con o sin sonido. Realmente perturbadoras y repetitivas. En mi infierno particular habrá una lista de Spotify con la banda sonora de Coffin Dodgers.
Se encuentra totalmente traducido al castellano, pero sus menús son algo lentos y cuentan con errores tipográficos por aquí y por allá.
Poco más me resta por decir de Coffin Dodgers. Cuenta con un simpático sentido del humor y no se toma en serio a sí mismo. Sus carreras son lo suficientemente dinámicas como para no cegarse del todo con sus errores. Sin embargo, pese a ofrecer un entretenimiento ligero y directo se ve lastrado por una larga lista de fallos que sus desarrolladores deberían solucionar a golpe de parche. Como primer juego de Milky Tea Studios tiene un nivel de calidad aceptable en su asalto al mundillo. No en vano, es sencillo encontrar mejores opciones tanto a nivel conducción como a nivel de multijugador local. Fácilmente olvidable.
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