Clockwork es uno de esos juegos que parten de una muy buena idea, pero que a medida que van siendo descubiertos, van perdiendo toda la fuerza de atracción que prometían. Gamesoft consigue una primera impresión muy buena, gracias a esos escenarios dibujados a mano y una banda sonora bien ajustada, pero a base de ir jugando y pasando niveles, el encanto desaparece.
Y lo peor que le puede pasar a un juego, por muy bonito que sea, por muy interesante que sea la historia (que no es el caso), es que te aburras y tengas que esforzarte para echar una partida. Y lo digo desde mi punto de vista de «tener la obligación» de probarlo para poder contaros qué me parece. No suelo plantear los análisis así, pero en esta ocasión me he tenido que mentalizar y «ser profesional».
Clockwork no es un mal juego, al contrario, tiene un aspecto visual muy bonito y una idea interesante para basar todo el desarrollo, pero no cumple. Dejando a un lado el hecho de que se vuelve repetitivo demasiado rápido, tiene un gran problema de jugabilidad. No es por sonar abuelo cebolleta, pero después de tantos juegos de plataformas, hay un detalle que marca la diferencia entre un buen juego y el resto: el salto desde una posición estática.
No poder saltar hacia delante sin necesidad de tomar carrerilla es como un paso atrás. No voy a pedir poder variar la trayectoria una vez en el aire, pero que menos que implementar algo que ha estado presente desde los 8 bits. Tengo claro que Gamesoft no nos ofrece un juego basado en la velocidad, pero si te pide agilidad de movimientos para solucionar algunos puzzles, es bastante frustrante.
Pero bueno, hay otra parte del juego quizás más importante que las plataformas y es la resolución de puzzles mediante la manipulación del tiempo. Atto, nuestro querido protagonista, adquiere el poder de poder volver atrás en el tiempo mientras una copia de si mismo ejecuta las acciones que habíamos «grabado» con anterioridad. Un ejemplo muy sencillo: abrir el portal del tiempo, quedarte encima de un interruptor durante unos segundos, volver atrás en el tiempo y atravesar la puerta que abre el susodicho interruptor mientras tu otro yo está activándolo.
Este poder da muchas posibilidades, pero parece que Clockwork no acaba de exprimirlo en condiciones. Algunos niveles están bien diseñados y superarlos requiere más reflexión que acción, pero la gran mayoría se basan más en el ensayo y error que en el planteamiento. Además, después de unas pocas pantallas, todo acaba siendo lo mismo y, aunque supongan un reto, no divierte en absoluto resolver los puzzles.
El mismo concepto del juego lo condena a esta falta de diversión. Todo acaba siendo repetitivo. El aspecto de los escenarios, los mismo elementos de interacción, los mismos enemigos, la banda sonora y las «voces», que no son más que bucles de sonidos simulando ser alguien que habla. Puede parecer exagerado, pero este último detalle consigue que tengas que esforzarte para prestar atención a unos textos que, por otro lado, cuentan una historia bastante plana.
En ningún momento el juego consigue remontar el vuelo o sorprender al jugador, por lo que se va convirtiendo cada vez en algo más pesado. Por poner un ejemplo, ni siquiera el menú inicial te motiva para empezar una partida. Allí donde todos los juegos te invitan a continuar tu partida, Clockwork te obliga a buscar el nivel en el que te quedaste la última vez para empezar a jugar. Un pequeño detalle que demuestra el nivel general del desarrollo de este juego.
Y me parece una lástima. Ya no por el hecho de que yo le he dedicado un tiempo a conocerlo, probarlo y llegar hasta el final, sino porque el propio estudio tenía una buena idea sobre la mesa y por falta de conocimientos, de recursos o de tiempo, no han podido desarrollar un juego a la altura de lo que podían hacer. Aún así, Clockwork tiene buenos detalles, tanto visuales como en las mecánicas de juego. En estos casos siempre creo que una secuela que corrija los fallos de la primera entrega sería muy interesante de ver.
En definitiva, si os gustan los juegos en los que tienes que solucionar puzzles mediante «trucos» como Fez, The Swapper o incluso Portal, Clockwork no es una mala alternativa, pero hay que tener en cuenta que no estamos ante ninguna revolución y que sus controles, en lo que respecta a la parte de plataformas, son algo incómodos. Es un juego que te puede llevar entre 6 y 8 horas para completarlo, dependiendo de lo rápido que entiendas su funcionamiento y tu propia habilidad.
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