China, el gigante asiático, se despereza poco a poco, y una buena prueba de ello es que el Primer Ministro, Li Keqiang, no vería con malos ojos levantar el embargo hacia las consolas que el país ha sufrido durante los últimos trece años.
Por supuesto, el régimen no daría carta blanca a los fabricantes, y si estos quieren distribuir sus productos en el país, deberían seguir una serie de directivas impuestas directamente desde el gobierno. Así pues, la fabricación de las máquinas destinadas a China deberán ser producidas y distribuidas en China, y por supuesto, el gobierno se reserva el derecho a decidir qué títulos son los que finalmente llegarían al mercado.
Sin duda, son condiciones estrictas y difíciles de aceptar, a no ser que te puedan dar acceso a un mercado de decenas de millones de potenciales jugadores, ávidos de consolas oficiales tras trece largos años de imitaciones, falsificaciones y productos de dudosa calidad.
Vía SCMP