Ya sabéis que la semana pasada comenzamos un especial sobre Castlevania, y para seguir con la misma tónica, la sección Bit’em Up no se libra de su correspondiente ración de vampiros. Aunque nos pueda parecer extraño que una saga como esta haya visto la luz en salones recreativos, la verdad es que Konami se aventuró a publicar máquinas arcade de Castlevania.
Las máquinas pachislot, lo que vienen siendo tragaperras, tampoco se escaparon de la influencia de Drácula. Aunque este tipo de recreativas no son las habituales en esta sección, sí que cabe referenciar que ha habido hasta tres máquinas que han sido publicadas con temática Castlevania. Cada una de ellas estaba basada en personajes, enemigos y ambientación de distintos juegos de la saga. Todas ellas vieron la luz con el nombre Pachislot Akumajō Dorakyura (cuya traducción literal sería La tragaperras del Castillo Demoníaco de Drácula, casi nada), ya que jamás llegaron a traspasar las fronteras niponas.
Pero los arcade de Castlevania que nos interesan no son estos, si no los que os vamos a hablar a continuación.
De las dos recreativas publicadas esta es la que más se parece en su desarrollo a los juegos publicados hasta el momento. Algo lógico si tenemos en cuenta que este juego no deja de ser un remake del primer Castlevania, o más bien, una mezcla de todas las distintas versiones de ese primer capítulo de la saga.
A pesar de esto, las diferencias son bastantes obvias. El hecho de ser publicado dos años más tarde que el original, 1988, y que por aquel entonces las diferencias entre los sistemas domésticos y las recreativas eran más que notables, hacen que haya un considerable aumento de la calidad gráfica.
Esa mejora nos llega sobre todo en forma de sprites de mayor tamaño. Tanto los elementos del decorado, como el protagonista y los enemigos son mucho más grandes que en las versiones originales. Y lo más importante, sin que ello suponga un detrimento en la velocidad del juego o en los movimientos del protagonista.
Los escenarios también fueron rediseñados para la ocasión. Por mucho que sean los mismos emplazamientos, la mejora de su diseño y el aumento en la paleta de colores hacen que parezca un juego totalmente nuevo.
El argumento no varía un ápice, así que la historia se repite. Tomaremos el control de Simon, que armado con su Vampire Killer deberá adentrarse en el castillo de Drácula tras su resurrección y evitar que extienda su malvado poder por todo el mundo.
Esa falta de variación también afecta a la jugabilidad, encontrándonos en esta versión arcade con los mismos objetos y armas que en las versiones domésticas previas. Así como el planteamiento general, ya que seguirán siendo seis pantallas las que tendremos que superar, con sus final bosses correspondientes, hasta llegar a nuestro enfrentamiento contra Drácula.
Este juego tenía mucho que ofrecer, y de hecho lo ofrecía, pero su elevada dificultad provocó que generase muchísimas críticas por parte del público. Por lo visto el número de enemigos en pantalla llegaba a ser tan sumamente exagerado en ciertos puntos que hacía imposible terminar la mayoría de pantallas sin recibir ni un sólo ataque enemigo.
En 2009 llegó a los salones recreativos japoneses la segunda recreativa con ambiente vampiresco. El nombre elegido para la ocasión fue bastante simple, Castlevania: The Arcade, Akumajō Dorakyura za Arcade en la versión original.
Este arcade sí que supuso todo un cambio en el planteamiento de la saga. El aspecto gráfico no fue algo novedoso, ya que los entornos tridimensionales ya hicieron acto de presencia con Castlevania 64, Castlevania: Legacy of Darkness, Castlevania: Lament of Innocence, y con mejores resultados en Castlevania: Curse of Darkness. Sin embargo, para este juego en particular hay que reconocer que lucen bastante bien, representando un estilo que, sin terminar de ser exactamente el mismo, bebe claramente de Castlevania Simphony of the Night.
Lo verdaderamente novedoso es el planteamiento jugable, ya que estamos ante un shooter on rails. Así es, un Castlevania convertido en un juego de pistolitas. ¿Pero cómo es posible? ¿Un Belmont manejando una pistola o una escopeta? Tranquilos, que lo de shooter sólo es en el nombre porque nuestra arma principal seguirá siendo el Vampire Killer. Las pistolas láser típicas de este tipo de juegos es sustituido por un látigo láser, pero no os emocionéis, que no dispondremos de un látigo “de verdad”. El mando que podremos usar representa el mango del látigo, y según los movimientos que hagamos con él, la máquina representa en pantalla el movimiento que debería hacer el cuerpo del látigo.
En ese mismo mango dispondremos de dos botones de acción, distribuidos en la parte superior e inferior de manera ergonómica. El superior sirve para activar el modo látigo, así que no os pongáis a agitar el mando sin pulsar el botón, que no sirve de nada. El secundario nos servirá para activar uno de los objetos que no podían faltar en esta entrega, las armas secundarias.
Aunque más limitadas en variedad que en otros títulos, dispondremos de las típicas dagas, hachas, agua bendita o cruzarangs. Suficientes elementos para hacer frente a las hordas de Drácula. Así que como supondréis, la recolección de corazones sigue siendo un factor muy importante en la jugabilidad, por muy distinta que sea a la habitual.
Como buen shooter permite el juego a dobles, y para ello podremos elegir qué personaje ser al principio del juego. El papel principal recae sobre un personaje que a pesar de ser claramente un Belmont, tan sólo lo conoceremos como Vampire Hunter. El rol de secundario recae sobre un personaje femenino del que tampoco se sabe mucho y de la que tan sólo disponemos de un nombre genérico Lady Gunner. Por si no os habéis dado cuenta, su nombre indica claramente que ella sí que hace uso de armas de fuego. La verdad es que Konami estuvo muy poco original llamándola simplemente Señorita Pistolera.
Podríamos acabar aquí, pero se me quedaría algo en el tintero. Al principio os he hablado de que hubo distintas máquinas pachislot, lo que vienen siendo las típicas tragaperras, pero es que también hubo otro tipo de máquina sobre Castlevania, del tipo pachinko que tan populares son en Japón. Se trata de Castlevania: The Medal.
Esta máquina en sí tenía muy poco atractivo, salvo para los nipones, que andan ciegos con ellas. Sin embargo, estas máquinas suelen tener un apoyo audiovisual muy importante. Según se consiguen más fichas (o medallas, de ahí el nombre) en la pantalla de la máquina se muestra como Ritcher Belmont y Maria Renard (la máquina está basada en Castlevania X: Rondo of Blood) van derrotando enemigos y ganando batallas. Lo que la hace realmente interesante es que se puede guardar nuestro progreso en unas tarjetas muy extendidas en Japón y de las que ya os hemos hablado alguna vez. Con nuestro progreso guardado, podemos usar esa misma tarjeta en Castlevania: The Arcade, y según nuestros avances podemos desbloquear distintos aspectos ocultos de la recreativa. Entre ellos, poder elegir la fase desde el principio, registrar nuestros avances en internet o el mejor de todos, desbloquear un tercer personaje seleccionable, Little Witch. Como véis, en este tercer personaje tampoco se mataron mucho los cascos para ponerle el nombre.
Ya sabéis culpables, la próxima vez que vayáis a unos recreativos, llevad una ristra de ajos por si acaso.
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