Si os soy sincero, todavía recuerdo la vez que descubrí este arcade. Ya entonces, no era precisamente nuevo. Vio la luz en 1991, pero yo lo descubrí a finales de la década de los 90.
Nada más echar los 5 duros de turno se nos daban tres opciones, o mejor dicho, tres juegos: Midnight Wanderers: Quest for the Chariot, Chariot: Adventure throught the Sky y Don’t Pull. Y precisamente se nos muestran en este orden porque sería la forma lógica de jugarlos, los dos primeros por estar conectados argumentalmente, y el tercero, por ser una especie de postre (¡ojo! que eso no significa que sea fácil) a toda la acción de los dos primeros juegos.
La jugabilidad de cada uno de los juegos, no tiene que ver con la de los otros, Midnight Wanderers es un juego de acción, Chariot es un juego de shooter, y Don’t Pull, es un puzzle.
Midnight Wanderers: Quest for the Chariot.
El argumento nos pone en el papel de Lou y su amigo Siva (por aquello de jugar a dobles), los cuales deberán enfrentarse al demonio Gaia para recuperar el Chariot y salvar a la princesa Sena.
Al tomar el control de los personajes, nos encontraremos inmersos en un mundo mágico con un perfecto grafísmo de estilo fantástico steampunk. Y es que, aunque los sprites nos muestran un mundo de aspecto medieval con toques de fantasía, desde el inicio del juego, portamos una especie de ballestas para acabar con nuestros enemigos. Incluso hay enemigos de aspecto pseudo-robótico, e incluso otros, pueden llegar a usar láseres para atacarnos.
Durante el juego, muy parecido a lo que ocurre en Ghost’n Goblins, al perder casi toda la energía, el personaje se quedará en calzoncillos y perderá la ballesta, atacando a partir de entonces, lanzando cuchillos.
Los gadgets están a la orden del día. Además de poder conseguir distintos para potenciar nuestra ballesta, hay otros que permiten nos otorgan un “familiar”, el cual efectuará un ataque secundario que nos ayudará durante nuestra aventura. El ataque, variará en función del tipo de familiar que consigamos.
El esquema del juego, es plataformas, disparos y agilidad. Tras cada pantalla nos encontraremos con el jefe final de turno hasta llegar a la última pantalla donde nos tendremos que volver a enfrentar a todos los jefes finales derrotados hasta enfrentarnos al demonio Gaia, final boss absoluto del juego.
Chariot: Adventure throught the Sky.
Para poder afrontar esta nueva aventura, nuestros protagonistas, tomarán el control del Chariot para surcar los cielos hasta derrotar hasta el último enemigo que se nos ponga por delante.
El estilo gráfico es muy similar al presentado en Midnight Wanderers, pero ambientado en escenarios espacio-celestiales. En el aspecto jugable, cabe decir que es mucho más que un simple shooter. Además de disparos especiales, seguiremos contando con los “familiares” de Midnight Wanderers, además de poder recolectar objetos para regenerar la cola del Chariot. Esta cola nos brinda una capacidad defensiva muy importante con ciertas características de ataque, aunque más bien es que si un enemigo la toca, recibe daño, aunque nosotros también perderemos uno de los bloques de energía de la cola, así que hay que tener cuidado con su uso. El controlarla es bastante difícil, ya que podemos cambiar su posición, aunque no de manera directa. Aunque bueno, a lo mejor no es tan difícil y lo que pasa es que yo soy un poco torpe…
Otro aspecto a destacar de este juego es que los jefes finales de cada pantalla representan a alguna de las doce constelaciones zodiacales. Y como no, igual que en el anterior juego, antes de llegar a enfrentarnos al final boss del juego, nos volveremos a enfrentar con todos y cada uno de os jefes finales de cada pantalla. Y es que, qué manía que tiene con esto los japoneses, no son poco los juegos que tienen esta particularidad.
Don’t Pull
Para que os hagáis una idea, el juego se nos presenta en un tablero muy parecido al de Bomberman (más o menos) en el que controlaremos un conejito y una ardillita (como los anteriores, también se puede jugar a dobles). El tablero estará lleno de enemigos, la mayoría de ellos, una especie de bolas de colores con ojos (muy parecidos a los puyos de Puyo Pop), y otros pocos con forma de cocodrilo bípedo o algo así, entre los que hay algunos que hasta escupen fuego que atraviesa los bloques.
La dinámica del juego consiste en empujar los bloques que componen el escenario para derrotar a los enemigos aplastándolos. Por supuesto, el mero hecho de que los enemigos nos toquen, supone caer derrotados.
Desde luego, aunque Don’t Pull no se pueda llegar a considerar uno de los grandes arcades indispensables, Midnight Wanderers y Chariot, sí que lo son. Si todavía queda algún recreativo de los de antes por vuestra ciudad, o algún bar con alguna recreativa de estas que incluyen 100 juegos en la misma máquina, por favor, buscad este juego, merece la pena jugarlo, siempre.
Sin duda, si debemos nombrar un juego al que el paso del tiempo le haya sentado espectacularmente bien, deberíamos hablar de Three Wonders.
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