La jugada de SEGA de crear su propia franquicia de lucha en 3D le salió bastante bien, tanto, que se han llegado a publicar posteriores secuelas. La primera de ellas, Virtua Fighter 2, en el año 1994, el cual, tras ser convertido a Sega Saturn en el 95, también llegó a Mega Drive en el 96.
Desde luego, una más que agradable noticia para los usuarios de la 16 bits de SEGA.
La diferencia de esta versión con las demás, es bastante importante. Sobre todo, como es lógico, en el aspecto gráfico, ya que Mega Drive no era capaz de mover gráficos tridimensionales con la misma agilidad que Sega Saturn.
Así pues, al encender nuestra Mega Drive con el cartucho introducido, se nos permitirá jugar en una versión bidimensional de Virtua Fighter 2. Aunque esto, no supone que el juego sea peor gráficamente. Sobre todo, por aquello de que las comparaciones son odiosas, y es que, no sería nada correcto comparar esta versión con el resto de versiones, tanto domésticas como con la arcade.
El detalle de los personajes es más que detallado, y es que queda patente el mimo que puso SEGA en cada uno de los sprites del juego. No sólo eso, si no que el movimiento de los mismos es fluído, permitiendo que la experiencia de juego sea positiva.
Los escenarios, están basados en los de las versiones tridimensionales, aunque diseñados a base de sprites, y no de polígonos.
La carencia más significativa, sin duda alguna, es la carencia de los dos nuevos personajes que se añadieron en la versión arcade original. Así pues, en esta versión no podremos seleccionar ni a Shun Dai ni a Lion Rafale. Aunque claro, seguimos contando con Akira, Kage y compañía para repartirnos tortas a diestro y siniestro.
Como en otras versiones, además, tenemos la posibilidad de controlar a la durísima Dural, enemiga final del juego.
No obstante, lo más característico de la saga Virtua Fighter es sin duda, su dificultad. No por el hecho de que sea difícil, si no porque Virtua Fighter nunca ha sido un juego apto para machaca-botones. Y precisamente, por ser una de las enseñas del juego es el cuidado sistema de combos, los cuales, hay que saber usar cuidadosamente para poder llegar a salir victoriosos en todos los combates del juego. Por eso, absténganse jugadores con dedos de mandril anti-ergonómicos como los míos.
Así pues, con todo el plantel de luchadores disponibles, podremos divertirnos practicando todo tipo de artes marciales, ya que como suele ser típico, cada personaje es experto en un tipo de arte marcial, o incuso tribal. Artes marciales que por otro lado, si las practicásemos en la vida real, nos derivaría en una larga recuperación en el ala de traumatología del hospital de turno.
Este juego, puede que no sea recordado en los anales de la historia, pero desde luego, tiene mucho significado. No sólo por el esfuerzo que hizo SEGA en portar un arcade tridimensional a un sistema de 16 bits, si no también porque además de ser un estándar de la casa, tan importante como el erizo azul, fue uno de los últimos grandes juegos publicados en Mega Drive.