Puede que estemos acostumbrados a ver a Mario fuera de sus típicas plataformas aventurándose en juegos de cualquier tipo sin ningún tipo de vergüenza pero Sonic no podía ser menos y hubo un tiempo en el que también empezó a hacer sus pinitos fuera de las plataformas.
Una de sus primeras aventuras de no plataformas fue Sonic the Hedgehog Spinball, conocido simplemente como Sonic Spinball. Por el nombre del juego es fácil suponer y adivinar cual era el tipo de juego elegido para abandonar las plataformas, el pinball.
A pesar de no ser un Sonic normal la historia encaja perfectamente tras los acontecimientos ocurridos tras Sonic 2, o al menos, no chirría mucho dentro del argumento general de la saga que nos muestra a un Robotnik que se ha apoderado de un volcán convirtiéndolo en una base mecánica en la que transforma a los animales en esclavos robóticos. Fijación que tiene Robotnik con este tema… Como no podía ser de otro modo, Sonic y Tails se dirigen al volcán a pararle los pies y mandar sus plantes al garete, pero mientras sobrevuelan la zona son atacados y el erizo termina cayéndose al agua. Tras ser rescatado es transportado a los niveles inferiores de la base, desde donde debe empezar un ascenso por el volcán. Esta situación nos beneficia, ya que la base ha de ser destruida desde dentro.
Para poder llevar a cabo la destrucción de la base deberemos hacernos con el control de las Esmeraldas del Caos pero Robotnik también lo sabe y no nos lo pondrá fácil, ya que ha montado un sistema de defensa que deberemos superar a golpe de pinball.
Los gráficos del juego, a pesar de ser los típicos de la saga Sonic, tienen sutiles diferencias que le brindan una personalidad propia al juego. Por un lado, en los escenarios tienen muchas más importancia de la habitual, dándole al juego un toque más oscuro. No más adulto, pero sí más tenebroso tal vez.
Por otro lado, el diseño de los personajes, tanto protagonistas como enemigos, tiene un estilo cartoon más desenfadado que el habitual en la saga. Esto se debe sobre todo a que fue el primer Sonic desarrollado íntegramente fuera del Sonic Team y en América y allí tienen la manía de hacerlo todo más «cartoon», así que lo asemejaron a los cómics de Sonic que había por la fecha.
La jugabilidad, como no podía ser de otro modo, nos situará en cuatro “tableros de pinball” en los que sobrevivir a base de golpes y rebotes. Como en los típicos juegos de pinball deberemos sumar la mayor cantidad de puntos posibles, de hecho, sumar puntos será la única vía para conseguir vidas extras. Entre rebote y rebote deberemos de ser capaces de encontrar las distintas rutas alternativas para poder alcanzar zonas secretas en las que reunir anillos (clásico objeto de la saga Sonic que no podía faltar a la cita) y cómo no, encontrar las Esmeraldas del Caos, que a ver si os creíais que iban a estar a la vista o esperándoos cómodamente. Pues no, habrá que esforzarse muy mucho para conseguirlas.
Esas zonas secretas, en varios casos, incluso esconderán interruptores que deberemos activar. Aunque no veamos el efecto que provocan en el momento, serán indispensables para poder abrirnos camino hasta una Esmeralda del Caos o incluso para poder seguir avanzando por nuestro camino, bloqueado u oculto hasta ese momento.
En otras ocasiones también veremos como encontrar esas vías alternativas son el camino hacia determinadas fases de bonus en las que deberemos realizar tareas mucho más concretas. La finalidad de estos bonus es la de conseguir más puntos y/o anillos.
Y es que, a pesar de ser un juego endiabladamente divertido con el que seréis capaces de pasar horas y horas disfrutando como auténticos chiquillos, hay que reconocer que la dificultad del juego es bastante elevada. Puede que precisamente por eso sea tan divertido de jugar. No se nos pondrán las cosas fáciles, lo que provocará que nos piquemos para batir nuestro propio record cada que caigamos derrotados o perdamos una vida. Pero esto es típico de SEGA. Cada pinball que hace está hecho para sacarnos de quicio…
A pesar de no ser un Sonic al uso también nos encontraremos con enemigos en los tableros de pinball. Los típicos robots que al destruirlos dejarán libres a los animalitos que habían sido esclavizados robóticamente y que podrán huir gracias a nuestra ayuda. Incluso algunos serán indispensables para poder acceder a depende qué zona.
Y por este mismo motivo, a pesar de que el juego cambia totalmente el registro jugable de Sonic, las plataformas están presentes, ligeramente, pero están presentes. Por ejemplo, al inicio de cada tablero controlaremos a Sonic “tradicionalmente” hasta la base de lanzamiento que nos disparará hasta el tablero de pinball. En ciertas vías alternativas o pasadizos también podremos controlar a Sonic como en un juego de plataformas, pero por un breve espacio de tiempo ya que enseguida deberemos elegir algún agujero en el que meternos, alguna rampa en la que dejarnos caer o similares. De un modo u otro, la esencia de las plataformas está presente en el juego.
Tanto es así que incluso durante el juego normal, a pesar de que Sonic hará de pelota de pinball, podremos controlar ligeramente su movimiento con la cruceta del mando. Y a pesar de que los botones de acción sólo nos servirán para mover las paletas laterales del pinball, también harán un poco la función de salto cuando choquemos contra una pared. También podremos hacer como el que mueve el tablero, para evitar que nuestra pelotita sónica vaya a donde no debe de ir, pero esto nos puede acarrear una sanción y evitar que podamos mover las paletas.
Las típicas zonas divididas en actos del resto de juego son sustituidos para la ocasión por cuatro tableros de pinball, pero tranquilos, que todos ellos están perfectamente diseñados bajo la esencia de Sonic, o más bien de Robotnik. El primero está ambientado en una especie de alcantarillas, Toxic Caves, el siguiente en una estación energética que se vale de la lava del volcán, Lava Powerhouse. El tercero es una máquina que fabrica los robots llamada The machine y un último tablero que representa una base de lanzamiento de cohetes: Showdown. Y a pesar de estar presente en ellos la esencia del universo Sonic, tienen matices propios que diferencian estos tableros del resto de escenarios de la saga.
El éxito del juego permitió que, siendo originalmente desarrollado para Mega Drive, se publicase un año más tarde una versión para Game Gear, que terminó siendo publicada para Master System. Todo esto para un juego que posiblemente surgió como una idea tras la pantalla Spring Yard del primer Sonic the Hedgehog, ya sabéis, la que incluía en su desarrollo una serie de rebotadores (que en más de una ocasión nos entorpecían más que ayudarnos) que tanto nos recordaban a una máquina de pinball.
Eso sí, el juego no está exento de polémica ya que al haber sido diseñado fuera del Sonic Team hubo algún que otro curioso desliz en la banda sonora, que incluía un tema versionado de Sonic the Hedgehog. Lo que pasa es que era propiedad de Dreams come True, los encargados de darle las melodías a los dos primeros juegos del erizo, y no podían usarla así como así. Por eso tuvieron que retirar el juego para sustituirla por otra distinta, que es la que conocemos.