Rastan es uno de esos juegos que es en sí mismo todo un topicazo. Guerrero súpervaliente corre a enfrentarse al malvado dragón para salvar a la damisela en apuros de turno. Nada nuevo ni original, aunque tampoco por eso vamos a desmerecer este título, que de entre todas las versiones que tuvo, en este caso nos quedamos con la de Master System. Los 8 bits de SEGA nos ofrecieron un juego bastante espectacular y muy divertido.
En términos generales, podríamos considerar que Rastan es una suerte de Conan el Bárbaro. Ya sabéis lo fina que es la línea que separa el plagio del “inspirado en” o de la “mera coincidencia”, sí ya, coincidencia. Y no sólo es que el protagonista nos recuerde al bárbaro más famoso de los cómics y el cine, si no que hay bastantes detalles que nos lo recordarán.
Los escenarios, ya sean desiertos, bosques o grutas tiene una clara ambientación agreste, lo cual ayuda mucho a que los interpretemos como lugares inhóspitos. A pesar de que los fondos de los mismos están muy bien detallados y la variedad de diseños es más que decente, los escenarios interiores no lo son tantos.
Los escenarios que están diseñados al estilo mazmorra tienen patrones gráficos más repetitivos, pero este pequeño detalle negativo se salva con la variedad de trampas y el diseño laberíntico de los mismos. Sin embargo, los escenarios en los que nos enfrentaremos a los mid-bosses sí que son calcos entre sí. Lo único que cambia son pequeños detalles del fondo y el patrón de colores, pero en todos los casos es el mismo escenario.
Al menos los enemigos sí que son variados. Los mid-bosses están basados en monstruos mitológicos o de fantasía como un centauro, un mago, un esqueleto, una serpiente gigante… que terminan la lista con un dragón como final-boss, el malo malísimo del juego.
A pesar de que los modus operandi están bien diferenciados de un mid-boss a otro, no nos supondrán grandes quebraderos de cabeza, ya que enseguida podremos cogerle el truco a cada enemigo.
El resto de enemigos que encontraremos durante las pantallas están basados en registros más amplios, aunque muchos son seres mitológicos (arpías y quimeras, por ejemplo) otros tantos son interpretaciones monstruosos de insectos y bichejos varios. No obstante, otro tipo de enemigos que serán bastante frecuentes son unos seres humanoides reptilianos, ¡vaya! ¿no os quiere sonar algo a Conan…?
La jugabilidad mezcla acción y plataformas, pero la verdad es que es bastante completa. Como supondréis, el mando de Master System, además de permitir mover al personaje, nos brinda dos botones de acción, salto y ataque. Aunque va más allá. El salto estándar del personaje es bastante limitado, para poder saltar más alto deberemos combinar el salto con la cruceta de dirección. Si queremos saltar más alto, o hacia adelante o atrás, deberemos apuntar con la cruceta en esa dirección. Esta combinación nos servirá también con el ataque, tanto estando en el suelo como en pleno salto, ya que usando la cruceta “hacia arriba” podremos blandir el arma que tengamos en ese momento hacia arriba. Ofensiva fundamental para derrotar a enemigos voladores, y que si intentamos matar con un salto “normal” nuestro ataque no será tan preciso y podemos sufrir daños.
Lo bueno es que podemos ir recuperando energía, ya que disponemos de una barra de vida, que aunque se vaya consumiendo según recibamos ataques, también podremos reponerla gracias a ciertos objetos, e incluso aumentarla y así disponer de más vida.
Además de objetos, también nos encontraremos distintos tipos de armas, todas ellas las típicas de bárbaros, guerreros y similares. Es decir, además de la espada con la que partiremos de salida, podremos usar hachas, mazas u otros tipos de espadas.
Como buen juego con toques plataformeros, es más complicado de lo que puede parecer. No es que sea extremadamente difícil, pero sí que nos ponía en más de un apuro durante el juego. Sobre todo en determinados momentos en los que nos encontrábamos ante más enemigos de los que podíamos hacer frente. Ahí, sí o sí perdíamos algo de vida, por no decir toda.
Y es que, a esta dificultad tan bien prevista hay que sumarle que tan sólo disponemos de una vida en cada partida. Si agotamos la barra de energía, se acabó la partida. Aunque para ayudarnos en nuestra labor de salvar a la damisela en apuros podremos hacer uso de la función de continuar. Vale que muchos no seréis amigos de esa opción por el hecho de que en muchos casos desvirtúan la dificultad del juego, pero tranquilos, que quien se confíe con el tema de las continuaciones se encontrará con el chasco de que son bastante limitadas (tres en total), así que si abusamos de esta característica la partida se terminará definitivamente antes de lo pensado.
Un buen clásico, que además de divertido por si mismo, nos permite imaginar que estamos jugando con Canon. Culpables, blandid vuestra espada e invocad a CroRASTAN.
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