La tocho, la ladrillaco, la clásica o cómo a mí me gusta llamarla, la inmortal, estos adjetivos y muchos más son los que estamos habituados a escuchar para referirnos a Game Boy, no sólo LA CONSOLA PORTÁTIL con mayúsculas, si no también una de las que mayor vida útil ha tenido. Me llamaréis exagerado pero me aventuro a calificarla como la mejor consola que jamás haya diseñado Nintendo.
No podíamos tener mejor excusa para hablar de Game Boy que la celebración de su 25º aniversario el pasado 21 de abril de 2014, una fecha que nos invita a rememorar los grandes momentos que pudimos disfrutar gracias a este gran sistema.
La historia de la portátil por excelencia supongo que es más que conocida por todos, pero no viene mal hacer un pequeño repaso para los más despistados. Obra del gran Gunpei Yokoi, fue fruto de la insistencia de esta gran mente que sólo buscaba la mayor eficiencia posible tanto para Nintendo como para los posibles usuarios de la consola. Mientras que la competencia sacaba a la venta sistemas con pantallas “a todo color” Gunpei se centró en diseñar un producto cuyas prestaciones no supusieran un encarecimiento final ni un lastre en su autonomía energética.
El uso de una pantalla monocromática (ya tenían experiencia en ello gracias a las Game & Watch) permitía que Game Boy se fabricase con un bajo coste (lo que derivó en que se pudiese vender a un precio ajustado) y que el uso de las cuatro pilas que necesitaba se alargase durante días mientras que las pantallas a todo color de las consolas de la competencia eran bastante más caras y consumían las pilas como voraces bestias sedientas de amperios.
Estos factores diferenciadores permitieron que la portátil de Nintendo fuese todo un éxito contra la que nada tenían que hacer sus competidores a pesar que estas últimas eran técnicamente muy superiores.
Una de las particularidades que permitió a Game Boy tener una personalidad propia fue sin duda la dantesca oferta de accesorios que se llegaron a poner a la venta, tanto oficiales como de third-parties. En algunos casos no llegan a ser más que aparatosos trastos con unas funcionalidades más que dudosas, pero en la mayoría conseguían mejorar considerablemente su limitado hardware.
Del accesorio que puede que llegase a haber más variedad y modelos es la linterna que servía para iluminar la pantalla para poder jugar con total ausencia de luz. A plena luz del día se podía jugar con normalidad pero jugar de noche a oscuras era algo casi imposible.
El tándem formado por la Game Boy Camera y la Game Boy Printer son sin duda los accesorios más extraños que pudimos disfrutar. Supongo que es bastante fácil deducir qué hacían cada uno de ellos. La cámara se conectaba a través de la bahía de cartuchos y la pantalla de la consola nos servía para visualizar (en tonos monocromáticos) lo que estábamos encuadrando, mientras que la impresora se conectaba al puerto EXT y nos permitía imprimir en blanco y negro las fotografías que habíamos tomado. ¡Oye, Nintendo inventó Instagram!
Game Link fue el accesorio por excelencia por permitir el juego a dobles 1 vs. 1. Dos Game Boys, dos cartuchos del mismo juego y un cable Game Link nos permitían disfrutar de la satisfacción de batirnos en duelo. Uno de los juegos que ayudó a las ventas de este accesorio en su primera etapa fue Tennis, juego que dio origen a la saga Mario Tennis y que en ese primer capítulo Mario sólo actuaba como árbitro sin poder jugar con él, y si no que se lo digan a nuestro compañero Xose. Pero el juego que sin duda relanzó las ventas de este accesorio fue… ¿sabéis cual es no? Pues claro, Pokèmon.
No podemos olvidarnos del Super Game Boy, el magnífico adaptador con forma de cartucho de Super Nintendo que nos permitía jugar nuestros juegos de Game Boy en nuestra TV gracias al Cerebro de la Bestia.
Y antes de seguir con otros temas me gustaría recordaros otro gran accesorio gracias al cual podíamos convertir a nuestra querida portátil en un auténtico mecha, el Handy Boy. Una carcasa que cubría casi la totalidad de la consola y que a pesar de aumentar su tamaño considerablemente tenía un diseño más ergonómico que el de la propia Game Boy. Pero lo verdaderamente impactante era las mejores de hardware que ofrecía: joystick en lugar de cruceta, botones de acción A y B sustituidos por gatillos más funcionales, iluminación de pantalla, lupa ajustable para aumentar nuestra visibilidad y altavoces que simulaban sonido estéreo. Todo un señor accesorio que a pesar de no ser del todo perfecto convertía a Game Boy en toda una bestia.
A pesar de todo esto y como se suele decir en bastantes ocasiones, lo verdaderamente importante de una consola son sus juegos y de eso Game Boy iba más que sobrada, tanto en calidad como en variedad. La facilidad y lo económico de la programación en esta consola provocó que no hubiera third-party que no estuviese interesada en publicar algún juego a lo que hay que sumar los propios de Nintendo, ya veis lo que ha cambiado el panorama “nintendero”.
Mario no podía faltar a la cita y despuntó con las dos entregas de la saga Super Mario Land, empezando como una adaptación de la saga Super Mario Bros de NES pero que en su segunda entrega consiguió una personalidad propia gracias al rediseño general del título.
Otro caso similar es el de la saga Donkey Kong Land aunque algo distinta. Muchísimos éxitos de Super Nintendo eran rediseñados en versión portátil para disfrutar de grandes juegos en cualquier lugar. En este caso y a pesar de las diferencias, las últimas versiones fueron adaptaciones directas de las de sobremesa, a excepción de la primera entrega que era totalmente distinta (principalmente por motivos técnicos) al Donkey Kong Country original. Y hablando del gorila de la corbata no podemos olvidarnos de la magnífica reedición del Donkey Kong original que fue rediseñado completamente para la ocasión, no sólo en lo gráfico si no también en lo jugable.
Esta lista de obras maestras se ve engordada por grandes títulos y sagas como Castlevania, Kirby’s Dream Land, Gargoyle’s Quest, Wario Land, The Legend of Zelda: Link’s Awakening…
La lista de juego es extensa desde luego, pero al que seguro que todos y cada uno de vosotros habéis jugado alguna vez, aquel cuyo nombre se asociaba directamente a Game Boy no era un juego cualquiera, es el siempre icónico Tetris. Una relación en la que ambos elementos se beneficiaron y alcanzaron una fama inimaginable.
Pero si hay un juego de entre todo el catálogo del que disponíamos que recordaremos sobre todos los demás, ese juego que supuso un antes y un después, ese juego que a día de hoy sigue siendo estandarte y salvavidas de Nintendo, nos estamos refiriendo como no podía ser de otro modo a Pokèmon, a esas primeras ediciones que revolucionaron el mercado con sus batallas de monstruos de bolsillo.
Y para terminar no podemos dejar de hablar de una de las grandes características de toda la familia Game Boy que tras dejar de estar de moda casi ha sido demonizada, me refiero por supuesto a la retrocompatibilidad. Tras la primera consola vinieron distintas versiones como Game Boy Pocket o Game Boy Light (esta en Europa no la pudimos catar) que no dejaban de ser modelos mejorados que fueron sucedidos por Game Boy Color, Game Boy Advance y su reedición SP y Game Boy Micro como final de esta familia de consolas. A excepción de Game Boy Advance SP y GB Micro, el resto de consolas eran totalmente retrocompatibles con los juegos de las anteriores.
Mientras que con GB Color podíamos jugar tanto a sus juegos propios como a los de la consola original, con GB Advance podíamos jugar a los propios, a los de GB Color y a los de la original, eso sí que era retrocompatibilidad y no las emulaciones por las que tenemos que volver a pagar que nos intentan vender hoy en día.
Hubo juegos que incluso podríamos catalogar de ser “duales”, bueno puede que me haya inventado el concepto pero no se me ha ocurrido otro mejor. Ciertos juegos que fueron lanzados para GB Color (y que venían perfectamente etiquetados para dicho sistema) eran totalmente jugables en las consolas originales. Pokèmon Plata/Oro es el ejemplo más claro, en GB Color podíamos disfrutarlo con toda la gama de colores que se nos permitía pero también podíamos disfrutar de muy buenos momentos en nuestra consola-ladrillo-arma de defensa personal con su característica y monocromática paleta de colores.
No sé vosotros, pero yo ya he rescatado mi vieja Game Boy del altillo y funciona como el primer día, así que voy a aprovechar a echarme unos vicios de lo más culpables.