Duck Hunt es uno de esos juegos que son más simples que el mecanismo que un chupete y que a pesar de ello consiguieron ganarse al público de la época. A golpe de 8 bits debíamos adentrarnos en la circuitería de NES “armados hasta los dientes” para disparar a todo aquello que quedase al descubierto.
Sencillez absoluta podría ser la mejor manera de calificar este juego en el que nuestra meta consistía en dar caza a todo pato que se pusiese por delante. ¿Fácil verdad? Pues no, he dicho sencillo que no fácil.
Armados con nuestra letal Nintendo Zapper (la pistola de luz por excelencia) deberemos elegir uno de los tres modos de juego disponibles para poner a prueba nuestra puntería. A pesar de las diferencias que podamos encontrarnos de uno a otro la jugabilidad general es común a todos ellos. Deberemos ir superando rondas de juego en las que nos aparecerán un total de diez objetivos, estando obligados a abatir un mínimo de ellos para poder avanzar a la siguiente ronda en la que aumentará la dificultad de alguna manera: mayor velocidad/agilidad en los objetivos, distribución de los mismos…
Los objetivos a los que debemos disparar se nos mostrarán de uno en uno (o de dos en dos, luego lo veremos) y dispondremos de tres balas para acertarle. Así hasta hacer un total de diez objetivos para completar la ronda.
Las diferencias entre los modos de juego son principalmente el tipo de objetivo y el número de ellos en pantalla al mismo tiempo.
En el modo A nuestros objetivos serán los patos que dan nombre al juego y aparecerán de uno en uno, siendo esta la “más fácil” de todas las opciones de juego. Por su parte el modo B es lo mismo sólo que con dos patos a la vez en pantalla. Mientras que los diez objetivos nos aparecerán en diez veces en el modo A, en el B lo harán en cinco.
Ambos modos tienen el común nuestro fiel compañero conocido popularmente como “el perro de Duck Hunt” (a tope de originalidad). Al principio de cada ronda hará acto de presencia olisqueando el terreno en busca de patos para terminar saltando tras unos arbustos y así conseguir que salgan de su refugio para que los tengamos a tiro. Pero si por algo se hizo famoso este perro era porque se burlaba de nosotros cada vez que se escapaba un pato sin un sólo rasguño, aunque hay que reconocer que también nos felicitaba cada vez que incluíamos una presa a nuestra colección.
Un pequeño apunte sobre las enhorabuenas del perro muy curioso es que aunque los patos podían mostrar distintos patrones de colores, en cada felicitación del perro (en la que siempre llevaba el pato o patos en la mano) este siempre sujetaba un pato con el patrón de colores cabeza verde y cuerpo blanco y negro. Puede que sea una tontería que ni siquiera merezca ser llamada error, pero me parecía algo reseñable.
El tercer y último modo de juego en el que podremos echar el rato está basado en esa tópica disciplina deportiva que se puede disfrutar en la mayoría de fiestas populares de nuestros pueblos, el tiro al plato. La jugabilidad sigue siendo igual aunque cambia considerablemente. Mientras que los patos (en los dos modos disponibles) se mueven en un único plano (por mucho que se muevan de arriba a abajo o lateralmente), los platos de esta modalidad son lanzados desde “nuestra posición”, así que mientras más tardemos en acertarles se irán alejando (y haciendo más pequeños) hasta convertirse en una tarea imposible atinarles un disparo bien dado.
A simple vista puede que no parezca ser más de lo que en realidad es, un juego de “caza” bastante básico y rudimentario, pero es que hubo varios factores clave que provocaron que sin llegar a ser un superventas de la época sí que llegase a convertirse en un juego altamente popular.
El hecho de ser uno de los juegos que llegaron a venderse conjuntamente con la propia consola ayudó considerablemente a que, prácticamente, donde hubiese una NES hubiese un Duck Hunt. Estos packs en muchos casos tenían el atractivo del 2×1 ya que nos ofrecían dos juegos en un sólo cartucho, Super Mario Bros. y Duck Hunt.
Poder jugar con la tecnología de las pistolas de luz en el salón de tu casa fue sin duda una baza muy importante a la hora de que este juego ganase bastante puntos respecto de la opinión general.
Mirad hasta donde llegó la fama del juego que incluso llegaron a correr ciertos rumores y mentirijillas en torno a él. Creo que todos los que jugamos en su día a este juego llegamos a conocer al típico fantasma que aseguraba haber conseguido “hacer algo” que te daba la opción de disparar al perro cada vez que salía de los arbustos y que con ello conseguían un montón de puntos… Meeentira y de las grandes, nunca existió ni de cerca esta opción.
Y por hoy lo dejamos ya, que me acaba de entrar un antojo de pato a la naranja que no es ni medio normal.
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