A pesar de que no ha sabido mantener el triunfo de los originales, Bomberman fue una de las grandes sagas desde su creación allá a principios de los 80. El éxito de esta saga me atrevería a decir que se debe a su simplicidad en la mecánica de juego. Pero como ya he dicho alguna vez, que una mecánica de juego sea sencilla, no significa que el juego sea fácil.
Si hacemos un resumen muy resumido, podemos afirmar que en este juego debemos centrarnos en poner bombas para deshacernos de nuestros enemigos y de ciertos obstáculos. Pero como tampoco es tan simple, hay que hacer todo con cabeza.
Cada pantalla nos sitúa en un escenario a modo de cuadrilátera, es decir, no poder ir más allá de los límites del mismo. Además, los escenarios suelen ser fijos, es decir, se muestran en su totalidad sin necesidad de desplazarnos.
Excepcionalmente nos encontraremos con algunos escenarios que ocuparán dos pantallas, pero ese es el tamaño máximo que nos encontraremos.
Dentro de esos escenarios hay una serie de bloques fijos que están situados de modo alterno, como rellenando cuadraditos si el escenario estuviese dividido en una cuadrícula. Entre esos bloques fijos, hay otros que con su diseño simulan ladrillos. Estos son los que podremos destruir con nuestras bombas. Podremos y deberemos, ya que será indispensable para abrirnos camino.
Llegados a este punto, comienza nuestra aventura. Los que hayáis jugado a cualquier Bomberman sabéis el cuidado que hay que tener a la hora de poner las bombas. No sólo debemos tener en cuenta el tiempo que tardan en explotar. Si no también otros detalles como su radio de acción. Originalmente sólo tienen una o dos casillas de radio de acción. Aunque según vayamos recolectando powers-up hay algunos que nos ayudan a aumentar ese radio de acción.
Estos power-up también nos ayudarán a poder poner más bombas al mismo tiempo, avanzar más rápido por el escenario, ralentizar a los enemigos…
Como supondréis, según vayamos avanzando, escenario tras escenario, la dificultad irá creciendo. Más enemigos, los bloques estarán distribuidos de modos más complejos… pero como os he dicho al principio, a pesar de la simplicidad de la mecánica hay que tener mucho cuidado. Los que hayáis jugado alguna vez sabréis perfectamente lo malas que son las prisas en este juego. En un descuido, es muy fácil quedarse arrinconado y ser víctima de una bomba que hayamos puesto nosotros mismo, o quedarnos encerrados dentro del recorrido de los enemigos. Hay que reconocer que Bomberman es uno de los juegos en los que más fácil es morir tontamente.
Este primer juego, lanzado en 1983 en diversos sistemas fue evolucionando con cada nueva entrega. No sólo había una significativa mejora en los gráficos. Si no que poco a poco, se añadían nuevos personajes, nuevos diseños en los escenarios, nuevos compañeros (los canguros)…
Todas estas novedades provocaron que la saga perdiera un poco el rumbo, ya que empezaron a sacarse juegos de aventuras, de carreras, de plataformas, además de varios remakes de los juegos clásicos. Aunque todo esto no quita que no seamos capaces de olvidar de las horas de diversión que nos ha hecho pasar Bomberman, sobre todo jugando a dobles con otro amigo. En esta modalidad competitiva, el juego es exactamente igual pero con la dificultad añadida del enemigo humano. Este modo puede llegar a ser una auténtica locura, uno de los modos multi-jugador más adictivos en videojuego alguno.
Como curiosidad, puede que a alguno os suene el nombre de Dynablaster, y es que este fue el nombre que recibió Bomberman en su lanzamiento europeo. Ya estamos más que acostumbrados a estos cambios de nombre cuando un juego traspasa las fronteras niponas y nos llega a Europa, sin embargo, lo de este juego va más allá. La versión de ZX Spectrum llegó al viejo continente con el título de Eric and the Floaters, nombre que fue localizado en España como Don Pepe y los Globos. ¡Mátame camión! Vaya nombrecito… desde luego, ¿os imagináis una localización en el título de un juego a este nivel actualmente…?