Ese domingo, voy a hablar de algo que para mi se esta perdiendo y no me refiero al formato físico, si no a toda ese sentimiento que te embarga al llegar casa con un juego nuevo y recién comprado. Algo que por mucha comodidad que tengan, por mucha facilidad de uso, por mucho inmediatez en la compra, jamás tendrá un juego en formato digital.
Recuerdo como si fuese hoy, allá a finales de los ochenta cuando era poco más que un mocoso, como iba a muchas veces a la zona de Microinformática de unos conocidos Grandes Almacenes que como quien dice, se acababan de inaugurar.
En aquella pequeña esquina de la planta baja, nada más llegar te encontrabas de frente, esas maravillosas máquinas de 16 Bits que era el Atari ST y el Amiga 500. A la izquierda, había un gran stand, donde yo pasaba el rato mientras mis padres miraban sus cosas. Aquel lugar mágico para mi, estaba lleno de casetes con todos los juegos imaginables para los ordenadores de 8 bits, como el Spectrum, el Amstrad, el MSX y el Commodore. Recuerdo aquellas caratulas maravillosas de Azpiri y tantos otros que te vendían el juego, ya que por aquel entonces solo existía la intuición y el boca a boca ya que apenas había revistas del sector y ya no digamos internet que eso, ni existía.
Recuerdo la ilusión que me hacía comprar un juego por menos de 1000 pesetas (6 euros) y llegar a casa con él para cargarlo durante sus correspondientes 20 minutos por cada sesión de juego. Y ya no digamos cuando me compraban algún juego en aquellas grandes cajas de cartón con sus manuales enormes y mapas. Pero como todo, aquella época terminó. Seguí jugando en consola y otros dispositivos, pero no era lo mismo, no tenía aquella misma sensación mágica de ilusión por comprar un juego.
Pero aquella sensación volvió a mediados de los 90, siendo yo ya un adolescente con un juego que me haría recordar lo que era el tener entre mis manos algo que iba a disfrutar como antaño, un juego que guardaría como un pequeño tesoro. Su nombre era PC Futbol y cada año por octubre, si no mal recuerdo, iba al quiosco día tras día, esperando que llegase, hasta que finalmente regresaba, embutido en un blister y con el careto de un ex futbolista como reclamo.
Durante muchos años esa ilusión volvió a desaparecer hasta que el pasado lunes, regresó. Y lo hizo a través de otro juego embutido en un blister que estaba en el escaparate de un quisco al que nunca había ido, su nombre New York Crimes, pero el juego es casi lo de menos, lo importante es ese sentimiento de felicidad que me recorrió al llegar a casa y abrir el juego, aquel olor a nuevo, aquel manual a color con cada una de las acciones que debes tomar en esta aventura grafica de Pendulo Studios y ese sensación de algo añejo, de que estaba ante un juego de otra época, una en que lo que importaba no era enriquecerse a costa del comprador, una que no se dedicaban a escatimarte niveles y a venderte los juegos a piezas como si fuese un Lego, una en que de verdad les importaba la satisfacción del jugador como principal reclamo para fidelizarlo y no a costa de obligarle a pasar por caja año tras año para comprar el mismo título con apenas variantes porque te quitan el online del año anterior, una en que no te tomaban por tonto y no quitaban los manuales por “no perjudicar el medio ambiente”. Una época en que de verdad, los videojuegos eran algo maravilloso porque los que los creaban, los amaban de la misma manera que los que los disfrutaban.
Esas sensaciones que te transmite un juego nuevo cuando lo abres, al quitarle el envoltorio, al leer el manual de instrucciones, al meter el disco en el dispositivo, jamás nos la darán plataformas como Steam, Origin, Xbox Live!, PSN o cualquier otra. No cabe dudas que el mundo digital ofrece muchas ventajas como el precio en algunos casos, pero le falta ese componente de posesión que tiene el formato físico. Falta ese sentimiento que te embarga al colocar tu juego nuevo en la estantería con el resto de tus preciadas joyas.
Jamás criticaré el formato digital porque me gusta en muchos aspectos, pero es triste que nos dirijamos a una época en la que el usuario es el último en el que piensan, en que quieren cobrarnos a toda costa por todo, en la que abusan tratando de equipar precios entre ambos formatos para llevarse ellos toda la tajada y ahorrarse cuanto puedan. Es por eso por lo que va a desaparecer algún día el formato físico, porque quieren ganar más dinero, simple y llanamente.
Por eso mismo es un placer ver que existen todavía compañías como FX Interactive, que no esta manchada por la codicia, que todavía piensa en los usuarios, que ofrece buenos precios en formato digital y formato físico, que se preocupa de que las ediciones de sus juegos tengan un valor extra y que no escatiman. Son una compañía de otra época, una en que los juegos eran algo mágico y no solo un producto.
En definitiva, que voy a echar mucho de menos el formato físico y no porque lo que nos avecina es más negro que el espacio, si no porque a esta industria le falta gente que crea que los usuarios son más que meros números en una lista y gente que crea que ese disco y ese librito, son algo más que un soporte, son la esencia misma del videojuego.