Vale que a Bethesda se le cuelan bugs hasta por el agujero del disco de juego, pero es una compañía que nos gusta, y si desarrollaramos videojuegos, Krom quiera que no, probablemente nos gustaría currar allí.
Mirad si no la coña marinera interna que hicieron en las navidades de 2013, donde aprovecharon para hacer un vídeo, en el que fusilan el estilo de Apple y sus spots televisivos, para presentar a su gente el aspecto que tendría el fenomenal Pip Boy en su, por aquel entonces, misterioso juego.
Un ejecutivo de Vault Tec presenta muy a lo Steve Jobs las virtudes del nuevo Pip Boy, y la verdad es que dan ganas de hacerse con uno, igual que cuando ves el anuncio del nuevo iPhone, y antes de ver lo que cuesta.
Un par de años después, en el E3 de 2015, Fallout 4 y su Pip Boy arrasaron y fueron de lo más comentado del evento angelino. La gran mayoría de los componentes de esta redacción comenzamos a tirar billetes contra la pantalla para que nos devolviera uno de eso aparatos tan molones, y a día de hoy no hay boda a la que no acudamos sin nuestro gadget favorito y una buena corbata de Pacman.
Lo mismo si el tiempo que pierden haciendo chorradillas internas lo aprovecharan para pulir código no habría tanto bug suelto por sus juegos -y no me refiero a las mutarachas-, pero entonces no serían Bethesda, y no querríamos trabajar con ellos, porque serían una compañía más, y no habría anuncios de gadgets postapocalípticos con el sello Apple en nuestra bandeja de entrada.
Justo en este otro vídeo puedes verme narrar la felicidad que se desprende al abrir una copia de la edición coleccionista de Fallout 4, un preciado momento de mi fulgurante carrera como peor llutuber de la historia.