Qué buenos recuerdos atesoramos algunos con Banjoo & Kazooie y qué sorpresa ver que parte del estudio original que le dio vida se volvió a reunir en 2015. Playtonic Games intentó como pudo recrear el mito de la pareja de animalitos de Nintendo 64 con Yokaa-Laylee y, aunque no quedó en un mal juego en absoluto, sí que se la pegó bastante bien pegada. No obstante, de los errores se aprende y para esta secuela han decidido tomarse el universo de este camaleón de otra forma. ¿Queréis ver cómo? Pues bienvenidos al análisis de Yooka-Laylee and the Impossible Lair.
Al igual que sucedía con el primero, esta secuela de Yooka-Laylee busca enternecer a los más pequeños de la casa con una historia muy simple que no se anda con rodeos. En esta ocasión, el malvado Capital B vuelve a sus andadas de intentar conquistarlo todo, empezando por el reino de las abejas. La Reina nos pide que le ayudemos y tendremos que ir recorriendo diferentes niveles rescatando a sus abejas soldado.
El toque de humor tan característico de la primera parte sigue presente, aunque de forma más tímida, y se refuerzan los diálogos rimbombantes con los diferentes NPC del Submundo. Tal que así, la trama solo es una cuerda para que la agarremos y tire de nosotros sin muchos alardes. Tampoco es el objetivo engancharnos con ella, sino que sus fuertes son el componente plataformero y la libertad para planificar la emboscada a Capital B.
Y esto es lo más interesante de todo. Una vez superado el prólogo, podremos ir ya a por el jefe final atravesando una mazmorra imposible -de ahí el título de la secuela-. Los más duchos en el género (o los más masocas, según como se mire) pueden ponerse a prueba repitiendo una y otra vez el nivel. Pero claro, lo realmente interesante reside en que podremos ir desbloqueando diferentes capítulos donde rescataremos a las abejas soldado. Estas conforman un escudo de invulnerabilidad, y cuantas más tengamos, más tiempo durará la protección para atravesar la difícil gruta del archivillano.
Tal y como os decimos, el quid de la cuestión reside en la dicotomía de ir a por el malo o fortalecer nuestro ejército de abejas. Lo lógico es volcarse en lo segundo, pues es donde está toda la chicha del videojuego. Tal es así que se abrirá ante nosotros un mundo que exploraremos desde una perspectiva cenital. El conocido como Submundo está repleto de secretos, backtracking y puzles que deberemos ir solventando para poder entrar en más capítulos.
Los capítulos son los niveles plataformeros. Cogiendo ideas bastante notorias de Donkey Kong Country y New Super Mario Bros. iremos avanzando por ellos en 2 dimensiones. El peligro acecha a cada paso. Tendremos que ir calculando saltos, despachando enemigos, esquivando trampas y recogiendo plumas -el dinero principal del juego- y las monedas -que sirven para acceder a nuevos territorios en el Submundo-. Cada vez que encontremos un tarro con una abeja encerrada, lo romperemos y sumaremos el insecto a nuestras huestes.
Yooka puede rodar, usar su lengua para coger objetos y romper cosas con su cola, mientras que Laylee nos permite planear en los saltos y atacar a enemigos voladores. Si somos golpeados, Laylee se asustará y tendremos que calmarlo echándole la mano antes de que nos abandone. Si eso ocurre, el siguiente golpe que recibamos supondrá la muerte del protagonista. Es curioso, pero no hay vidas, este recurso tan recurrente en el género se sustituye por una multa de plumas. Lo que significa que cada vez que muramos, nuestra cartera irá disminuyendo hasta quedarse en cero.
Siguiendo con las plumas, estas nos sirven para comprar pistas a los carteles. Con las mismas podremos saber el paradero de ciertos objetos secretos que nos vendrán muy bien para seguir la aventura. Pero ese no es su utilidad más sabrosa. La tierna Señora Cheese repite papel de mercader andante y a través de ella desbloquearemos los tónicos, una suerte de modificadores para las partidas.
Encontrar cada tónico puede ser un buen quebradero de cabeza, sin embargo, con esto no llega y para usarlos tendremos que desbloquearlos pagando plumas. Los precios suelen tirar a cantidades bastante altas, pero no os asustéis. Las plumas que perdemos al morir (y moriremos mucho) pertenecen a las recolectadas en cada capítulo. Las totales se quedan en el submundo y son intocables, por lo que repetir niveles masteándolos es una buena forma de farmear la guita.
¿Y qué tienen de especial los tónicos? Pues son una suerte de modificadores que alteran absolutamente todo en las partidas. Y cuando decimos todo, es todo. Los hay que cambian el aspecto de los bichos protagonistas, que añaden técnicas nuevas, habilidades pasivas y hasta algunos nos permitirán cambiar filtros de imagen o aspectos técnicos del videojuego. Podremos llevar activos hasta un máximo de 3 en cada episodio y según nos aporten un beneficio o un hándicap, multiplicarán o restarán la cantidad de plumas que consigamos respectivamente.
La verdad es que Yooka-Laylee and the Impossible Lair funciona a las mil maravillas en la híbrida nintendera. 1080p y 60 FPS en modo dock, 720p y 60 fps también en modo portátil. Los modelos de los personajes están bien rematados, los colores tan vivos utilizados refuerzan su simpatía y no vemos ninguna inconsistencia en el texturizado y demás elementos gráficos.
Pero ojito, que una de las propiedades de los tónicos es que nos pueden alterar ciertos aspectos técnicos del videojuego. Sin ir más lejos, el tónico FX (uno de los primeros que conseguiremos) nos capa el framerrate a 30 a cambio de aumentar el multiplicador de plumas. Y como ese hay decenas de este estilo. Se hace interesante que sea el propio jugador quién decida limitarse estas características por una mejor recompensa o para dificultarse la experiencia.
Sin embargo, sí que se toma su tiempo en las pantallas de carga. Por suerte no son una constante pero podéis calentaros el café cada vez que os asalte una. Por lo demás, la banda sonora cumple en ser simpática como el resto del programa y los personajes seguirán hablando en su idioma tan peculiar de soniditos chirriantes. A mí me parecen graciosos, pero seguramente a más de uno le romperán la cabeza, como sucede con los habitantes de Animal Crossing.
Pese a sus innumerables problemas, el primer Yooka-Laylee me encantó. Sobre todo por el afán de volver a ese 3D tan rústico que nos cautivó en los tiempos de Nintendo 64. Sin embargo, el salto a los escenarios en 2 dimensiones y la idea de un mundo semi-abierto, muy al estilo de Zelda: Link’s Awakening sientan de maravilla a la fórmula de esta pareja de animalitos.
Un juego de plataformas muy variado, simpático y profundo, pero sobre todo, personalizable. Y eso es lo que le hace ganar enteros. No obstante, el hecho de que solo perdamos plumas al morir le quita la tensión de meter la pata en los episodios y la historia estaría guay que tuviese un poco más de chispa en vez de ser tan banal. Mario Odyssey sería un buen ejemplo donde fijarse, pero no vamos a pedir peras al olmo tampoco.
En general, con este análisis de Yooka-Laylee and the Impossible Lair vemos una evolución muy positiva para la franquicia. Todas las ideas que intentan les salen medianamente bien y se convierte en un plataformero muy divertido.
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