Cuando apareció la Switch Nintendo nos sorprendió con el genial Breath of the Wild, el cual dejó el listón muy alto. Desde entonces, todos estamos deseosos de una secuela. Cierto es que podemos volver a visitar ese precioso mundo en Hyrule Warriors: La Era del Cataclismo, aunque en formato Musou. Pero si preferís una aventura más clásica, quizá la encontréis en este análisis de Oceanhorn 2: Knights of the Lost Realm.
Los chicos de Cornfox & Brothers, nos sorprendieron allá por 2013 con una primera entrega de esta saga que bebía mucho de las andanzas de Link. Ahora y tras ser exclusivo de Apple Arcade durante un tiempo, por fin esta continuación ha hecho acto de presencia en la híbrida de Nintendo. Lo hace con un título mucho más ambicioso en todos los aspectos, que supera claramente lo visto en la anterior entrega. ¿Será suficiente?
Para empezar el argumento de Oceanhorn 2: Knights of the Lost Realm, nos lleva mil años atrás en el tiempo de los hechos del primer capítulo. El vasto mundo de Gaia se ve amenazado por el terrible Mesmeroth, un malvado hechicero que ha regresado con su temible ejército sembrando el caos a su paso. Por suerte un joven Caballero está dispuesto a hacerle frente y derrotarle.
Para ello, nuestro protagonista deberá recuperar unos artefactos divinos concedidos a los reinos por los mismos dioses. Los emblemas de la tierra, el océano y el sol tendrán que ser devueltos a sus pedestales para así detener al malo de turno. Obviamente esto no será un camino de rosas, ya que a lo largo de la aventura nos encontraremos múltiples trampas, puzles y enemigos. ¿Pero cuándo nos ha detenido eso?
Con esta poco novedosa premisa nos encontramos ante un juego de exploración y combates, que como hemos dicho se inspira sin tapujos en la saga Zelda. Si ya la anterior entrega hacía lo propio con las aventuras más clásicas de la franquicia, este parece haber tomado como referencia el genial Breath of the Wild para su estética y algunas de sus mecánicas. Pero eso no significa que sea una mera copia o no posea sus propias características.
Una de ellas es la de nuestros compañeros de viaje. A excepción de algunos momentos, durante la mayor parte de nuestras correrías no estaremos solos. A nuestro lado tendremos a una joven llamada Trin y un extraño robot denominado Gen, unos aliados que nos ayudarán tanto en el combate como a la hora de resolver algunos acertijos. Incluso podremos darles un par de simples órdenes como atacar o seguir.
En cuanto al combate, estamos claramente ante el punto más débil de Oceanhorn 2. La IA enemiga es muy simple, los combates muy sosos, las animaciones del protagonista algo robóticas, y el control se siente algo tosco. Aún así podremos hacer contras con el escudo, rodar para esquivar, utilizar bombas, o usar un arma de fuego llamada Conjuradora. Esta última además tendrá diferentes tipos de balas que nos servirán también para resolver algunos puzles o encontrar zonas secretas.
Pese a todo, las escaramuzas no son tan numerosas como para que nos cansen y la mecánica principal es la exploración. El mundo del juego está dividido en diferentes islas de distintos tamaños. Para llegar hasta ellas, durante el juego usaremos vehículos como una barca o un avión. Incluso en algún momento montaremos sobre una especie de moto voladora.
Con el tiempo también conseguiremos variados artefactos que nos permitirán acceder a nuevas zonas del mapa. Una escafandra, bombas, un gancho o la ya mencionada Conjuradora, nos servirán para alcanzar zonas inaccesibles de otro modo. Gracias a ello podremos encontrar muchos objetos útiles como munición, corazones, cofres o dinero. Además si tenemos suerte también podremos conseguir mejoras para nuestro personaje como contenedores de vida o fragmentos.
Estos últimos nos servirán para actualizar nuestro equipamiento otorgándole más daño, capacidad de carga o valía. Realmente esta será la única parte personalizable de nuestro héroe, ya que pese a poder conseguir experiencia para subir de nivel, este lo hará de manera automática sin que nosotros podamos escoger en qué atributos hacerlo.
El apartado artístico recuerda indudablemente a la última aventura de Link. El diseño de las localizaciones, ropas, e incluso algunos enemigos, nos evocan a esa preciosa Hyrule de Breath of the Wild aunque siempre un peldaño por debajo. Aún así, gráficamente es una obra resultona e incluso algunos de sus jefes resultan interesantes. Vamos, que cumple con buena nota.
El sonido por otra parte pasa algo más desapercibido. Tanto las voces en inglés (con textos en castellano), la música o los distintos efectos sonoros cumple con el trámite, pero sin destacar especialmente en nada. No es nada que estropee la experiencia, pero tampoco la mejora.
Los chicos de Cornfox & Brothers nos ofrecen una aventura con sabor zeldero tanto gráfica como jugablemente. Exploración, combates, puzles, secretos… Todo lo que normalmente posee la franquicia de Nintendo y tanto nos gusta está aquí, pero sin alcanzar esa perfección que le suele caracterizar. Aún así estamos ante un título muy disfrutable si sois fans del género. Si consigue pulir sus defectos para posibles secuelas, será una saga a seguir de cerca.
Allons-y!
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