The Coalition vuelve con Gears of War pero desde la perspectiva de un XCOM. Comprueba qué tal le sientan los turnos con el análisis de Gears Tactics.
Puede que a Gears of War, una de las sagas emblema del third person shooter, le hiciese falta renovarse, pero con lo que no contábamos es que lo hiciese hasta en su planteamiento. Aún con el excelente Gears 5, que pudimos disfrutar el año pasado, The Coalition no quiere dejar de experimentar con la saga y es por ello que se han lanzado a trastear con el género T-RPG. ¿Qué tal le sienta este cambio de aires a la saga original de Epic? Pues ahora te lo contamos con el siguiente análisis de Gears Tactics para PC.
Cuando Marcus Phoenix todavía estaba en prisión
Si empezamos por la trama os puedo adelantar que estamos ante una precuela de los sucesos del primer Gears of War. Aquí no vamos a ver a Marcus ni a otros personajes míticos de la saga (a excepción de Cole Train, aunque es un DLC y no tiene relevancia en la historia) sino que se le da alas a nuevas caras en una historia interesante dentro del acervo de la saga.
Aquí tenemos que seguir las andanzas de Gabe, un CGO estratega retirado que ahora trabaja de mecánico clandestino. Un día aparece Sid, un mayor del CGO enviado por el mismo presidente Prescot que le encomienda la misión de asesinar a Ukon. Se trata de un Locust huido de un laboratorio que posee un intelecto superior a los de su raza. Valiéndose del mismo, consigue utilizar la imulsión para mejorar al ejército Locust, suponiendo la peor amenaza a la que humanidad de Sera se ha enfrentado nunca desde el inicio de la guerra.
Durante nuestro camino iremos rescatando otros CGO torturados, nos aliaremos con la milicia local e investigaremos las pistas que vayan dejando las tropas de Ukon. Narrativamente no estamos ante ningún portento, pero se para lo suficiente para desarrollar a sus protagonistas y consigue que empaticemos lo mínimo con ellos. Está al nivel del resto de juegos de la saga en este sentido, así que tampoco encontraremos aquí una escritura al nivel de Shakespeare. Vamos, que es efectista y cumple su cometido a la hora de hacer interesante las andanzas de Gabe y compañía.
Un peldaño por debajo de las últimas obras del estudio
Aunque Gears Tactics se vale del mismo motor que sus hermanos mayores -Unreal Engine 4- el uso del mismo no es tan impresionante ni tan limpio como cabría esperar. Los modelos de los personajes, rostros, animaciones y demás están muy trabajados, eso sí. Lo mismo podemos decir de los diseños de las armaduras, (que por cierto, hay muchísima variedad de estas) armas y todo lo que atañe a los Locust.
Sin embargo, las texturas no están tan definidas como me gustaría, tardando en cargar en ocasiones (incluso corriendo el juego desde un SDD) y los efectos de iluminación ni se le acercan a lo visto en Gears 4 y 5. en cierta parte, es comprensible, ya que el planteamiento de este juego abarca mapas enormes y cámaras libres, elementos que dificultan el que haya un control total de la situación para disimular el músculo gráfico con diferentes trucos visuales. No obstante, a este juego hay que reconocerle que se ve mejor -y funciona mejor- que XCOM 2, lo cual es todo un mérito.
En cuanto al tema de la optimización, hay algún que otro bug bastante feo. En alguna cinemática la iluminación funciona de forma intermitente siendo muy molesta y también he visto como algunas armaduras perdían su textura quedando en piezas totalmente lisas y de color blanco. No obstante, en este género es normal que haya problemas y aún así, no son tantos como había esperado. Por lo demás, corre con casi todas las opciones gráficas en ultra a una configuración de 1080p y 60 frames por segundo con un PC de gama media.
La esencia de Gears of War desde una visión más completa
Los que estáis acostumbrados a disparar, con cámara al hombro, el Lancer de forma directa, tendréis que reformularos las costumbres. La comparativa más rápida y obvia que podemos hacerle a Gears Tactics es que estamos ante un XCOM con casi todas las de la ley. Ante nosotros se nos abre un mapa de unas dimensiones contundentes, visto desde la perspectiva cenital, en la que tendremos que enfrentarnos a los Locust gestionando a nuestros gears en diferentes turnos.
Claro está, las señas de la saga se mantienen: cubrirse con coberturas, mismas armas con diferentes funcionalidades, enemigos variados a los que hay que superar de formas distintas y ese tono visceral que mezcla futurismo con belicismo de una forma nada costumbrista. Tampoco hay que olvidar que la premisa no es tan sencilla como en los juegos originales. Aquí hay que pensar bien nuestras acciones y estudiar con detenimiento las ventajas y flaquezas de cada tipo de unidad, pieza de equipo y situación.
Hay que decir que la base es condenadamente buena y funciona a la perfección una vez la dominamos. Es posible crear sinergias interesantes, dando lugar a jugadas magistrales que sientan de vicio. En ese aspecto no tiene nada que envidiar a XCOM y otros juegos del género, aunque los más veteranos en este notarán el techo rápidamente.
Aunque eso sí, la dificultad es más benevolente con nosotros que en otros títulos de corte similar. Aquí, antes de perder un soldado tendremos hasta 3 oportunidades para resucitarlo (como sucede en los Gears originales) y el concepto de permadeath solo se aplica a los soldados que reclutemos fuera de las implicaciones de la misma historia.
Aportando su granito de arena al T-RPG
Cuando digo que los veteranos tocarán techo rápidamente, me refiero a que no es tan profundo como otros. Gears Tactics nos deja personalizar a nuestros soldados, sí, pero solo a aquellos que no sean relevantes en la historia. A estos podremos cambiar algunos parámetros físicos sencillos, desde el nombre y su apodo, pasando a cosas como el cabello y su color, e incluso añadirles tatuajes o bisutería.
Sin embargo, no podremos alterar cosas más interesantes como su biografía o rasgos físicos. Algo que le restará gracia a los que busquen crearse su pelotón 100% personal, como bien podíamos en XCOM. Cada personaje estará determinado por una clase (vanguardia, explorador, francotirador, artillero, apoyo) que le permitirá portar un determinado tipo de arma y desarrollar un árbol de habilidades específico.
Hay que destacar que el mismo ofrece muchas opciones, pudiendo trazar el recorrido de habilidades a nuestro gusto con builds muy interesantes y efectivas. Para conseguir puntos que invertir en él, tenemos que subir de nivel a los personajes. Esto lo conseguimos haciéndoles participar en batalla. Cuántos más enemigos derroten, hagan acciones con éxito y menos pifias consigan, más experiencia recibirán al finalizar la misión.
En cuanto al equipo, siguen el arquetipo de la importancia por rareza. Durante las misiones, y como recompensa por completarlas, recibiremos cajas de loot donde nos tocarán piezas de forma aleatoria. Según las propiedades y ventajas de las mismas, tendremos que ir confeccionando nuestras builds. Y ojo, culpable, que son determinantes para poder llevar un ritmo placentero conforme progresamos en la campaña.
Esquema de misiones con ciertos altibajos
Uno de los mayores problemas que presenta Gears Tactics reside en la exposición de sus misiones. El juego se divide en 3 actos, que a su vez se fragmentan en 8 subactos. Con esto no hay problema, sino que el mismo viene dado por las misiones secundarias, que de secundarias no tienen nada. Cada vez que completemos uno o dos de estos subactos, se nos dispensarán varias misiones secundarias para hacer.
Al inicio tendremos que escoger una y ya podremos seguir con la campaña, sin embargo, conforme avanzamos en la trama nos pedirán hacer más para poder continuar. No es que sea molesto que estas tengan carácter obligatorio, sino más bien lo repetitivas que son. Hay muy poca variedad y una vez las hayamos repetido decenas de veces, acabaremos hasta la coronilla de defender cajas, rescatar soldados, recuperar recursos y explotar contenedores de imulsión.
Otros juegos del género combaten mejor la repetición de misiones secundarias. Fire Emblem, por ejemplo, las presentan con un matiz tan secundario que podemos prescindir de ellas totalmente. Mientras que en XCOM, las tendremos que hacer sí o sí, pero al menos contamos con mapas de carácter procedural y la variedad de enemigos es lo suficientemente grande para que no nos asalte la monotonía.
Y es que esto último también es un punto negro en Gears Tactics. Hay pocos tipos de enemigos, ya no solo si lo comparamos con otros juegos del género, incluso si alzamos la vista a los demás Gears of War lo notamos parco. Vale que se diferencian bastante unos de los otros, y también tendremos versiones mejoradas de los mismos pero la oferta sigue quedándose coja.
Un buen paso a un género sin explorar
Puede que Gears Tactics ande algo cojo en profundidad y presente algún que otro error a la hora de plantear su esquema de misiones, sin embargo, entiende el género T-RPG a la perfección y nos deja momentos muy placenteros si somos lo suficientemente creativos. El sistema de loot y rareza de equipo pican lo suficiente para que nos enganchemos a su fórmula y queramos mejorar más y más a nuestros personajes.
Por lo demás, hay algún que otro bug molesto (que parchearán el día 1, así que no temáis) y gráficamente es más humilde que el resto de Gears de la presente generación, pero se defiende con una optimización en compatibles más que decente. Aunque también echo en falta un apartado de gestión más allá de la personalización, Gears Tactics supone un inicio esperanzador para la saga con este género y que espero, de corazón, que sirva de caldo de cultivo para una futura segunda entrega mucho más ambiciosa y profunda.