Square Enix tiene bajo su amparo una de las mejores sagas del rol japonés y parece que es bien consciente de ello. En su momento os hablábamos de que era una maravilla notable con nuestro análisis de la versión original y ahora tocar el turno de hacer lo propio a esta versión definitiva. Así que allá vamos, culpables, toca leeros el análisis de Dragon Quest XI S Definitive Edition para Nintendo Switch.
¿Y qué supone este nuevo relanzamiento un año más tarde? A priori creeréis que se trata de un simple port con los gráficos más ajustados a las propiedades de la híbrida, pero alberga muchísimo más. Así que antes de nada os haremos un breve resumen de las bondades que atesoraba la versión preliminar.
La historia original nos sitúa en la piel del Luminario, un héroe elegido que deberá salvar al mundo. Sí, lo de siempre, la trama que ya hemos vivido 1001 veces en infinidad de juegos de rol pero que esta vez la salvamos por los personajes. Todos gozan de un carisma tremebundo que nos arrancarán una sonrisa o nos enternecerán por lo bien escritos que están.
Sentimiento que se refuerza por su cuidado apartado artístico venido de la mano del archiconocido Akira Toriyama. Nunca se había visto un Dragon Quest tan lleno de vida y tan orgánico como en su onceava parte. No es coña, casi consigue derramar la lágrima de felicidad a los seguidores más acérrimos de la franquicia. Y no olvidemos que repite Koichi Sugiyama como director de su banda sonora, con esas composiciones tan rimbombantes que son santo y seña de la franquicia.
Pero es que además nos presentaba un sistema de combate lleno de gracilidad pese a no traicionar a la fórmula clásica de los turnos. Novedades como el Modo Libre que nos permitía movernos a placer por el área de combate hacían de la experiencia más loable para los menos transigentes con los turnos. Sumadle además que ahora las secciones son enormes (aunque no hay mundo abierto explorable a pie como tal) y veremos a los enemigos pulular a sus anchas. Estos nos permite decidir si queremos enfrentarlos, cogerlos por la espalda o rehusar de los combates.
La principal novedad que presenta esta versión definitiva es la posibilidad de disfrutar del videojuego en 3D -como ya hicimos en las versiones originales de PS4 y PC- o en 2D, simulando el apartado gráfico y artístico de los Dragon Quest de NES.
Mientras en el modo 3D tendremos lo ya conocido, aunque a una resolución de 900p en modo dock y 720p en portátil (con un acusado recorte en definición de texturas y distancia de visionado) y un framerrate bastante sólido a 30 cuadros por segundo. En el modo de las dos dimensiones el programa ya pasa a loa 1080p y 60 FPS como era lógico anticipar.
Para cambiar entre uno y otro tenemos que hacerlo en las iglesias o las estatuas de la Diosa. Esto presenta una desventaja y es que al cambiar entre modos no seguiremos donde estamos en el videojuego, sino que nos tocará repetir un capítulo previo a donde estemos. Una medida un tanto engorrosa que nos fuerza indirectamente a empezar dos partidas para jugarlas íntegramente en cada uno de los dos modos. ¿Lo bueno? Que se nos conservan los objetos, experiencia y habilidades que ya hayamos obtenido en la partida del modo previo.
Otro hándicap que encontramos es que en el modo de dos dimensiones se pierden muchos elementos que incentivan la exploración y la interacción con el entorno. No podremos subir por cuerdas, escalar riscos o activar mecanismos de forma normal, sino que el avance será desde una cámara cenital con los intrincados pasillos clásicos de los entornos RPG de finales de los 80.
Si ya habéis pasado por el original y jugarlo en dos dimensiones no os apasiona lo suficiente para revivir al aventura, sabed que existen nuevos contenidos para disfrutar en esta Definitive Edition. Lo primero, ¿os acordáis de los Cronolinos? Son esos fantasmitos que vemos en la opening o haciendo de las suyas en muchos puntos de la aventura. Pues bien, ahora estos seres tan simpáticos nos transportarán a dimensiones de otros Dragon Quest donde tendremos que solventar diferentes mini-historias en dos dimensiones.
Huelga decir que están muy trabajadas y cada uno de ellas se convierte en toda una odisea repleta de buen fanservice y momentos mágicos.
Aparte de los Cronolinos, llegando al ecuador de la historia principal, tendremos la oportunidad de vivir las historias paralelas de cada uno de los personajes mientras el Héroe está ocupado con «lo suyo». Aunque son tramos excesivamente lineales tanto en recorrido como en combates -no podremos siquiera morir en los mismos- aportan un interés clave para profundizar en el lore de esta parte del juego, una que nos dejaba con muchos cabos sueltos en el original.
Otro de los cambios que nos trae Dragon Quest XI S son pequeños arreglos que causan un impacto bastante interesante en nuestra manera de jugar. Por una parte, la forja ahora la llevaremos siempre acuestas y podremos acceder a ella desde el menú, evitando tener que ir obligatoriamente a los campamentos para poder usarla. Por otra, los más impacientes con los turnos ahora pueden ajustar la velocidad de los combates en la pantalla de táctica, haciendo que estos vayan al doble o al triple de velocidad.
Y al sonido también le tocó renovarse. Si las voces inglesas no nos convencen o ya las tenemos saturadas de nuestra partida previa en PS4 o PC, ahora podremos escuchar a los personajes hablar en perfecto japonés. Fuera broma, el doblaje nipón tiene un nivel que quita el hipo. Luego, la banda sonora nos llega en dos formatos: Sintetizada -la original- o sinfónica, aumentando considerablemente la calidad acústica de las piezas sonoras.
Como no, tanto el doblaje como la OST es decisión nuestra así que si no os molan estos cambios tan modernos siempre podéis quedaros con todo lo venido del original.
Pues sí, culpables. Con este análisis de Dragon Quest XI S Definitive Edition vemos que se hace justicia a su nuevo nombre. Con las nuevas historias en dos dimensiones y las subtramas de los protagonistas extendemos un juego que ya era inmensamente largo y profundo de por sí. Los nuevos arreglos jugables y sonoros, junto a la oportunidad de jugarlo como un Dragon Quest clásico nos hace salibar de placer cuando estamos ante la pantalla de la híbrida.
Tanto si has jugado al original, eres fan de la saga pero todavía no has podido jugar al XI, como si no has tocado un DQ en tu vida. Dragon Quest XI S Defintive Edition es la mejor forma de introducirte en su fantástico mundo. Palabra culpable.
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