Nintendo últimamente lo tiene claro con sus títulos protagonizados por personajes adorables: darles un toque extra de esto con un diseño cercano, que bien podría pasar por un peluche que guardamos con mimo. Es así como nos hemos encontrado con Más Kirby en el reino de los hilos, que volvía a la palestra de 3DS para que muchos pudieran disfrutar del estilo «laneado». Pero si alguien está ganándose un hueco con esta estética, es Yoshi. El simpático dinosaurio protagoniza una vez más una aventura de esta guisa, pero en un mundo totalmente nuevo que da que hablar. Os invitamos a conocerlo al dedillo con nuestro análisis de Yoshi’s Crafted World.
Los Yoshi viven tranquilamente en su isla. No tienen que cargar con fontaneros a su espalda, no tienen que preocuparse de tortugas con cuernos… ellos son felices con poco. Pero claro, como siempre alguien tiene que venir a fastidiarlo todo, en este caso Bowsy y Kamek. Los muy malandrines intentan robar aquello que da paz a la isla de los dinosaurios: su sol, cuyo poder reside en sus gemas. Sí, como las de los Vengadores. La cosa sale mal y estas acaban desperdigadas por ahí en un lugar completamente desconocido para nuestros protagonistas.
Como es de esperar, nos toca recuperarlas. No vamos a dejar que nos pierdan las cosas y quedarnos tan frescos, claro está. La historia, por tanto, versa sobre eso. Es simple y directa, te alcanza al momento y sirve como motor principal del juego a las mil maravillas, marcándote el objetivo a seguir. No se puede destacar mucho más por el estilo de juego, ya que priman más otros aspectos del mismo.
No vamos a andarnos por las ramas: Yoshi’s Crafted World es pasmosamente sencillo. Pero claro, sencillo para nosotros que llevamos como 15 años jugando a videojuegos. ¿Para un niño será igual? Pues sinceramente, ni idea, así que vamos con nuestro punto de vista. Es fácil. Hay mucho salto, mucha cosa diferente que hacer, pero no nos va a poner en un apuro. Y oye, es fantástico. No todos van a ser juegos de dejarte los dedos, se agradecen aquellos en los que puedas estar más calmadete.
La cosa es que esa dificultad, que podría ser algo penalizable en otros títulos, aquí hay un factor que te hace pasarlo por alto. Y es la variedad de las fases. De su diseño hablaremos más adelante, nos referimos más a la forma en la que están construidos. Sólo podemos aplaudir por ellos. Sí, sólo saltamos, nos comemos a la gente y tiramos huevos. Pero la variedad de formas de hacerlo sabe darle ese toque distintivo que hace al título verdaderamente entretenido.
No es lo mismo saltar y correr por niveles que son prácticamente iguales una y otra vez, que tener que adaptarte a cosas como guiarte por las sombras de los personajes por estar nuestra vista tapada por una cenefa, el esquivar a un rinoceronte a la par que lo usamos para avanzar por la zona gracias a sus embestidas, ponerte en plan ninja activando puertas ocultas… la variedad que tiene el juego es enorme, y como decimos, eso hace que sea enormemente divertido de jugar, ya sea sólo o en compañía.
Porque sí, el modo para dos jugadores está disponible, y dos Yoshi siempre son mejor que uno. Más aún si entre ellos pueden darse apoyo mutuo, pudiendo saltar más alto o llevando al otro en la boca cuando guste. Esto también está abierto a todo tipo de trolleos por parte de los jugadores, todo sea dicho.
Si tenemos que reprocharle algo más, sin duda es la duración. Estos juegos tienden a ser cortitos, y este no va a ser una excepción. Hay multitud de fases, pero cada una de ellas puede superarse fácilmente en unos minutos.
Vamos con uno de los puntos fuertes del juego. Sí, no vamos a negar que el diseño de los niveles artísticamente hablando es una maravilla. En esta ocasión se ha optado por usar como motor principal del mundo el cartón, plásticos y demás parafernalia que podemos encontrar por casa. La forma en la que se han usado es, sin duda, digna de cualquier artemaníaco. Desde pajitas para simular el bambú, hasta las texturas de las serpientes y los pliegues que le dan forma… todo ello crea realmente algo vivo, complejo, pero que a la vez es simple.
Y es que, realmente, podrías hacer todo un nivel en casa con tus propias manos si te animas a ello. Cada detalle está pensado al milímetro, los tonos de color son los adecuados, y en general crea una pieza artística que entra por los ojos nada más verlo. Ni siquiera los Yoshi, que son de otro material, destacan de manera negativa. Todo encaja.
En el apartado sonoro, por su parte, no estamos del todo satisfechos. Pese a que en diferentes fases hemos visto grandes cambios, que casan con la temática (mención especial a la zona ninja, nos tiene enamorados), añadiendo recursos sonoros específicos para esos momentos, vemos como los escenarios más «estándar» repiten temas de anteriores fases. Con la cantidad de niveles que hay puede ser complicado exigir un tema diferente para cada fase, más aún cuando guardan ciertas similitudes, pero es algo que no nos acababa de gustar. Quizás porque el tema en cuestión nos parecía demasiado soso, sin ningún tramo a recordar.
Yoshi’s Crafted World nos ha parecido un plataformas encantador. De esos al que echarle un rato cuando quieres jugar a algo pero no te apetece tener que ser muy exigente. Su diseño y estilo de niveles lo convierten en un título la mar de variado y entretenido, que sabe ofrecer una alternativa en cada fase gracias a la gestión que se le han dado a los recursos del juego.
Pero si queréis un reto, volveos a la montaña que es Sekiro. Este título es un paseo por llanuras de bastante corta duración, pero disfrutable igualmente.
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