9 años hace desde que Xenoblade Chronicles aterrizó en nuestras tierras, siendo un hito, más que por su calidad, por lo difícil que era hacerse con una copia. Recuerdo con amargura como Nintendo distribuyó unas tristes 4000 unidades aquí que se agotaron en cuestión de horas. Los afortunados empezaban a hablar maravillas y mi corazón se oprimía del hype y la envidia. Por suerte, conseguí hacerme con una edición coleccionista a buen precio un par de semanas después y descubrir que sí, contenía una historia de las que dejan marca. Pero la Nintendo de hoy no se porta de forma tan cazurra y hay suficiente distribución para que todos podamos disfrutar de este análisis de Xenoblade Chronicles: Definitive Edition para Nintendo Switch.
Xenoblade es importante a nivel narrativo por muchas cuestiones. La primera y que más salta a la vista es por la localización de su planteamiento, dos titanes de fisiología y filosofías contrarias. Sí, estas dos moles inertes han desarrollado vida sobre y entre sus restos, siendo Bionis el que da cobijo a seres orgánicos, como los propios humanos, y Mekonis, haciendo lo propio con entidades mecanizadas. Pero esto pasó hace miles de años y ahora nos encontramos bajo una guerra que enfrenta a las sociedades de ambos titanes.
Partimos de la idea de que la humanidad está muy diezmada, que las máquinas (mekons) están arrasándolo todo y comiéndose toda forma de vida que encuentran para su sustento -o eso se presupone-. Esta amenaza era invulnerable a toda arma humana, hasta que en una expedición, los humanos dieron con Monado, un arma capaz de cortar cualquier célula mecanizada.
Esto sería, en tintes generales, lo que da chispa al inicio de la trama de Xenoblade. Una que se toma su tiempo para desarrollarse, con un gran sentido del ritmo, presentando y desarrollando muy bien a sus personajes y haciendo un uso magistral de los golpes de efecto. Xenoblade sabe como prepararnos para después darnos el chachetazo, y se disfruta. Además, sabe trasladar de forma genuina elementos narrativos de gran importancia al contexto jugable, creando un aura de inmersión que muy pocos juegos logran a alcanzar por estas vías.
Además, trabaja con el subtexto con un cuidado exquisito. Con una sola partida tendremos una historia maravillosamente contada, pero si damos una segunda vuelta, entenderemos matices que ya estaban presentes y que nos podían dar indicios de lo que estaba por ocurrir.
El combate de Xenoblade en su día ya hacía maravillas, pero en esta Defintive Edition añade detalles que lo hacen más accesible y disfrutable. El mismo versa en tener a los personajes auto-atacando, mientras las habilidades se van llenando con el tiempo. Cuando el medidor está repleto, podremos ejecutarlas y estas funcionarán mejor según la situación. Por ejemplo, Shulk hará más daño por la espalda con Ataque Dorsal y Rein podrá tumbar enemigos si estos estaban desprotegidos previamente.
La clave reside en saber gestionar estas habilidades, moviéndose y apoyando a nuestros aliados. Es un sistema sencillo de aprender y fácil de jugar, pero que requiere de un tratamiento táctico notable. Aún así, como dije, la Defitive Edition trae algunas ayudas que lo hacen más cómodo. Por un lado, se nos marcará con una admiración azul en cada habilidad cuando sea el momento de usarla. Por otro, el HUD ahora es más nítido, limpio y ocupa menos espacio en pantalla. Da más información siendo menos explícito, lo cual se agradece muchísimo.
Además, ahora poseemos el Modo Experto. Una suerte de función que nos permitirá reducir y aumentar de nivel a nuestros personajes a placer. Si lo activamos, tendremos un contador de experiencia que irá acumulando la que vayamos ganando. Si aprendemos a gestionarlo bien, nos será muy útil para batallas que sean demasiado desafiantes. Por ejemplo, si en una zona los enemigos son de nivel 15 y nuestros personajes están al 25, recibiremos muy poca experiencia al derrotarlos, sin embargo, si reducimos el nivel del equipo al 15 o menos, recibiremos mucha experiencia. De esta forma no desperdiciamos el total de experiencia que cada enemigo nos puede brindar y podremos subir de nivel más rápido que si jugásemos a la experiencia original.
Sí, sé que muchos me lapidarían con fiereza por esta afirmación. Xenoblade Chronicles hacía una cosa tan mal que a mí me valía ya para tildarlo de mal juego de rol. Hablo de sus sistemas de farmeo y misiones secundarias. Lo primero se ha solucionado gracias al ya comentado Modo Experto. Ahora podremos conseguir experiencia de cualquier enemigo si nos ajustamos a su nivel y en cuanto a lo segundo, hay mucho de lo que hablar.
En el original, las misiones secundarias no estaban señalizadas en ninguna parte. Hablabas con el NPC en cuestión que te las ofrecía, te daban una pista de texto y ala, mátate buscando al bicho u objeto de turno. Aquí ya no. Los objetivos de las misiones secundarias se marcarán con símbolos de admiración rojos en el mapa y si las marcamos, se volverán azules. Las azules aparecerán incluso en el minimapa, siendo una ayuda visual necesaria que nos permitirá limpiar los mapas de recados de forma rápida y ordenada. Aunque se traten de misiones secundarias, Xenoblade precisa que las hagamos dado que nos presenta barreras de nivel en su historia. Si somos nivel 15 y el jefe de la zona a derrotar es nivel 20, no le haremos apenas daño y él nos reventará de dos sopapos.
Por ende, que Monolith Soft haya solucionado el problema de las secundarias convierte a Xenoblade Chronicles en un juegazo prácticamente de un plumazo. Se acabó eso de perder horas dando vueltas buscando al monstruo de turno o el anillo perdido de X NPC. Vale que las misiones siguen siendo eso, recados, sin apenas trasfondo y más repetitivas que el yogur natural, pero qué menos que hacerlas lo más sencillas posibles de completar para que no se sientan como una molestia que nos quite las ganas de seguir avanzando.
Otro de los cambios importantes de esta Defintive Edition reside en lo visual. Se ha tirado abajo lo hecho en el original y en su lugar se ha erigido el mismo universo, en la misma escala y dimensiones. Visualmente tenemos lo que vimos en Xenoblade 2, compartiendo el mismo estilo visual para dar forma a sus personajes y con un mundo más nítido gracias al trabajo de las texturas, la iluminación y la inclusión de algunos efectos como brisas o el movimiento en el agua. Lo mismo podría decirse de las animaciones, más trabajadas, dotando de un componente más humano a los personajes. Incluso si los dejamos quietos en pantalla, harán movimientos característicos, como estirarse o limpiarse a la ropa, acentuando sus personalidades.
Realmente se te ve todo mucho mejor y atrás se quedan esos personajes de caras planas y texturas sin apenas polígonos de Wii. Sin embargo, hay problemas en cuanto a la resolución. Aunque el juego no se ve para nada mal, no puedo negar que en ciertos momentos se ve algo borroso y eso se debe a la resolución dinámica que le han implementado. En modo Televisor el juego se mantiene en 720p pero puede caer a los 540p mientras que en modo Portátil, la cosa se fija en los 540p pero puede caer a los 380p. Aunque no es una constante, sí que se nota cuando suceden estas caídas de resolución, pero no es algo realmente molesto como para que nos haga torcer el gesto.
Mejor parado sale el framerrate. El juego se mantiene a 30 rocosos frames por segundo. Hay alguna caída a los 27 frames cuando hacemos algún giro brusco de cámara, pero nada apenas percetible y mucho menos, molesto.
Aunque pueda ser una tontería, hay más cambios que un servidor considera de una importancia severa. Hablo, por un lado, de la posibilidad de desplegar un mapa al más puro estilo Diablo, que nos permita seguir avanzando mientras vemos todas las intersecciones, cambios de nivel y misiones secundarias. El mismo se activa y desactiva pulsando el sick izquierdo, conviertiéndose en un compañero más de la aventura al que echaremos mucho la mano. Por otro, tenemos la sección de trajes del menú de equipamiento. Ahora podremos aplicar skins a cualquier pieza del equipo para así formar nuestros conjuntos visuales a placer. Se terminó eso de llevar «frankensteins» de la moda para no desaprovechar stats.
Tampoco hay que olvidar cambios más sutiles, como la opción de correr de forma automática, útil para dejar avanzando al personaje e ir a tomarnos un café o que tengamos un control mayor de la cámara, pudiendo visualizar la perspectiva de manera cenital o incluso en primera persona. También está el hecho de que ahora contemos con autoguardado. En el original teníamos que guardar a mano cada dos por tres en el menú y terminaba por volverse una rutina muy obsesiva. Aunque podemos seguir haciéndolo, el autoguardado se activa siempre en las zonas más peliagudas, la verdad es que está muy bien pensado.
Pero estos cambios también afectan a la faceta sonora. La banda sonora ha sido reorquestada, añadiendo un poco de complejidad a unos temas que de por sí ya eran una maravilla. El doblaje vuelve a repetir equipo tanto en la vertiente inglesa como en la japonesa, quedándose un servidor con la segunda por goleada.
Xenoblade Chronicles: Definitive Edition trae consigo un episodio a mayores, llamado Futuros Conectados, que nos permite disfrutar de una suerte de «endgame» a manos de Shulk y Melia. Exploraremos una nueva región de Bionis, podremos jugar con los hijos de Riki y deberemos buscar a más nopones para formar equipos la mar de curiosos para el combate.
El mismo cambia ligeramente aquí, se hace más sencillo que en la experiencia previa y aporta una serie de ataques especiales con los nopons muy divertidos de ver y de ejecutar. Tampoco penséis que ofrece un reto muy elaborado, el general, los combates se hacen más cómodos y no he pasado por ninguna situación de estrés. Justo lo contrario a lo vivido contra los jefes del juego base.
A nivel narrativo, no quiero spoilearos mucho pero aquí se aportan muchos detalles interesantes sobre el final del juego original. La verdad es que hace de este más rico (por si lo fuese poco ya) y nos ayudará a entender algunos conceptos que igual cogimos con pinzas cuando vimos el final por vez primera. Esta expansión tampoco se libra de ofrecernos misiones secundarias que, lamentablemente, siguen siendo recados sin nada de trasfondo que valga la pena destacar.
La banda sonora nos llega con arreglos, aunque podemos seleccionar la original. Se han hecho un par de temas nuevos para el epílogo, compuestos por Yoko Shimomura.
Me costó cogerle cariño Xenoblade Chronicles, pero parece que, con su Definitive Edition, al fin he podido surfear la ola. La historia sigue siendo de lo mejor que nos ha deparado el género, se han solventado muchos problemas de diseño que hacían del original una experiencia nefasta y los combates se hacen más disfrutables gracias a las diferentes ayudas visuales con las que podemos contar.
Tanto si te gustó el original de Wii, el port de 3DS o nunca has jugado a Xenoblade, la Defitive Edition es la mejor de todas las opciones. No creo que sus problemas con la resolución dinámica echen a nadie para atrás, se le ha dado demasiado bombo para lo poco que afecta a la experiencia. Así que sí, lanzaos sin miedo a por el que, seguramente, vaya a ser el mejor JRPG del año junto con Persona 5 Royal.
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