Los juegos de carreras atraviesan una etapa brillante tras superar grandes obstáculos en años anteriores. No solo es la tendencia del jugador la que marca esta nueva etapa, sino también la calidad de los títulos aparecidos. En este grupo se encuentra nuestro protagonista, aunque en un escalón más bajo. Os lo contamos en el análisis de WRC 9.
El juego desarrollado por KT Racing ha pasado por varios tramos en sus diferentes entregas. Algunas de ellas no muy espléndidas, pero ha sabido salir del barro para convertirse en un buen título de carreras. Aunque está todavía por debajo de otras opciones más importantes del género.
Los rallies tampoco han sido la opción preferente de los jugadores, por delante encontramos seguro sagas como Gran Turismo o Forza, pero también tiene un público numeroso dispuesto a competir en las pruebas más complicadas.
WRC 9 tiene la gran ventaja de contar con la licencia oficial. En ese aspecto no tiene rival alguno. Pilotos y automóviles aparecen de forma idéntica a la realidad. Sin embargo, a los juegos de coches todavía no ha llegado la fiebre de las licencias como en otros títulos deportivos (sobre todo con los pilotos), y aunque es un punto importante, no es clave.
Es a la hora de rodar por la carretera donde se le ve su debilidad. Su apuesta es clara por el realismo. Los coches, sin activar las ayudas, se comportan tal y como lo harían en la realidad y la experiencia es muy buena ante el volante. Sin embargo, existen momentos en las que elementos en la carretera te harán salir del juego completamente.
Estos momentos se pueden dividir en dos: vuelos y caídas imposibles y obstáculos infranqueables. En ocasiones, si no somos unos virtuosos con el volante, los accidentes producen vueltas de campana poco creíbles e incluso giros en el aire más propios de una película de acción que de un juego supuestamente realista.
Por otro lado, los obstáculos que encontramos en las etapas de los rallies también actúan de forma sospechosa. Los carteles publicitarios son derribados sin problemas si chocas contra ellos. Sin embargo, hay otros elementos, como las vallas que separan la carretera del campo, que parecen muros de hormigón (o puro adamantium). Un choque contra ellas nos parará por completo y causará grandes daños al coche.
Es evidente que están diseñadas de esa manera para evitar que el coche salga de manera excesiva de su camino, pero elimina el realismo que se pretende mostrar. El truco era comprensible en otros tiempos, pero ahora parece más una manera de ahorrarse dolores de cabeza en el desarrollo («por aquí no se puede pasar y punto»).
Quitando estos dos aspectos, WRC 9 es un simulador exigente y muy agradecido cuando controlas el coche en cualquiera de su dificultad. Las ayudas son útiles para los jugadores novatos, aunque, como siempre decimos, la experiencia gana enteros cuando de verdad notamos que conducimos un coche de carreras al desactivarlas progresivamente.
No obstante, las ayudas de WRC 9 son menos invasivas que las de DIRT Rally 2.0. Al activar todas en el juego de Codemasters se pierde la sensación de control. El coche incluso parece que podría llegar por sí solo a la próxima curva. En cambio, WRC 9 con todo activado no causa esta sensación y los errores en la conducción siguen siendo muy posibles.
A modos de juego tampoco sale nada mal parado WRC 9. Por supuesto, se puede jugar tanto en solitario como en multijugador (local y a través de Internet) y hay una buena cantidad de opciones para hacerlo. Están las típicas opciones de carrera rápida, disputar un rallie en concreto o la carrera. Aunque también debuta el modo clubes, en el que los jugadores podrán crear su propio campeonato o correr en los creados por otros usuarios.
El modo clubes -no, no estamos hablando de FIFA- nos da la opción de crear un club -un rally, en realidad-. Podemos configurar el número de tramos, las condiciones meteorológicas, los puntos por quedar entre los primeros o el momento del día. El club puede ser abierto o por inscripción. Su inclusión amplía la duración del juego.
Precisamente ese es el punto fuerte de WRC 9. Su gran amplitud de opciones dentro del menú hace que nos pasemos mucho tiempo delante de la pantalla, a poco que nos guste el mundo de la velocidad. El motor gráfico del juego no es el más poderoso, y tiene algunas lagunas en el comportamiento del vehículo. Lo bueno es que KT Racing lo ha suplido con gran elegancia, añadiendo una gran variedad de modos de juego.
WRC 9 no será el simulador de rallies más excelso. Sin embargo, su amplitud en opciones y notable conducción en todo tipo de pistas, hace que sea una opción más que recomendable para los amantes de la velocidad. También ayuda contar con la licencia oficial, aunque está un peldaño por debajo de los mejores representantes. Esperamos ansiosos comprobar cómo se comporta en la nueva generación en próximas entregas.
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