Cuando un juego hace canon la existencia de niños rata, no podemos hacer otra cosa que expandir su palabra. Si queréis saber más, leed el análisis de War Theatre.
Los juegos de estrategia se han adaptado a toda clase de situaciones y estilos. Los hay con un corte fantástico, donde el lugar al que mire el personaje es clave, a la par que el terreno y los hay más realistas, donde los morteros, pistolas y barricadas brillan con luz propia. Podemos decir que el cupo está bastante completo, sin embargo, ello no impide que nuevos títulos puedan salir a la luz con estilos más o menos definidos. Os lo queremos mostrar, en este caso, con el análisis de War Theatre.
Una aventura mecanizada
El título nos da la oportunidad de seguir la historia de varios personajes en un entorno apocalíptico. Terrenos yermos, sin vida… y robots mecanizados que toman el control del conflicto. Los pocos que cuentan con elementos orgánicos deben superar este entorno hostil con máscaras de gas y similares. Nada es sencillo. Nada es gratis. Y eso se nota en cada segundo de juego.
Cada campaña tiene su propio eje conductor. Por ejemplo, uno de nuestros favoritos es de las primeras, la de Rat Mother, la que junto a sus niños rata busca sobrevivir en lo poco habitable que queda. Otros, como el General Mort sólo buscan su propio disfrute en el campo de batalla, importándole poco a quién tenga que llevarse por delante. Motivaciones muy dispares pero con prácticamente el mismo modus operandi para avanzar.
Con las tuercas de por medio
Si tuviera que equiparar un título estratégico a War Theatre, sería sin duda con Advance Wars. Sí, el juego que tenemos entre manos rememora mucho a este estilo de juegos por sus mecánicas. Tenemos un mapeado cuadriculado, en el que nos movemos dependiendo del terreno y tipo de unidad, siendo estas de infantería, pesadas o aéreas. También están las acuáticas, claro está, pero esas sólo son parte del agua y salvo por distancia no tienen trabas ninguna, así que las dejaremos de lado por ahora.
Así pues, con sus fortalezas y debilidades, cada unidad hace lo que puede en combate hasta cumplir el objetivo de la fase, que varía entre eliminar a todos los enemigos o conquistar todos los puestos de mando del escenario. Lo cierto es que puede parecer sencillo, pero no lo es en absoluto. Debido al diseño de los niveles y al alcance de los ataques, el título nos pondrá a menudo contra las cuerdas. Más aún si tenemos en cuenta que el primero que ataque es el que lleva la ventaja, dado que al atacar se van perdiendo unidades, con lo que el daño realizado posteriormente será menor.
Esto no supondría problema alguno con un buen planteamiento del campo de batalla, pero nos encontramos con un escollo bastante grave. Este no es otro que el hecho de no tener ningún dato durante la batalla. Sí, tenemos los detalles del terreno y el tanto por ciento de daño que le hacemos al enemigo. Pero no tenemos forma de saber cuánto daño hemos recibido o hemos hecho, ya que la información dada en combate es mínima. Toca memorizar lo que reciba cada uno, pero cuando tenemos más de quince unidades que recordar, más las enemigas, es un problema.
Por suerte, este problema puede ser compartido con un compañero, por lo que si odias llorar en soledad, el modo para dos jugadores te va a venir a las mil maravillas. E incluso aunque estéis alejados por kilómetros y kilómetros de distancia, el modo online saldrá al rescate.
Podemos presentar ahora, por tanto, la vertiente de los Perks. Los Perks son bonificaciones que obtenemos para mejorar distintos parámetros en batalla, como el daño realizado. Pero para conseguirlos debemos primeramente reunir una buena suma de dinero, obtenible a través de las distintas misiones que se nos abren en la zona de la tienda. Suelen llevar su tiempo, pero los elementos que nos ofrecen pueden ser un bonus la mar de necesario en según que momentos.
Un mundo oxidado
Con la descripción del mundo que hemos dado un poco más arriba ya podemos hacernos una idea de cómo es el estilo de este juego. Predominan en él los tonos marrones y amarillos, creando una paleta de colores que, sí, encaja con todo lo que nos quiere mostrar pero que cansa bastante por su falta de variedad. El tono más vivo, de hecho, lo tenemos en las unidades enemigas, con un morado oscuro que los hace fácilmente distinguibles de nuestro equipo.
El diseño de los mapas y sus fondos tampoco es que sea una maravilla. Son bastante simples, y en ocasiones parecen un pegotón ahí puesto, sin hacerse verdaderamente notables. No ha sido así el caso, al menos en mi opinión, de los personajes. Todos guardan un estilo steampunk, con partes mecanizadas de diversa índole y que, la verdad, cuenta con una estética bastante cuidada. Ya no sólo hablamos de los personajes principales, que destacan exponencialmente, sino de las unidades generales. El juego de luces y sombras, pese a la escasa variedad cromática, sabe darles bastante peso y consistencia.
El sonido, por su parte, es totalmente olvidable. Incluso molesto si hablamos de los efectos al desaparecer una unidad por un ataque. No llega a transmitir nada, simplemente está ahí, pero es como si no estuviera. Los efectos de disparos y cañonazos sí que se ajustan, pese a todo. Es como que han centrado ahí toda su atención.
Conclusiones de War Theatre
Lo cierto es que nos encontramos ante un título complejo de abordar. El estilo de Adwance Wars no suele usarse en demasía en juegos actuales, al menos, en lo personal, no se me vienen a la cabeza muchos ejemplos. Explotar esto, por tanto, está bastante bien, sin embargo peca de dejar demasiado al aire al jugador. No queremos que nos lleven de la manita, pero elementos como indicar la cantidad de daño de los personajes, más aún cuando vas a volver a jugar tras unas horas, sería de agradecer.
Pese a ello, lo cierto es que te obliga a centrarte, y la estrategia sale a relucir. Los diseños, pese a su repetitividad y falta de variedad saben cumplir de buena manera. En general es una aventura bastante recomendable para aquellos que quieran un título estratégico más ligerito en cuanto a carga narrativa y mecánicas, pues como puesta en escena sabe afianzarse, sin despuntar por encima de otros de su género.