Los muertos se han alzado una y mil veces en el mundo de los videojuegos. Ya fuera para hacérnoslo pasar mal con infectados en Resident Evil , o para hacernos limpiar nuestra cobardía, tal y como hará MediEvil en unos meses. Y por lo que concierne a lo que hemos visto para hacer este análisis de Undead Horde, nos queda claro que los muertos bailarán sobre nuestros cuerpos vivos.
Hay héroes que no llevan capa. Los hay, incluso, que ni siquiera son humanos. Y son sus acciones las que los transforman en el eje de grandes acontecimientos. Puedes llamarlo efecto mariposa. Puedes llamarlo rata en cierta película de superhéroes. O, como en el caso que nos ocupa, puedes llamarlo gallina hambrienta.
Aunque esta gallina no trae precisamente cosas buenas al mundo, ya que liberar a un poderoso nigromante va a generar más de un problema. Problema que nosotros vamos a aprovechar, como buenos señores de las artes oscuras. Y es que los vivos, como hemos dicho, han disfrutado demasiado. Así que, poder necromántico en mano, iremos recuperando nuestro territorio con nuestro ejército de no-muertos. ¡Una aventura épica sólo al alcance de las huesudas manos de unos pocos!
Como puede verse, la trama del juego no exige que nos quememos las neuronas para memorizar mucho. Nos cuenta todo lo que queremos saber en apenas unos pocos minutos, y acude al humor ligero para que simpaticemos con estos oscuros señores de la noche.
Y con lo dicho anteriormente, empezamos nuestra aventura. Con una base de operaciones en una oscura cripta, donde podremos curarnos y reabastecernos, nos lanzaremos a conquistar todo lo conquistable. La cosa puede ser sencilla, pero no lo es en absoluto. A fin de cuentas, tenemos un nivel, nivel que se traduce en más salud, maná o límite de personajes.
El último en concreto es de vital importancia, pues nos permitirá tener más o menos personajes a nuestro cargo. Cada uno tiene su coste y, evidentemente, a más poder, más coste. Realmente, el centrarse en las otras dos estadísticas es casi ir a una muerte segura. Tu salud puede librarte de alguna muerte deshonrosa, y los hechizos ayudan, pero tu carne de cañón son los no-muertos. Ellos hacen el trabajo sucio, son los que deben atraer el interés de los enemigos, y los que ayudan a sortear diversas zonas. Sin ellos es prácticamente un suicidio.
Por supuesto, esto es algo que tú debes deducir por ti mismo, dado que se te da libertad en este aspecto. Si quieres la versión extrema, pues ya te entretienes mejorando las otras cosas, para qué engañaros. Los combates igualmente se hacen bastante entretenidos ya estés en medio de la reyerta metiendo espadazos, o viendo como un señor cómo tus hormiguitas degollan a los otros y los sumas a tu ejército. Siempre teniendo en cuenta el límite de unidades, claro está. Aunque jamás le diremos que no a un ejército de pollos asesinos.
Fuera de eso, el juego nos invita a colonizar cada zona ayudando a diversos esqueletos presos en cada localización. Las misiones que estos nos ofrecen no son nada del otro mundo, a fin de cuentas es lo mismo una y otra vez: mata y vuelve a matar, y a todos a tus pies tendrás. Esta falta de variedad se suple con algunos guiños a la cultura popular y algunos toques de humor, pero sientes constantemente que es un hacer lo mismo constantemente, con mejores unidades y enemigos más fuertes.
El estilo gráfico del juego apuesta por lo simple, con modelos 3D bastante primitivos, pero que están bastante bien detallados. En especial se destaca el proceso de «mortificación» de las unidades, cuando pasan de tener carne a dejar ver huesos y heridas abiertas por aquí y allá. Nada demasiado explícito, por supuesto.
El entorno también cuenta con una gran cantidad de detalles. El tono oscuro reina además por donde pasamos, por lo que el juego de luces de antorchas y fortificaciones será crucial para disfrutar de todo con más nitidez y, por sorprendente que parezca, está bastante bien llevado.
No podemos decir lo mismo del apartado sonoro, que cojea bastante en varios aspectos. Sí, tenemos un doblaje para nuestro nigromante, pero los temas que nos acompañan son demasiado repetitivos, y no casan demasiado con la atmósfera del juego. Casi mejor que la dejamos dentro de la tumba.
Undead Horde es, pese a su aspecto oscuro y amenazador, un título bastante simpático. No llega a despuntar por algunos fallos en su recorrido, como una repetición excesiva de los estilos de combate, que nos llevará en muchas ocasiones a ser meros espectadores de una IA que no va del todo fina.
Sin embargo, con esto en mente, y jugándolo poco a poco, puede disfrutarse bastante, haciéndote sentir como un auténtico señor de la muerte planeando su siguiente movimiento. Eso sí, prepárate para dar más de una vuelta al campamento base a reabastecerte de súbditos.
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