Por culpa del maldito Coronavirus vivimos unos momentos un tanto inauditos. Mientras casi toda la población está recluida en sus casas, eventos como el E3 y por supuesto también varias competiciones deportivas, han sido cancelados. Algunas como en el caso de la Fórmula Uno, van a probar suerte realizando una competición virtual, utilizando para ello el videojuego oficial. En cambio los participantes de la Tourist Trophy se tendrán que conformar con nuestro análisis de TT Isle of Man: Ride on the Edge 2 para sentir el viento de cara.
Para los que no lo sepan (como yo), esta carrera de motocicletas es probablemente la de mayor peligro en el mundo. No en vano desde que comenzase en el año 1907, lleva ya más de 250 muertos en toda su historia. Esto en gran parte se debe a que no se corre en circuitos, sino en asfalto, a través de ciudades y montañas. Por ello su nivel de exigencia es máximo, al igual que en el título creado por el estudio francés Kylotonn Games.
Así pues, nos encontramos ante un juego de carreras de motos que tiene lugar en la Isla de Man, situada entre el Reino Unido e Irlanda. Debido especialmente a la dificultad de esta competición, el protagonismo se lo llevan Los 60 kilómetros de circuito en los que sucede la acción. Y más vale que os aprendáis el recorrido, pues os va a hacer mucha falta. Como nunca he cogido uno de estos pequeños bólidos, no sé hasta qué punto el título es un simulador, pero ya os aviso que os va a costar lo suyo.
Por suerte el juego nos invita a comenzar con un tutorial básico para aprender los comandos, cosa que es altamente recomendable. Controlar la motocicleta en sí no es especialmente complicado, pero dominarla de manera decente sí. Hasta que lo consigamos (si es que lo hacemos), chocarse curva sí, curva también, será lo más común. Esto nos pasará hasta en alguna recta, incluso con el nivel de ayuda al máximo.
Cuando os veáis preparados, podéis lanzaros a su modalidad principal, que como es habitual en este tipo de juegos, es el modo trayectoria. En él, escogeremos uno de los pilotos reales incluidos, como Michael Dunlop o David Johnson. Todos ellos con sus respectivas monturas de marcas conocidas, como Honda o Kawasaki. A sus mandos, intentaremos que durante la temporada se gane un lugar en la peligrosa competición, Tourist Trophy. Para ello nos tocará lidiar antes con otras pruebas, como carreras o contrarreloj. Estos torneos nos otorgarán experiencia, reputación y dinero.
Con estos premios podremos mejorar nuestro vehículo, comprando piezas con las que perfeccionarlo para ser cada vez más rápidos. También se pueden adquirir decoraciones específicas, y dejarla así completamente a nuestro gusto. Por otra parte, el garaje también es una de las partes interesantes del juego, pues contiene un gran repertorio de motos, clásicas y modernas. Obviamente para desbloquearlas habrá que desembolsar cash.
Claro que quizá no a todos os apetezca competir toda una temporada. No os preocupéis, porque también tenemos la opción de echarnos unas carreritas rápidas. Aquí podremos escoger entre diferentes circuitos en Reino Unido e Irlanda, u optar por el el Circuito de Hertfordshire o el mítico Snaefell Mountain Course de la Isla de Man. Este trazado cuenta con más de 200 curvas para que nos caigamos a gusto.
Del mismo modo contamos con un modo contrarreloj en el que superar nuestras propias marcas, y otro de conducción libre. Como es lógico en este último, simplemente nos dedicaremos a disfrutar del los espectaculares entornos, los cuales recrean la isla con bastante fidelidad. Eso y practicar el pilotaje de estas motos de altísimas prestaciones.
Gráficamente el juego cuenta con luces y sombras. Por un lado las localizaciones están llenas de detalles, y cuentan con una buena iluminación en función de la hora del día. También las motos y los pilotos lucen bastante bien, y la fluidez y sensación de velocidad son remarcables. Por contra, los espectadores que nos vamos encontrando a lo largo de la carretera son bastante cutres. Incluso parecen sacados de la anterior generación de consolas. Pero lo peor de todo son los eternos tiempos de carga antes de cada carrera. Imperdonables.
En cuanto a su apartado sonoro, no es nada del otro mundo, aunque cumple con su cometido. Esto es especialmente notable, en el rugido del motor de los vehículos. El resto se ejecutan sin alardes. Las melodías no están especialmente inspiradas, y los sonidos ambientales o al chocarse nuestra moto, se sienten algo artificiales.
En definitiva, estamos ante un título más cerca de la simulación que del arcade, pero de una exigencia máxima. Es cierto que cuánto más juguemos, más cómodos nos iremos sintiendo a los mandos, pero aún así no es para todos los públicos. Los amantes de esta competición serán los que mayor rendimiento y disfrute podrán sacarle.
Allons-y!
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