Los títulos JRPG suelen mostrar siempre un mundo fantástico, lleno de monstruos, magia y demás parafernalia que, sinceramente, nos encanta. Pero a la hora de mostrarnos su mundo y sus personajes, pecan de perder un poco el norte. ¿Por qué hemos venido a esta granja perdida en lo alto de un páramo? ¿El ladrón que nos robó todo se nos une porque le caemos simpáticos? Son cosas que se suelen repetir bastante. Por ello, encontrarse con algo más «centrado» es una rareza en sí mismo. Con el análisis de Trails of Cold Steel hemos podido ver un poco más de esto último, y nos toca hablaros sobre ello.
La historia de Trails of Cold Steel es difícil de explicar. Sí, no tenemos una mejor forma de decirlo. Durante la totalidad del juego vamos a estar preguntándonos «¿pero de qué va esto?» ya que básicamente estaremos de aquí para allá como en cualquier juego estudiantil, pero con armas de por medio. Sin embargo, todo ello es el preludio de algo más grande.
Trails of Cold Steel sigue unos tempos bien definidos, a su ritmo, y usa prácticamente la totalidad del título para presentarnos su mundo. Y cuando decimos presentado, decimos presentado. Es un inicio al sistema político y territorial del mismo, y eso se nota. Una enorme introducción a lo verdaderamente grande, tal y como hemos indicado. ¿Es positivo esto? Sí y no, pues hay matices.
Por un lado, te ayuda a conocer las cosas con mayor perspectiva, haciendo que te sumerjas en cada detalle de su mundo, haciéndote formar parte de él. Por otro, como jugador, te deja un poco descolocado. En todo momento estás esperando que pase «algo» que no terminas de discernir, para volver a perderlo en un mar de diálogos sobre el ritmo de la sociedad, la industria o el ejército.
Pero, ¿qué pasa cuando vas recogiendo mucho contenido? Pues que al final explota, y es lo que ocurre al final del juego, descolocando completamente por su modus operandi. Y así nos dejan, con la miel en los labios, de cara a sus siguientes entregas, dejando una sensación enormemente continuista.
Si os da la impresión de que el título es lento, esperaos a ver el sistema de juego. Sí, lamentamos decirlo, pero la velocidad en general de cualquier acción deja mucho que desear. El movimiento en el mapeado no es tan acusado, pero en los combates sí que se nota. Pero tranquilos, que la mayor maravilla está al alcance de nuestras manos: la velocidad aumentada.
No soy de las que gusten de acelerar las cosas en los títulos, pero realmente cuando tienes que esperar tanto para que el personaje se mueva, llegue al enemigo, levante su arma y haga todo, terminas por desesperarte. Un diez por la inclusión de este modo, en serio. Ahora bien, os preguntaréis por tanto cómo es el sistema de combate. Lo cierto es que es guarda aspectos del combate por turnos, pero con añadidos. Tenemos un radio de acción y si los enemigos o compañeros están fuera de él, toca moverse y desperdiciar el turno para poder estar listos para el siguiente.
Esto cobra aún más importancia si tenemos en cuenta las artes, la magia del juego. Estas tardan un tiempo en estar listas, pudiendo nuestros enemigos escapar de nuestro radio si es un ataque de área. Por suerte, nosotros podemos hacer lo mismo gracias a nuestras artes personales, los Crafts. Únicos de cada personaje, nos permiten realizar ataques devastadores al acumular un determinado porcentaje al recibir o causar daño.
Lo cierto es que es un sistema bastante agradecido, pese a lo que pueda parecer. Te hace tener una visión táctica más detallada, obligándote a no centrarte únicamente en pulsar la x y tirar para adelante. Aquí la posición de cada personaje y enemigo será la clave. ¿Que quieres librar a tu equipo de un ataque de área de un jefe? ¡Pues corre, divídelos por el escenario! Aunque tampoco te pases, que igual te comes el golpe y el que puede sanarte no llega hasta ti ni a la de tres. Visión de campo, mayormente, cosa que se entrelaza a la perfección con la temática del juego.
Todo gira en torno a formar los lazos con los compañeros, a apoyarnos los unos con los otros. A fin de cuentas, un soldado sólo en el campo de batalla es un soldado muerto, para qué engañarnos. Por ello la sinergia del equipo es primordial.
Aunque eso de estrechar lazos en el campo de batalla no cuaja del todo en la vida real. Es por ello por lo que el juego tiene un factor que me encanta, y que seguramente muchos hayáis visto en títulos como la saga Persona. Estoy hablando, por supuesto, del tiempo libre. En determinados momentos de la historia podremos pasar tiempo con nuestros compañeros, conociéndolos un poco más y estrechando lazos con ellos.
Esto, además de darnos mejoras para el combate, nos permitirá conocer a un elenco de personajes de lo más variopinto. Cada uno es interesante a su manera. Los hay que tienen sus más y sus menos, algunos te caerán mal, y otros te harán preguntarte por qué no pueden estar en tu equipo de buenas a primeras y mandar al mundo a paseo.
Otro elemento que podemos destacar, en similitud con los juegos de Persona, son los resultados académicos. No olvidemos que estamos en una escuela, al fin y al cabo. De esta forma, además, se nos permite conocer al detalle el mundo que se nos presenta, y más concretamente la región que nos toca, Erebonia. Tal y como he indicado anteriormente, el juego tiene una enorme carga política e histórica, por lo que estos detalles ayudan a situarse mejor.
De hecho, tendremos que investigar por nuestra cuenta en la biblioteca o comprando libros para conocer todos sus entresijos. O incluso hablar con todo NPC en cualquier momento, que a su vez pueden darnos submisiones sin previo aviso. Queda patente pues, que es un juego enormemente detallista en estos aspectos, pero, por contra, puede llegar a abrumar a más de uno si no se toma con la calma suficiente.
Pese a ser un JRPG y guardar fuertes similitudes con el país del sol naciente, en especial en la configuración de todo el insituto, el juego se encuentra enormemente basado en Occidente. El diseño de casas y escenarios, en su mayoría, recuerdan a ciudades europeas en plena época industrial, con la aparición de los primeros elementos de motor. Incluso las áreas más despobladas o rurales dan esa impresión por el estilo de la arquitectura.
Cabe mencionar que, pese al lavado de cara de la edición de PS4, se nota el paso de los años. Los modelos de personajes no son precisamente novedosos, y se les notan a años luz de los títulos más actuales. Aunque no hay que dejar de alabar el diseño de los mismos. Fuera de los NPC cuentan, pese a las limitaciones, con grandes niveles de detalle y varianzas entre sí, dándoles un toque especial y único.
La banda sonora, por su parte, es digna de alabanza en todos los sentidos. Los temas son variados, llenos de contrastes y tonos. Tienen la fuerza necesaria en cada momento, sabiendo usarse en el momento correcto. No puedo dejar de mencionar, por ejemplo, cuando el tema de batalla cambia al tener in extremis a dos miembros del equipo, poniéndonos en situación de que no estamos precisamente en nuestro mejor momento.
A esto hay que añadirle las voces. Al fin podemos disfrutar de un audio dual en inglés y japonés, pudiendo elegirlo a nuestro antojo. Ambos tienen sus cosas buenas y malas, lo cierto es que es cuestión de gustos. Pero el japonés parece superior en algunos aspectos, pues hay personajes que parecen no casar del todo con las voces elegidas en el doblaje inglés.
Lo cierto es que nos encontramos ante un juego la mar de completo dentro del marco del JRPG. Sin embargo, peca de ser excesivamente introductorio, y ese es el principal punto que puede echar atrás. Toma demasiado tiempo en pasar algo realmente grande. Para aquellos que esperen altas dosis de emoción en los primeros compases se chocarán de bruces con un muro.
De hecho, aún con un final que deja con ganas de más, nos hace sentir como que únicamente hemos tenido este juego para prepararnos para lo que se viene en vez de darnos algo sólido a lo que agarrarnos durante toda la aventura. Pero si sois capaces de haceros a este ritmo de juego teniendo esto en mente, sin duda vais a disfrutar de un título con una trama estupenda dentro del género. A mí, desde luego, me ha dejado con ganas de Trails of Cold Steel II.
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