En una consola de Nintendo no pueden faltar sus juegos bandera. Y la mayoría, por supuesto, del fontanero y su pandilla. Pero últimamente hemos notado que, como veréis en el análisis de Super Mario Party, los juegos de «tablero» de la compañía se quedan bastante cortos.
Hay muchos elementos nuevos, no vamos a negarlo. Pero la mayoría no son tan divertidos como en otras ocasiones. Y lo que es más. Se hacen repetitivos al poco de hacerlos alguna que otra vez.
Si hay algo que nos entra por los ojos en este Super Mario Party es que nos encontramos con bastantes formas de jugar. Al menos a priori, claro. El modo tradicional, el de por parejas, a todo ritmo, el torrente de aventuras y el de los minijuegos. Bueno, hay alguno más pero es secreto y mejor os lo dejamos a vosotros para descubrir.
Cada uno de estos modos de juego tiene una particularidad sobre el resto y lo hace apto para un tipo de público u otro.
El modo más «novedoso» es el que sustituye el tablero de juego por un río en el que tendremos que ir esquivando obstáculos mientras hacemos minijuegos para permanecer más tiempo en él. Y, por supuesto, el que hace uso de las dos pantallas, la sala de Toad. Que la verdad hay que reconocer que es original.
Hasta aquí todo bien, ¿no? Muchos modos de juego, muchas formas de jugar y mucho que desbloquear. Por desgracia, cuando empiezas a explorar los modos en sí descubres que la cosa no es para tanto.
Si hay algo que uno se tira de cabeza a probar son los nuevos modos de juego. Así que, como os imaginaréis, lo primero que hicimos fue irnos al modo torrente de aventuras. En un principio la idea parece interesante. Hay que colaborar porque si no nuestro tiempo se acaba. Pero eso de no poder fastidiar ni tirar de la barca a los contrincantes acaba pasando factura. Tanto buen rollo en un Mario Party no cuela.
El problema es que ese no es el único inconveniente de este modo de juego. Conforme avancemos podremos ir enfrentándonos entre nosotros en distintos minijuegos que irán saliendo en globos por el río. Pero empezarán a repetirse incluso en la misma partida. Es un poco aburrido jugar al mismo minijuego dos (o tres) veces en la misma partida. Así que rápidamente uno descarta este modo y lo deja como el «modo para enseñar a los amigos un ratito y luego quitarlo».
Tras pasar el pequeño bache del torrente de aventuras, pasamos a otra de las novedades y probamos A todo Ritmo. Mientras se va cargando la pantalla uno piensa cosas como «¿será un Just Dance?» «¿romperé cosas con el mando?» o similares. Pero, nuevamente, la imaginación supera a la realidad.
A todo ritmo es una sucesión de minijuegos rítmicos (valga la redundancia) en el que tendremos que accionar el joy-con cuando toque. Poner una postura, golpear, dar una vuelta, lanzar… hay varias opciones, desde luego. Pero el juego es muy pero que muy corto. Incluso en el nivel de dificultad más alto el reto es muy absurdo. Si a esto le sumas que los minijuegos también se repiten a la tercera partida (no duran más de 5 minutos), pues dejas del modo para «cuando estemos un poco contentos».
En cuanto a la sala especial de Toad, los juegos que hay en él son bastante interesantes. Sin embargo son pocos y no dejan tampoco mucho pie a hacer otra cosa que no sea una partida esporádica con ellos. Y, por supuesto, con amigos. Si no, no mola.
Entonces llegamos al modo tradicional. El Mario Party. Y el que más alegrías nos dará, desde luego. En este modo nos encontraremos con cuatro escenarios. Tres principales y uno desbloqueable. Y cada uno será de su padre y de su madre.
Otro de los puntos interesante son los ayudantes. Hay casillas en el escenario que nos darán a un personaje extra, junto con su dado especial, para que nos ayude. Esta ayuda se traduce en tres formas. La primera es que tendremos un dado más para elegir. La segunda es que, a la vez que tiramos nosotros, cada uno de los aliados (podremos tener muchos) tirará un dado con 1 y 2 en sus caras y se sumará a nuestra tirada. Y la tercera, la más interesante, es que nos ayudarán en los minijuegos.
Cuando toque enfrentarse a gente, hay minijuegos que tienen en cuenta a nuestros compañeros. Así, si somos 3 en total, es como si tuviésemos 3 vidas o 3 oportunidades antes de quedar eliminados. Y ya os aseguro que lo agradeceréis.
Por desgracia, los escenarios se quedan también cortos en jugabilidad. Son muy pocos y con poca variedad de situaciones. No suponen tampoco muchos retos y, aunque aquí sí que entran en juego todos los minijuegos, se echa de menos alguna que otra casilla o un escenario más largo.
Espero que no se atrevan a añadirlo con DLC…
Hemos pasado por dos experiencias negativas (o poco positivas) y una que nos ha agradado. Pero aún nos queda lo mejor: el combate online.
Podremos disfrutar de este en el modo minijuegos haciendo competiciones con amigos. Se trata de una forma acertada de conseguir entretener a la gente que está separada físicamente ya que, no lo negaremos, la gracia de Mario Party está en tener a tus enemigos enfrente.
Una partida de tablero habría sido demasiado sosa por internet. Tiene momentos de pausa y los enfrentamientos son cada 4 turnos. Sin embargo, con este modo podemos ir un minijuego tras otro hasta conseguir ganar (o perder). Así que ha sido una forma acertada de meterlo.
Lo bueno es que hay muchos minijuegos que meten funcionalidades de los joy-con sin que se vea forzado. La detección de la vibración HD, los movimientos precisos o el no tener que complicarse la vida más que con 4 botones son una prueba de ello.
Además, hay juegos muy cabrones (¿se puede decir esto en horario infantil?) y puñeteros. Pero, sobre todo jugando con amigos, nos van a sacar una carcajada o dos.
Como veis, el juego tiene sus pros y sus contras. Pero por desgracia nos da la sensación de que no se ha hecho con tanto mimo como otras veces.
Tenemos modos de juego nuevos pero que no cumplen lo que se les pide. Son cortos o tediosos y, a la larga, no son el tipo de juego que uno quiere jugar más veces. Hay modos ocultos y salas escondidas que nos propondrán retos, pero tampoco es que sean la pera limonera.
Además, el juego no sobresale ni en banda sonora ni en gráficos. Cierto es que no lo pedimos, pero no es algo que le vaya a puntuar tampoco para bien.
En definitiva, un Mario Party flojo y que podría haber dado mucho más de sí. Aún así, siendo la consola que es y las posibilidades que ofrece, un buen rato de entretenimiento nos va a dar.
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