Supervivencia y zombis. Dos géneros que siempre suelen sonar juntos en perfecta harmonía. Y parece que el fanatismo por los muertos vivientes no cesa ni en 2018. Y ojo, no estoy hablando únicamente de The Walking Dead. Hoy me dispongo a hablar de cierto juego cuya primera entrega fue valorada de forma aceptable. Pero vivimos en el presente, y ahora tenemos su secuela en nuestras manos. ¿El veredicto? Mejor leed este análisis de State of Decay 2 para PC para conocer mi experiencia en esta aventura apocalíptica.
Undead Labs parece que se toma al pie de la letra el lema de «si no está roto, no lo arregles». Aunque bueno, su variante es «si no está roto, rompe un par de cosas pero déjalo casi igual». Pero antes os ofrezco un poco de contexto con mi conocimiento de la saga State of Decay.
Habiendo jugado a su demo en Xbox 360 y un poco a su versión en PC, debo decir que el primer State me pareció bastante interesante. Bien es cierto que no era un juego perfecto, por supuesto. El combate era decente tirando a monótono y en ciertas ocasiones el control era un poco cansino. Pese a eso, la gestión de una comunidad de supervivientes en una ciudad asolada por cadáveres reanimados era digna de mentar.
A esto le sumábamos el poder fortificar nuestras bases con tablones en las ventanas o generadores para poder ver algo durante la noche. Entre otras cosas, el juego superaba el estándar medio de este género, pero nunca consiguió atrapar mi atención. Y entonces llegó State of Decay 2. Y por los tráilers vi que todo era… Parecido. Demasiado parecido.
State of Decay 2 sufre de muchas cosas, y la sensación de «esto ya lo he visto antes en el primero» es una de ellas. Pero en esta ocasión incluso se podría decir que han dado dos pasos hacia delante y tres hacia atrás. Los zombis son prácticamente los mismos, las zonas de infección son las mismas, las mecánicas,… Podría seguir, pero sería hacer lo mismo que este juego: repetirme una y otra vez. Aunque eso no quita que no haya cosas «mejoradas».
El primer título lucía bastante bonito, con una estética que tiraba entre realista y con un toque de cómic en los menús. Todo parecía hecho como si el juego hubiera salido de una película slasher de zombis. Pero ahora estamos en 2018, la era de la creatividad nula y de que todo tenga unos gráficos que te derritan el PC. Pero sarcasmo aparte, el juego se ve muy bien.
Aparte de una iluminación lograda, SoD 2 tiene unas zonas de noche como deberían ser todas las zonas de noche en un juego: que no te dejen ver más alla de tus pies. Aunque a veces esto pasa factura al entrar en una zona cerrada, ya que haya o no ventanas tocará usar la linterna para simplemente saber dónde está la puerta. Pero cuidado, que aquí no todo es alegría y regocijo visual, no. Han añadido algo que para mi gusto estorba demasiado visualmente: el motion blur y las animaciones.
No miento cuando digo que el motion blur fastidia mucho la experiencia visual de este juego. El hecho de que cada vez que gire la cámara (la cual parece haber sido creada por alguien con espamos musculares involuntarios) todo a mi alrededor se difumine no ayuda en nada. Y lo peor de todo es que no hay opción de quitarlo en el menú de opciones. Y en cuanto a las animaciones, solo decir que manda narices que su predecesor (estrenado en 2013) tenga mejores animaciones de conversación que en esta entrega de 2018. Pero bueno, esto es un juegovideo y no un anuncio de colonia, así que ahora vamos a lo importante: la jugabilidad. Y aquí hay más problemas todavía.
El primer State of Decay se controlaba… extraño. Conducir coches equivalía a manejar vehículos de radiocontrol, agacharse era un poco extraño y en general el movimiento era poco fluido. ¿Qué ofrece la secuela en cambio? Exactamente lo mismo. No lo digo exagerando ni nada: el juego se juega igual. Bien es cierto que puedes personalizar los controles, pero eso no los hace menos toscos. Aunque bueno, al menos alegrará saber que ahora no podremos siquiera reforzar ventanas o usar vehículos indefinidamente. Espera, eso no es bueno.
¿Y sabéis que no es bueno tampoco? Tener que estar constantemente siendo atosigado por NPCs que no saben ni atarse los cordones solos. Y si encima le añades la mecánica divertida de que se ofenden cada vez que no les atiendes y te pierdan respeto por ello, tienes un cóctel de desesperación maravilloso. Y ahora que llego a esto, toca hablar del último clavo en este ataúd zombificado, un clavo que ha supuesto que acabe con ganas de no querer volver a tocar este juego en una temporada: su estilo de juego.
¿Queréis saber que cosas hay que hacer en State of Decay 2? Bien, os voy a enseñar una definición visual de lo que NO es State of Decay 2:
State of Decay 2 en pleno 2018 tiene la mitad de cosas que se pueden hacer en un juego hecho en 2012. En Flash. No solo la creación de puestos dentro de la base es un chiste de lo simple que es, los tiempos de espera son a veces insufribles. Porque en esto se resume y se parece State of Decay 2 a The Last Stand: es un juego de esperar.
¿Quieres construir un jardín? Espera cinco minutos. ¿Te apetece activar un generador? Espera 5 segundos. ¿Quieres cambiar de personaje porque el que llevas está cansado? Selecciona en la base la cama, dale a descansar, espera un segundo, selecciona al personaje que quieres usar, acepta y adelante. ¿Y para qué? Para volver a repetir el mismo proceso una y otra y otra vez. Sabes que tu juego empieza a ir mal cuando tienes que dejar las bolsas de suministros una por una en el lugar establecido sin opción a acelerar el proceso.
State of Decay 2 tiene un serio problema a la hora de ofrecer contenido. El asegurar una zona para luego ver que siguen habiendo el mismo número zombis alrededor cansa. Hablar con un NPC para evitar un enfrentamiento para que sin motivo alguno a la IA le de un pinzamiento cerebral y se ponga a dispararte cansa. Intentar una nueva partida con otros personajes aleatorios para ver que el proceso de desarrollo (llegas, te asientas en la primera base, haces una enfermería, eliges al líder) es literalmente el mismo cansa.
No voy a edulcorar esto que voy a decir: State of Decay 2 es una clara definición de lo dicho por Vaas Montenegro en Far Cry 3. Este juego es una clara definición de locura. Haces misiones banales todo el rato para luego obtener puntos que te permitan seguir haciendo lo mismo pero en una base más grande.
¿He pasado un rato agradable con State of Decay 2? Sinceramente, no. La inexistente historia, la falta de profundidad a la hora de gestionar y la monotonía no me han gustado. Y tal vez haya sido muy duro con este título, no voy a negar eso. Pero cuando un juego de navegador de 2012 consigue llevar la gestión de materiales y supervivencia mejor que un título de 2018 triple A, da que pensar.
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