Creo que el género del hack and slash es uno bastante machacado y con pocos exponentes al día de hoy que verdaderamente den la talla. Vale que tenemos cositas como Bayonetta, el cual este mes nos acompañará de nuevo con Bayonetta 3, o Devil May Cry con su potente Devil May Cry 5 estrenado en 2019, pero ¿qué hay de la escena indie? La verdad es que la cosa no esta muy boyante. Cada vez que sale un título nuevo acaba siendo un fracaso por A o por B, siendo difícil confiar en los anuncios que nos asaltan durante los diferentes eventos de videojuegos. Sin embargo, podemos decir que el título que os traigo hoy es la excepción. Soulstice ha conseguido maravillarme casi al nivel de los mejores Devil May Cry sin exagerar, ¿quieres saber por qué? Pues vamos con el análisis de Soulstice para averiguarlo.
De entrada, lo que más me ha impactado de Soulstice ha sido su capacidad para expresarnos la catástrofe de su mundo mediante el uso inteligente del arte en los escenarios. A diferencia de casi cualquier juego moderno que se precie, Soulstice no confía en darnos el control de la cámara, sino que decide apoyarse en un precepto olvidado de la época de las consolas de 128 bits: las cámaras fijas. Sí, tal cual como lo leéis, en casi ningún momento del videojuego podremos hacer uso premeditado de la cámara, sino que el juego nos brindará planos a conciencia para que confiemos en la exploración y la fuerza que quieren transmitir los escenarios.
Tengo que decir que me ha parecido una idea más que acertada, pues esto ha permitido al estudio poder hacer énfasis en aquellas áreas que quieren que nos fijemos, sacando a relucir un músculo artístico atronador donde el uso de la luz, las sombras e incluso el lenguaje de los planos nos cuentan su propia historia sincronizada con la propia del videojuego.
Sobre esta incidir que no es que sea algo refrescante ni que nos vaya a volar la cabeza. Estamos ante una ciudad sucumbida a la fatalidad por culpa de una grieta en el cielo. La misma está liberando energías oscuras que trasladan espectros a nuestro mundo y mutan a los ciudadanos en monstruos corruptos, dejando una estela de terror, sangre y destrucción a su paso. Por suerte, existe una orden religiosa que ha sabido sacar provecho de estos poderes oscuros para formar a las Quimeras, caballeros cinéreos formados por un corrupto y un espectro libres de desarrollar capacidades sobrehumanas, que serán las encargadas de volver a instaurar el orden a base de espadazos limpios.
Algo que es innegable es la más que obvia inspiración que han tenido en Reply Games Studios en Berserk. El manga del recién difunto Kentaro Miura ha servido como caldo de cultivo para la creación de este mundo oscuro e inclemente que nos fascina y repudia a partes iguales. Por un lado, nuestra protagonista, Briar, es el espejo del mismo Guts, portando una armadura muy similar a la berserker que este llevaba en los capítulos recientes del manga. Los paralelismos no terminan ahí, pues el hecho de que Briar tenga un ojo oculto por un parche, un espadón enorme o incluso un cañón de mano se lo debe a que Miura los diseñó primero para Guts.
Como decía, aunque el diseño de Briar (y de las Quimeras en general) es casi un calco del de Guts, la inspiración por Berserk llega mucho más allá, impregnando el tono, el arte y el alma de Soulstice. Es tan evidente que no me extrañaría que un futuro cercano veamos comparaciones en YouTube entre este juego y el manga de Kentaro Miura.
Incluso creo que ha tenido que ver también con el nivel de desafío que presenta Soulstice. Aunque es un juego bastante apañado en cuánto a modos de dificultad se refiere, no estamos ante una experiencia placentera que te lo dará todo cocinado por machacar el mismo botón. Si habéis leído Berserk, sabéis que no es una obra feliz, sino más bien todo lo contrario. Muerte, desgracias y una sensación de desasosiego constante te persiguen, algo que Soulstice sabe trasladar muy bien a la hora de presentar sus sensaciones al jugador.
Teniendo como padre e instructor a Devil May Cry, Soulstice sigue la filosofía de concatenar dos armas para sacar a relucir buenas series de combos, golpes contundentes y ligeros, especiales y hasta transformaciones. En este sentido, el juego de Reply Games Studios se nota pulido al milímetro, siendo cada combate un festival de testosterona muy gratificante. Tanto es así, que cada vez que vemos como se abren portales con enemigos asomando por ellos, se asomará una sonrisa de comisura a comisura en nuestras bocas.
Y es que la clave de que sean tan sensacionales reside en lo bien que conjuga mecánicas muy tradicionales del género con ideas nuevas, llevando un par de picos de estrategia al hack and slash que le han sentado de vicio. Por un lado, con Briar desplegaremos movimientos como un hack and slash tradicional, pero también contamos con Lute, nuestra sombra, que se encargará de cubrirnos las espaldas realizando contras, desviando ataques y haciendo vulnerables a enemigos invencibles gracias al poder de sus campos de corrupción y luz.
Entonces, las batallas se convierten en danzas macabras, donde hacer volar a enemigos conjugando combos y diferentes armas para aumentar nuestro nivel de estilo se acompasan de efectos imposibles por los recursos etéreos de nuestra acompañante, teniendo que darle a la sesera para saber cuando desviar un ataque, contrarrestarlo, activar un campo u otro según el tipo de los enemigos (y ojo, que se agotan, por lo que pueden dejarnos vendidos) y más, todo con el objetivo de maximizar la sincronía de ambas protagonistas para poder desplegar un ataque final devastador o para liberar el estado de cólera, con el que seremos mucho más rápidos y contundentes golpeando.
Pero no todo va de combatir en Soulstice. Los niveles se dividen en diferentes escenas donde también deberemos darle uso a las plataformas y solventar rompecabezas muy sencillos donde volveremos a contar con el poder de los campos de Lute. El juego no se corta en meternos caminos alternativos y secretos que saben recompensar a los curiosos con objetos de curación o toneladas de cristales para mejorar las habilidades de ambas protagonistas. Los combates de los jefes son casi puzles en si mismos, pues cuentan con diferentes fases que nos obligarán a readaptarnos para que no sean simples esponjas que absorban nuestros golpes.
Quizá donde más le veo que flojee es en la duración. Algunos niveles son demasiado largos y la variedad de situaciones no es lo suficientemente holgada como para que no sintamos hastío. De hecho Soulstice funciona mejor en los niveles que son más comedidos, pues llega un momento que tanto intercambiar combates con plataformeo acaba haciéndose repetitivo, más cuando notamos que los escenarios no cambian demasiado su estructura.
Así como en lo artístico Soulstice es un juego que me ha dejado extasiado por como usa los colores, las luces, las sombras y ese uso exquisito de las cámaras fijas, no podemos decir que en lo técnico sea el adalid de la generación. También os digo que no lo pretende. Prácticamente en cualquier máquina de gama media podéis sacarle todo el jugo gráfico, uno que hace los deberes para ser un doble AA pero sin nada que llame peculiarmente la atención en este aspecto. Claro está, como buen hack and slash que es, es vital poder jugarlo a 60 cuadros por segundo para que la acción no se resienta.
Como ya adelanté en las impresiones de Soulstice, este es un juego al que había que tenerle el ojo echado. Me sorprendió en su momento, pero ahora me ha vuelto ha sorprender al tratarse de un hack and slash muy robusto, seguro de sí mismo, que entiende lo que hacía bien los juegos precursores del género y lo moderniza para darnos batallas y exploración donde no podamos apagar el cerebro.
Ese uso magistral que hace con las cámaras fijas solo se emponzoña por la mala labor del auto-apuntado en los combates, dejándonos vendidos en algunas ocasiones, pero nada que sea demasiado grave como para chafarnos la experiencia.
En lo artístico es un fuera de serie, trayéndonos la desesperanza con sus colores grises y fríos para una ciudad caída en desgracia y donde no se atisba ni la más remota chispa de esperanza. Algo con lo que nos acompaña su conformista historia, que pese a no inventar la rueda, nos generará el suficiente interés por su forma tan curiosa de narrarnos el pasado de nuestras aguerridas protagonistas.
Con todo esto puedo concluir este análisis de Soulstice. Uno con el que hemos descubierto un más que posible «sleeper» del año. Soulstice hace mucho bien por un género maltratado y postergado al nicho. A poco que te lo hayas pasado bien con juegos como Devil May Cry o Bayonetta, lo que han parido los chicos de Reply Games Studio te va encantar.
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