Una de las sagas más legendarias de Sega en Japón al fin aterriza en castellano. Comprueba con nuestro análisis de Sakura Wars qué nos ofrece.
Oji Hiroi es un nombre que a muchos os sonará a chino. Sin embargo, en el país del Sol Naciente, es reconocido como uno de los creativos de videojuegos más influyentes. No en vano, es el principal cerebro de la saga Sakura Taisen. Una suerte de franquicia que inició sus andadas en 1996, bajo el sello de Sega Saturn, y que nos mostraba un rico cóctel de Visual Novel, batallas T-RPG y simulador de citas en un universo ficticio mezclando el tradicionalismo japonés con tintes de steampunk. Tras mas de 20 años de recorrido, al fin podemos disfrutar de una de sus obras, la que hoy os vamos a escudriñar con el análisis de Sakura Wars para PlayStation 4.
Sakura Taisen, 20 años de aventuras que maravillaron a los japoneses
Como os dije antes, Sakura Taisen -como es conocida en su país de origen- es una saga que vio la luz del Sol allá por 1996. Se presentó como una aventura conversacional, donde portraits de los personajes y cuadros de texto desglosaban sus intricadas tramas. En estas proliferaban los romances a cascoporro y situaciones de todo tipo, donde el jugador debería tomar decisiones que iban afectando al transcurso de la historia. Aparte de esto, teníamos batallas que se resolvían en cuadrículas donde mover y atacar con nuestros personajes -pilotando mechas- en un sistema de turnos que recuerda mucho a los vividos en Fire Emblem.
Aunque el juego salió durante los últimos coletazos de Sega Saturn, consiguió ser todo un hito en ventas. Esto catapultó la creación de las sucesivas secuelas, que fueron poblando el catálogo de Dreamcast, y más tarde, el de PlayStation 2. A día de hoy tenemos un total 5 juegos de la línea principal, un remake y dos spin offs. Sakura Taisen V fue el primero en salir en occidente bajo el nombre de Sakura Wars: Son long, my love en el año 2005.
Sin embargo, no es hasta Sakura Wars (New Sakura Wars o New Sakura Taisen en Japón) que podemos al fin echarle el guante en castellano a la saga. Este título, desarrollado en exclusiva para PlayStation 4, supone un reinicio para la franquicia a la par que una secuela, avanzada en el tiempo, del primer título. Lo de que sea un reboot implica que se cambiaron muchas cosas. Desde el acercamiento de la trama al sistema de combate, no teniendo prácticamente nada que ver con los originales.
La era Taisho reimaginada con demonios, mechas y tecnología steampunk
Pues sí, culpables. Sakura Wars nos suelta en los años 20 de la vieja Tokio. Un mundo donde es normal ver robots gigantes siendo controlados por energía espiritual mientras los contrastes sociales y tecnológicos heredados de la era Meiji siguen presentes. Creo que esta distopia es uno de los puntos donde más brilla el nuevo videojuego firmado por Ohji Hiroi. Todo se siente natural en este mundo de ficción, con una Japón mucho más abierta a la figura del gaijin (extranjero no bienvenido) y cuya sociedad está mucho más unida gracias a la constante amenaza de los demonios.
No obstante, considero que lo que es la trama en sí presenta muchos claroscuros. La misma se divide en 8 capítulos que funcionan como si fuesen episodios de una serie de anime. Y, como no podía ser de otra forma, adolece de los mismos tropos y momentos de vergüenza ajena. Habrá gente a la que hará gracia ver al protagonista pasarse de la ralla con las chicas, pero en general nos deja escenas de bastante mal gusto y que son disonantes con la trama en general.
Por otro lado, los personajes que conoceremos, y como estos van evolucionando a lo largo de la aventura, son interesantes a más no poder. El equipo de Hiroi se ha esforzado mucho en dotarles de personalidades muy particulares, que se reflejan también en sus diseños, animaciones y comportamientos. Esto, sumado a lo cuidado de su ambientación verosímil, hacen que la historia se siga con interés y nos mantenga enganchados hasta su desenlace. Algo encomiable ya que la misma en sí no aporta nada que no se haya visto, cometiendo muchos errores propios de la ficción japonesa y trasladando momentos que ya hemos degustado mil y una veces en otros videojuegos o animes del estilo.
Ligar, coleccionar cromos y jugar al Koi Koi
Los que vengáis con ganas de partir las crismas a los demonios os vais a dar con un canto en los dientes. ¿Hay combates? La respuesta es sí, pero el PERO es muy largo. Digamos, que así a ojo, el 70% del videojuego se resuelve mediante conversaciones e ir de un lugar para otro buscando personajes o haciendo misiones secundarias bastante anecdóticas.
Pero tranquilos, los diálogos suelen ser interesantes. Nos sirven para conocer mejor a los interlocutores, y en casi todos podremos participar de forma activa mediante la toma de decisiones o incluso escogiendo el nivel del tono de la respuesta de nuestro protagonista. En función de lo que escojamos, el rumbo de la conversación variará, afectando a la impresión que causaremos en la otra figura. Esto se señaliza mediante indicadores sonoros, sonando el repiqueteo de una campanita bastante agudo cuando acertamos y uno más grave cuando fallamos.
Aparte de esto, podremos coleccionar cromos. Aunque actúa como el coleccionable del videojuego, lo cierto es que son interesantes puesto que muestran escenas de los Sakura Taisen anteriores. También hay de los personajes del título actual, pero lejos del atractivo de los modelos, poco más nos aportarán. Desde el teletrón, nuestra agenda móvil, podremos ver estos cromos, además de gestionar otras funciones, como estudiar el mapa o volver a ver cinemáticas. Además, también nos vale para jugar al Koi Koi, un juego de cartas tradicional japonés, donde podremos retar a los otros personajes del videojuego y hasta participar en diferentes torneos.
Los mechas más incómodos de la historia de la ficción japonesa
La otra parta de la faceta jugable la ocupan los combates. A diferencia de los anteriores títulos de la saga, aquí lucharemos en tiempo real. ¿Lo malo? Que la mayoría esperábamos algún tipo de sistema ARPG y no un musou, uno además bastante malo y parco de opciones.
Tened en cuenta que servidor es un apasionado de este género, juegos de la compañía Koei Tecmo los devoro y valoro como joyas injustamente tratadas por el resto de la humanidad. No obstante, no existen ojos que miren bien a los mechas de este Sakura Wars. El control responde lento y es tosco, la paleta de combos es estática, no hay evolución de los personajes en este sentido y los enemigos actúan como esponjas de golpes, cuyos ataques son muy lentos, aportando un reto nulo a la experiencia.
De esto tampoco se salvan los jefes, teniendo patrones muy previsibles y cero capacidad táctica a la hora de enfrentarlos. La variedad de escenarios, enemigos y situaciones también es muy pobre. Al igual que las diferencias entre los mechas de los diferentes personajes, donde apenas cambia el paradigma de sus ataques, siendo muy parecidos los que atacan con espadas entre ellos al igual que aquellos que lo hacen a distancia.
Lo único interesante son los ataques especiales, por lo vistosos que son y su tono tan anime. Además, si mejoramos las relaciones entre los personajes, podremos activar una habilidad especial que los hace inmunes durante un breve periodo de tiempo. Lo guay de esta habilidad es la escena animada que nos sale antes, mostrando momentos muy personales y divertidos de los personajes. Solo por eso vale la pena tomarse en serio responder bien en las conversaciones.
La Banda Sonora está realizada por Kouhei Tanaka, un reputado compositor que ya participó en los anteriores juegos de la franquicia. También es conocido por su labor en las series de Gundam.
Austero en lo gráfico, potente en lo artístico
Si miramos muy por encima el despliegue tecnológico de Sakura Wars, nos vamos a quedar con la impresión de que estamos ante un juego que bien se podría correr perfectamente en las consolas de la generación pasada. Sí, es tal cual así. El trabajo de modelado, texturizado e iluminación es muy básico, aunque resultón dentro de lo cabe.
Las animaciones salvan un poco más el programa. Como dije antes, cada personaje está muy bien diferenciado y en parte es gracias a que cada uno conserva un set de animaciones único que refuerzan esa impresión. Claro está, tampoco hay que olvidar la labor de Tite Kubo, quien fue el encargado de dar vida a la mayoría de personajes del videojuego. Para quien no lo conozca, es un mangaka muy conocido por Bleach, uno de los shonen más famosos de los últimos tiempos.
En cuanto a rendimiento, es un juego que se apoya en los 30 frames por segundo y los 1080p de resolución. En PlayStation 4 Pro la cosa se mantiene con una resolución 4K (2160p). Aun así, hay que tener en cuenta que los 30 frames no son estables el 100% del tiempo. Hay secciones, sobre todo lo que atañe a los combates, donde estos caerán en algún momento. Tampoco es nada molesto, ya que ocurre de forma anecdótica.
La era Taisho como nunca la habías visto antes
Cuando Sakura Wars salió en Japón en 2019, los interesados en la franquicia oímos muchas quejas tras su lanzamiento. Hoy podemos corroborar que las críticas eran bien fundadas. Aunque el juego mantiene la esencia de los juegos originales y las conversaciones siguen siendo su pilar principal, la parte de los combates se ha descuidado tanto que puede fastidiar la experiencia al completo.
No obstante, no podemos olvidar que el juego nos ha llegado traducido al castellano. La misma cuenta con un nivel de localización excelente, que cumple su labor de meternos todavía más en las relaciones interpersonales de sus peculiares personajes. Las voces están en japonés, pero cuenta con actores de doblaje de gran reputación detrás, haciendo una labor intachable.
Es una pena que el sistema musou de los combates funcione peor que meter un elefante en una cacharrería y, que lejos de ser divertido, supone los momentos más molestos del videojuego. Por suerte, la historia se sigue con gracia y los personajes son interesantes gracias a que maduran de forma loable. Ahora queda en vuestras manos, culpables, decidir si la balanza de la visual novel > sistema de combate es lo suficientemente favorable para vosotros.