Para cualquier fan de los juegos de gestión de granjas o similares, la aparición de un nuevo título de Rune Factory es algo bueno. Es una sub-saga que mezcla RPG y gestión a partes desiguales. Sin embargo, tras darle duro para hacer el análisis de Rune Factory 5 y, por mucho que nos duela reconocerlo, esta entrega no ha llegado al nivel que esperábamos.
Hay varios factores que juegan en su contra, pero el control y el diseño del propio mundo que nos ofrecen es lo que más choca. No es fácil encontrarse demasiado a gusto y, la mayoría de las veces, las cosas son, simplemente, repetitivas.
La saga de Rune Factory nos ha ido llevando por entornos en dos dimensiones o con vista cenital durante mucho tiempo. De hecho hasta este Rune Factory 5, para ser exactos.
En general, podríamos decir que los diseños de los personajes, los bocetos y el colorido no están del todo mal. Son llamativos y muy típicos de la saga. Sin embargo, el resto del «3D» se queda obsoleto en cuanto echamos unos minutos.
Los personajes carecen prácticamente de animaciones. Incluso cuando hablan apenas mueven la boca. Cosas como andar, coger objetos o tener una conversación con alguien de la aldea te saca completamente del juego porque nunca ves que esos personajes estén vivos. Son simplemente monigotes con un diseño curioso que se mueven como los robots que había en Cortilandia en su día. Y si no os acordáis de qué era eso, pensad en que los teleñecos tienen más expresiones faciales que los de Rune Factory 5.
Al principio piensas «bueno, no será para tanto, luego mejorará». Pero os aseguro que no hay mejora por ningún lado. En todo caso, empeora.
Los escenarios están prácticamente vacíos. Incluso el propio pueblo, en el que tenemos que pasar todos los días gran parte del tiempo, se ve desierto. Vale que es una aldea, que te acuerdas de todos sus aldeanos y demás. Pero en cualquier título de este género tienes siempre una sensación de cercanía, de compañía… Pero en Rune Factory 5 no.
Quizás sea porque es demasiado amplio, porque no hay sensación de ciudad sino de espacios vacíos… o porque la proporción tamaño de la ciudad-aldeanos es realmente alta. Pero lo cierto y verdad es que no apetece pasearse por el pueblo demasiado.
Dejando de lado los gráficos, en Rune Factory 5 podemos hacer varias cosas. Entre ellas, dedicarnos a nuestro terrenito que nos ceden los chicos de SEED. En él podremos cultivar de casi todo lo que se nos ocurra.
Al principio dispondremos de poco terreno y recursos, como es obvio. Pero conforme mejoremos las herramientas y obtengamos más recursos, podremos ir dándole más usos.
Lo que pasa es que nada más que empiezas te das cuenta de que el juego no se lleva bien tampoco con la cámara en tres dimensiones y que cuesta (y mucho) gestionar nuestra granja. Es muy fácil equivocarse al plantar o recolectar y el control no es nada intuitivo. Si a eso le añadimos las animaciones pues… el conjunto no es demasiado alagüeño.
Se puede disfrutar, no os equivoquéis, pero hemos podido probar ya muchos títulos recientes con diferentes formatos (dos y tres dimensiones, antiguos y modernos, etc) y si no hay un control fácil y divertido la experiencia se echa a perder.
Y esto es lo que pasa en Rune Factory 5. El huerto a veces se siente como un añadido obligado que tenemos que usar y punto. No he llegado a conectar con él como sí he conectado en otras entregas. Sobre todo la tercera.
El cuidado de monstruos tampoco está mal del todo. Podremos capturarlos en nuestras expediciones y alimentarlos y engordarlos para mimarlos o montarlos luego.
Lo otro que tiene Rune Factory 5 es la parte de rol y acción. En ese sentido cumple un poco más ya que el combate sí que es más directo y está mejor implementado.
Podremos elegir alguna de las armas que nos ofrezcan y especializarnos en ellas. Además, por supuesto, hay hechizos (runas) y la posibilidad de llevar carnaza animales, monstruos e incluso aliados. Quién sabe, igual pueden ponerse entre tú y el boss «casualmente» y salvarte la vida. Yo no lo he hecho… de verdad que no…
El sistema de combate es divertido y rápido. No es tan difícil de usar como el cultivo en la granja. Sin embargo, la exploración se queda también un poco por debajo de lo esperado.
Nuevamente parece que el problema son las tres dimensiones que le han otorgado al juego ya que nunca se consigue suficiente profundidad en los escenarios. Texturas nulas, simplicidad y mucho, mucho espacio vacío. Continuamente me recordaba a los Atelier de hace varios años.
Además, las mazmorras tampoco es que ofrezcan un reto demasiado alto. Sí que hay algunos puzles y los jefes son cuquis… pero hasta ahí podemos leer. Dos o tres pisos (alguna un poco más) son los que nos encontraremos a la hora de irnos de parranda a pelear.
El tercer pilar de Rune Factory son sus relaciones con los aldeanos. En el título podremos llevar a un chico o una chica, y con ellos iremos hablando con los aldeanos para fabricar una bonita relación.
Esta puede ser amistosa, amorosa o paterno-filial. Hay de todo un poco. Lo bueno es que tenemos muchos pretendientes para elegir, tanto chicos como chicas. El resultado final es que podremos casarnos, cómo no, y tener familia.
Sin embargo, como hemos dicho antes, hay muchos obstáculos a la hora de hacer vida en el pueblo. Lo vacío que está, la falta de animaciones y las interacciones limitadas hacen que no sea muy divertido darse una vuelta por ahí a hablar con gente.
Sí, llevarse a los aldeanos a pescar o a pelear es un plus para hacerte amigo suyo, pero a veces cuesta sentirse parte de ese mundo. Es como si nunca llegases a meterte en él. Y mira que hay juegos que lo consiguen con mucho menos. Pero en esta ocasión no lo vemos por Rune Factory 5.
Si hablamos del apartado técnico de Rune Factory 5 nos vamos a encontrar con dos cosas bien diferenciadas. Por un lado, hablando de gráficos, tenemos los diseños de los personajes. Realmente son adorables y muy particulares. Somos capaces de identificarlos de un vistazos.
Sí que es cierto que son los típicos personajes de cualquier historia japonesa de anime o manga. Incluso algunos rayan el límite de lo deseable (el trato de las chicas sigue siendo… curioso). Pero esto es algo a lo que estamos acostumbrados.
En el polo opuesto de la balanza está el diseño del mundo y el 3D. Es aquí donde todo el juego hace aguas. Ya no se trata de algo anticuado… es que está poco optimizado, con caídas de frames inexplicables, y con una falta de afecto por todas partes. Como os he dicho, ni animaciones ni movimientos naturales. Es todo muy artificial. Y así es difícil sentirse uno con el juego. Y más en uno que pide, precisamente, eso.
En el lado del sonido hay que romper una gran balanza a su favor. Las músicas son muy buenas y el doblaje japonés (e inglés) son opcionales. Es un título que tiene su punto más fuerte aquí. Pero aún hay más.
Si os vais al menú de opciones del inicio podréis acceder a una zona donde los dobladores han hablado largo y tendido de lo que les ha dado la gana. Literalmente. Algunos hablan de sus platos favoritos, otros de lo que sentían cuando doblaban y otros de cómo desayunan.
Es un detalle por su parte dar a conocer a los dobladores (en japonés) que le han dado vida a los personajes. Lástima que hayan sido tan poco carismáticos en su puesta en escena.
Como habréis podido imaginar, no estamos contentos con el resultado del juego. Un título de este género se espera que sea tranquilo, sencillo y apacible. Que apetezca jugar. Por poner cualquier ejemplo, Stardew Valley o My Time At Portia son juegos que lo pusieron muy fácil desde el inicio. Pero este no.
Cultivar se hace tedioso y repetitivo y aunque avances en el juego hay cosas inexplicables que se repiten una y otra vez.
La relación con los personajes del pueblo es arcaica y demasiado ortopédica. Es que ni en los festivales ves diferentes ambientes, ropas o expresiones.
Por último, el combate es mucho más divertido que el resto de elementos, pero acaba siendo repetitivo por la exploración. No hay demasiadas posibilidades ni sorpresas.
Quizás debería de haberse quedado con el formato más en dos dimensiones que vimos en Rune Factory 4 que en este salto al 3D que tan mal le ha sentado. O si realmente querían hacerlo, que le hubiesen dedicado más recursos a las animaciones. Porque, por desgracia, lo que hemos visto está muy lejos de lo que queríamos.
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