Nunca me cansaré de decir que Capcom está en una nueva época dorada donde cada título que sale a la luz es una maravilla atemporal. Resident Evil es la niña de sus ojos, y tras unos fascinantes Resident Evil 7 y Resident Evil Village, nos agasajó con tremebundos remakes de la segunda y tercera parte dando una clase magistral de cómo se debe hacer un remake. Pero la editora japonesa no cesa en sus ambiciones y han decidido hacer un remake también de la cuarta entrega, dejándonos anonadados con su anuncio en el State of Play de junio de 2022. Han pasado casi 9 meses y al fin hemos podido pasarnos la aventura de Leon de P a PA. Os contamos qué tal ha salido en el siguiente análisis de Resident Evil 4 (2023).
Antes de nada prefiero ir de frente con lo que considero más importante destacar: Resident Evil 4 (2023) es el remake menos ambicioso de los recientes que ha creado Capcom. Esto, en efecto, es algo negativo pero tampoco os echéis las manos a la cabeza. El juego se siente familiar, diría que demasiado, con el juego de 2005 y hasta conformista con replicar las mismas sensaciones que este nos dejó, lo que me parece una oportunidad desaprovechada para hacer cambios radicales, sobre todo en lo que a la historia se refiere.
En tintes generales, lo he sentido como una fusión entre el juego original y las mejoras que aportó en su momento Resident Evil 2 (2019), absorbiendo elementos de este como sonidos, menús y ciertas animaciones en lo superficial, y puzles, backtracking y mecánicas de movimiento ya si lo analizamos en profundidad. Dicho esto, los escenarios son prácticamente los mismos que recorrimos en 2004, pero ahora estos gozan de unas dimensiones y una distribución más coherentes, con cambios ligeros en ocasiones y más radicales en otras.
La historia, pese a ser la misma y desarrollarse casi de la misma forma, también se enriquece de esta coherencia, permitiéndonos ser conscientes del entrenamiento especial de Leon, las motivaciones de Krauser o el origen del enanismo de Salazar entre otros hechos que se pasaron por alto en el original. Fuera de esto, lo repito, estamos ante un remake que apuesta por ser más de lo mismo y que no busca ofrecer una perspectiva diferente como sí lo hicieron los remakes de Resident Evil 1, 2 y 3.
La joya de la corona de Resident Evil 4 (2023), si me preguntáis a mí, es su combate. Es donde vamos a notar los cambios más bestias frente al original, empezando por las diferencias de movilidad. Ahora estamos a los mandos de una versión de Leon que puede correr, moverse mientras apunta, hacer cambios rápidos de arma, ejecutar parrys con el cuchillo y todo sin renunciar a sus movimientos mamarrachos de pegar patadas o suplex imposibles. Debido a esto, el paradigma de los combates cambia completamente. Dejamos atrás el «modo seta» de apuntar y disparar a todo lo que nos venga de frente, sino que tendremos que estar en constante movimiento y usando nuestros recursos con cierta técnica, siguiendo lo aprendido en los anteriores remakes pero desarrollándose de una manera mucho más vitaminada.
Los enemigos, claro está, también se han actualizado, siendo mucho más ágiles, rápidos e inteligentes (en ocasiones). Ahora intentarán flanquearnos, distraernos para pillarnos por la espalda o incluso sacrificarse para inmovilizarnos mientras otro nos lanza un explosivo o nos embiste con una motosierra. Por ende, dominar la mecánica del parry con el cuchillo es imperativa, sobre todo en dificultades altas y repito, nunca podemos quedarnos quietos o seremos pasto de los gusanos.
Por otra parte, Leon ya no es la figura inocente y asustadiza que conocimos en Resident Evil 2 (2019) sino que ahora estamos ante un agente experimentado con 6 años más encima. Por supuesto, esto no solo ha repercutido en un entrenamiento que lo ha convertido en alguien más ducho en el arte de la guerra, a mayores es una persona más confiada y taciturna. Los comentarios jocosos y soberbios de los que fuimos testigos en el original vuelven pero sin ser tan «cheesy» y saliendo a la luz cuando Leon ejecuta un contraataque exitoso o revienta alguna cabeza.
Algo que también me ha fascinado de este remake es lo cuidado de su ambientación. Aunque respeta la dirección de arte del original, versándose en tonos marrones y apagados, conceptos como la oscuridad añil, el brillo sanguinolento o la luz fogosa cogen protagonismo dentro del paradigma visual del videojuego. Buscaban seguir la línea seria que tributa al cine de Serie B, como pasó con los remakes anteriores, y vaya si lo consiguen. Sus personajes se toman en serio lo que se les viene encima y el juego también, pese a que el tono es irremediablemente absurdo e imposible en muchas ocasiones.
Claro está, esto es posible por la potencia desmesurada de RE Engine, el motor estrella de Capcom de estos últimos años. Gráficamente estamos ante otro portento que deja en pañales a los anteriores remakes con tan solo 3 años de diferencia. Las mejoras son palpables en términos de texturizado, pero la cosa no termina ahí, pues se han mejorado la generación de pelo y superficies abstractas, el motor de luz aprovecha mejor las bondades del Ray Tracing e incluso se ha mejorado la capacidad de desmembramientos. Ahora, aparte de partir por la mitad a los ganados, reventarles la cabeza o cercenar sus miembros, podremos visualizar como La Plaga sigue viva dentro de los cadáveres. Como este, hay mil detalles que pueden pasar desapercibidos si no somos observadores, que sirven como prueba del esfuerzo del equipo a la hora de introducirnos en esta atmósfera de pesadilla.
También mención a muchas animaciones que potencian la inmersión en el videojuego. Cosas, como que Leon se sacuda los cristales de la chaqueta después de romper una ventana, estire el hombro tras usar armas con mucho retroceso de forma continuada, adopte una pose Center Axis Reloc con su pistola a distancias cercanas o cambie la intensidad del jadeo según la distancia que recorramos a trote, son ejemplos de lo citado en la primera línea. En definitiva, estamos ante una odisea visual que toca un nuevo techo para las producciones de Capcom, estando muy por encima de los anteriores remakes e incluso de Resident Evil Village.
Puede que esto sea una apreciación muy personal, pero no sabéis cómo odiaba los Quick Time Events (QTE) del juego original. Por suerte para mí, esta mecánica ha pasado a tener una presencia minoritaria en el remake, aprovechándose para momentos muy concretos (zafarse de enemigos que nos agarren o esquivar ciertos golpes que de otra forma no sería posible) y dejando al jugador ingeniárselas por sí mismo en situaciones donde en el original era una cutre secuencia QTE sin mucha chicha. ¿Un ejemplo de esto? El primer combate contra Krauser es un festival de intercambio de cuchillazos, desvíos, patadas y contrataques muy agradecidos que le dan un sabor más sólido a la contienda. También hay espacio para alguna «troleada» que dejará con el culo torcido a muchos veteranos. No diré más para no chafaros la sorpresa. Puede que sea momentos que fastidiarán de primeras, pero que luego reconoceremos que son originales y que aportan vidilla al conjunto.
Por el lado contrario, tengo que darle un tirón de orejas en cuanto al tema de los contenidos. Si bien no se ha suprimido nada de la aventura original (como mucho se han reformulado situaciones) teniendo el remake una duración similar, la pena nos asola cuando acabamos nuestra primera partida y nos damos cuenta de que no hay modos extra. Capcom ha confirmado que para el día 24 tendremos disponible el Modo Mercenarios como actualización, pero no hay rastro, ni planes futuros, para Separate Ways y Assignament Ada, dos modos extra que desbloqueábamos al pasarnos el juego original y que nos permitían vivir historias paralelas controlando a Ada Wong. La ausencia de ellos supone un disparo de gravedad para el título, que lo hace sentirse incompleto a pesar de su rejugabilidad gracias a las bondades de la Nueva Partida +, pero que nos chafa nuestras ansias de recompensa al ver que solo podremos desbloquear algunos cosméticos y diseños con los puntos obtenidos de los desafíos.
Esta decisión es bastante cuestionable viendo que Resident Evil 2 (2019) venía con sus modos extra originales intactos e incluso añadió The Ghost Survivors como DLC gratuito. Si bien Resident Evil 3 (2020) ya adoleció de prescindir del Modo Mercenarios para darnos en su lugar el decepcionante RE:Verse, me sorprende que para la cuarta entrega hayan decidido omitirnos estos dos modos capitales en la obra. Quien sabe, puede que vengan en el futuro como DLC gratuitos o que formen parte de una más que predecible «Gold Edition«.
Pese a la lacra de la ausencia de contenidos, no quiero condicionar el tono de este análisis de Resident Evil 4 (2023) como uno negativo, porque al fin de cuentas estamos ante un juego muy robusto, tremendamente divertido y del cual no se ha dado puntada sin hilo. Acompañar a Leon, con arma en mano, barriendo escenarios de Ganados, resolviendo puzles y descubriendo tesoros es una rutina muy placentera de la que me atrevería a afirmar que es superior, por bastante más, a la original.
No echaremos en falta escenarios o jefazos salvo muy contadas excepciones. Muchos minijuegos siguen presentes, como la galería de tiro, y la gestión del inventario sigue igual de potente a como la recordábamos. Incluso todo lo que atañe a Ashley y Luis Sera es mucho mejor a lo vivido en el juego pretérito. Ashley ya no es un incordio chillón mientras que Sera nos acompañará y nos echará un cable en determinadas secciones.
También tengo que decir que en lo técnico y en lo sonoro el juego es una absoluta barbaridad. Esta versión la he disfrutado en PlayStation 5 y la he jugado en modo rendimiento tanto con las opciones de Ray Tracing y el pelo mejorado activadas. He podido disfrutar de un framerrate muy robusto. Aunque los 60 frames no son sólidos al 100%, sí que se mantienen estables la mayor parte de la aventura.
Por su parte, en lo sonoro destaco el doblaje inglés, pues nos deja momentos para el recuerdo con Leon chapurreando castellano, sin olvidar que los ganados al fin hablan como de verdad hablamos en España (sin duda, el mejor «upgrade»). No obstante, no recomiendo el doblaje castellano, pues no tiene sentido que Leon hable nuestro idioma, y algunas voces salen derrotadas frente a las originales, como es el caso del Buhonero, el cual pierde su acento irlandés tan potente y carismático.
Ya para terminar, si os ha picado leer este texto sobre el remake de Resident Evil 4, sabed que también analizamos las remasterizaciones recientes del título de 2005. En concreto, aquí tenéis el análisis de Resident Evil 4 para Nintendo Switch donde concluíamos lo siguiente: «Resident Evil 4 es un juego que marcó una época y hasta podríamos decir que revolucionó el género de los shooters en tercera persona en aquel lejano 2005. Es un título que sigue siendo muy divertido a día de hoy. Destaco, sobre todo, la portabilidad que ofrece un sistema como Nintendo Switch, a la que le sienta de vicio.»
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