Si sois de los pocos que aún no habéis jugado a la primera entrega, no sabéis lo que os estáis perdiendo. Por suerte para vosotros, el título actualmente se encuentra disponible en el servicio Xbox Game Pass, por lo que ya no tenéis excusa. Así que primero leeros nuestro análisis de Ori and the Will of the Wisps, y después poneros con su precuela, antes de que mañana se lance este precioso metroidvania. No os arrepentiréis.
El equipo austriaco Moon Studios fue galardonado con el premio al Mejor Debut en los Game Developers Choice Awards de 2016, gracias a la primera aventura de Ori. Como no podía ser de otra manera, poco después, concretamente en el E3 de 2017, anunciaron que una secuela estaba en marcha. Mañana por fin. tras casi tres años, esta se lanzará para regocijo de todos los fans. ¿Habrán conseguido mantener el nivel? Veámoslo.
Por si alguien ha estado escondido en una cueva estos últimos años, Ori and the Blind Forest es un juego de plataformas con toques de metroidvania, y un apartado artístico increíble. Incluso en ocasiones puede recordar a algunas obras de Studio Ghibli. Este trabajo independiente sorprendió a propios y extraños con un diseño de niveles muy bien pensado, y de una exigencia máxima. Pero a su vez, el nivel de gratificación y diversión, eran incluso mayores. Por suerte su secuela sigue estos pasos, añadiendo un par de novedades a la ecuación.
Continuando directamente desde la anterior entrega, de nuevo nos ponemos a los mandos de un pequeño ser de luz llamado Ori. La estructura del título es la misma que ya pudimos disfrutar en la primera parte. Esto es, un mundo de scroll lateral dividido en áreas interconectadas, que mezclan acción, plataformas y exploración. Como es habitual en este tipo de género, comenzaremos con unas habilidades básicas como andar o saltar, para posteriormente ir obteniendo nuevos talentos. Gracias a ellos, conseguiremos acceder a otras zonas antes inalcanzables.
Con ellas, nos tocará sortear variados escenarios en los que se mezclarán saltos milimétricos, vuelos imposibles o momentos bajo el agua. Además una de las primeras novedades presentes, es que en un par de ocasiones no controlaremos al protagonista, sino que este irá montado a lomos de un pequeño búho. Por si no jugasteis a la primera parte, no os desvelaré de quien se trata.
Por supuesto por el camino nos espera mucho plataformeo, con un nivel de exigencia altísimo, incluso en el modo normal de juego. Eso sí, el diseño de los niveles está genialmente pensado y trabajado, y es divertido a rabiar. Es claramente el punto fuerte de Ori and the Will of the Wisps, al igual que lo fue en su precuela.
Pero no sólo nos vamos a encontrar obstáculos naturales en nuestro periplo, ya que también tendremos que hacer frente a unos cuantos enemigos. Este hecho que en el anterior título era más un trámite o una pequeña molestia, supone aquí una de las novedades implementadas por Moon Studios. Ahora pasamos del sistema semi automático de Ori and the Blind Forest, a otro manual, más en la línea de otros metroidvania como Bloodstained. Esto eleva un poco la dificultad del juego, pero a su vez le otorga de una mayor variedad de situaciones.
De hecho, gracias a esta mejoría en el combate, los jefes finales que quizá eran uno de los puntos más flojos de la anterior entrega, supondrán ahora un reto mayor. Si os acordáis, el modo de eliminarlos anteriormente, consistía en huir de ellos hasta alcanzar el punto seguro, lo más rápido posible y sin puntos de guardado. Eran unos momentos muy tensos y frustrantes, a la par que divertidos y gratificantes. No penséis que han desaparecido ya que se siguen manteniendo en esta secuela, pero ahora también deberemos combatir a estos enormes enemigos a golpes. Esto de nuevo, dota de más variedad a la aventura.
Y seguimos con la otra gran novedad de Ori and the Will of the Wisps, las misiones. Ahora los personajes que nos encontremos por el camino puede que nos pidan ayuda. Investigar alguna zona específica, encontrar materiales perdidos, o entregar algún mensaje. Incluso podremos mejorar el poblado central usando elementos como semillas o minerales. Por supuesto, no estamos hablando de nada especialmente profundo como en The Witcher o Skyrim, pero al menos nos obligarán a explorar más a fondo los escenarios y a aprovechar nuestros numerosos viajes.
Al completarlas recibiremos recompensas en forma de objetos necesarios para completar otros encargos, o esferas de energía. Como ya sabéis, estas serán las que usemos para mejorar a nuestro protagonista, a modo de pequeño RPG. Pero de nuevo aquí Moon Studios ha cambiado un poco el modo de hacerlo. A mejor, para mi gusto.
En la anterior entrega, teníamos un árbol de talentos que ir desbloqueando. El problema era que para conseguir algunos de ellos, se nos obligaba a pasar previamente por otros que quizá no nos interesasen en demasía. Ahora, podremos comprar directamente los que más nos gusten a los mercaderes disponibles. Existen varios de ellos, cada uno con su propia mercancía. Unos venderán habilidades como respirar bajo el agua o añadir fuego a nuestros ataques, otros ofrecerán mejoras para recibir menos daño, o tener más vida y energía.
De estas últimas además, sólo podremos llevar equipadas un número limitado de ellas. Al principio tendremos tres huecos, pero durante la aventura conseguiremos más. Aunque para ello deberemos encontrar unos Santuarios de Combate, y conseguir eliminar a dos o tres oleadas de enemigos que nos harán frente.
Todo lo que os he contado en este análisis de Ori and the Will of the Wisps, viene de la mano de un apartado artístico precioso. Al igual que en la primera entrega, tenemos unos escenarios y personajes diseñados a mano, y con una calidad visual sublime. Además la extensión de terreno es mucho más ambiciosa en esta secuela, llegando a tener una escala unas tres veces mayor que lo visto en Blind Forest.
Por suerte y a diferencia de aquel, podremos teletransportarnos a los puntos habilitados para ello desde cualquier lugar. También se ha suavizado la penalización al morir, ya que apareceremos sólo unos instantes antes de que esto suceda, en lugar de en el último punto de guardado como ocurría en la aventura anterior. Se acabó el crear vínculos de alma.
Por otra parte, se han mejorado las animaciones de los personajes, manteniendo un manejo prácticamente infalible, que responde con total precisión a nuestras órdenes. Explorar a fondo las localizaciones es una auténtica gozada a parte de importantísimo, ya que existen numerosas zonas ocultas las cuales guardan múltiples secretos. Estos van desde fragmentos con nuevas habilidades o mejoras, hasta puntos de experiencia.
Y qué contaros de su genial banda sonora. Los que hayáis jugado la aventura anterior, ya sabréis de lo que hablo. La música acompaña las diferentes situaciones como un guante, y ayuda a aumentar nuestras sensaciones a los mandos. Momentos bucólicos, se mezclan con otros de tensión y algunos más tristes. Pero todos con unas composiciones sublimes, que no dejarán indiferente a nadie. No en vano las partituras vuelven a correr a cargo de Gareth Coker, compositor de Darksiders Génesis o Ark, entre otros títulos.
A partir de mañana día 11 podréis disfrutar con Ori and the Will of the Wisps en Xbox One y PC. Además aparecerá de manera simultánea en Game Pass, por lo que no tenéis excusa para no haceros con él. Por otro lado, agradecemos a Microsoft el código proporcionado para poder realizar este análisis.
Allons-y!
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