La música lo envuelve todo, como el ciclo de la vida de El Rey León. Ya vayas por la calle con los cascos a pleno volumen, o suene el del butano por las mañanas, la música es algo común en nuestras vidas. Si ya, además, podemos combinarla con los videojuegos, tenemos una doble vertiente de entretenimiento. No, no estoy hablando de las soberbias OST de ciertos títulos, sino de juegos centrados exclusivamente en el género musical. Títulos rápidos, divertidos y que te enganchan de principio a fin. ¿Que no? Permítenos demostrártelo con nuestro análisis de Old School Musical para Nintendo Switch.
Lo primero que cabe mencionar es que Old School Musical es un juego de ritmo con historia. Se aleja, por tanto, de títulos como Just Dance, acercándose más a los Taiko Drum o los Persona Dancing, por ejemplo. Así pues, nos encontramos con un título en el que tendremos que seguir el ritmo y pulsar los botones en el momento adecuado para superar la fase. Hasta ahí bien, todo normal. Lo extravagante viene con el segundo elemento que hemos marcado en el primer párrafo, la historia.
Y es que la historia de este juego sólo puede definirse como rara. Pero rara de narices, de esas que te hacen preguntarte qué tenían en la cabeza los desarrolladores. Ojo, no queremos decir con eso que no tenga ni pies ni cabeza, en absoluto. Es más podría decirse que tiene sentido, pero está llena de tantos elementos distintos que casi te hace explotar la cabeza. Y esos elementos le dan vidilla al juego y, sinceramente, es casi imposible que no acabes soltando una carcajada por las situaciones o comentarios de los protagonistas.
Y eso sin mencionar los guiños. Old School Musical cuenta con guiños por todas partes, de todo tipo de juegos y series. Así, es porbable que nos encontremos saltando por un mundo como si fueramos Megaman, a pasar a saludar a un tipo parecido a Steven Universe. En cada mundo que nos encontremos podremos encontrarnos algo de esto. Por supuesto, a pesar de que esto sea un gran incentivo, si los jugadores no tienen ese conocimiento es muy probable que simplemente vean a un montón de tíos raros por ahí. Aunque es difícil, puesto que el juego bebe de muchos títulos y esquemas que ya son prácticamente parte de la cultura popular.
Todo ello aderezado con temas de lo más variopintos que hacen amena cada partida. Nos negamos a desvelar muchos detalles más, pues el factor sorpresa puede verse arruinado, quitándole parte de epicidad a la trama y sus descubrimientos. Es algo que debe verse de primera mano.
Como mencionamos en el párrafo anterior, los temas son de los más variopintos. Sin embargo, debido al volumen del juego que, aunque no lo parezca, es grande, en algunos casos podemos ver como varios temas se repiten con más asiduidad. Por supuesto, esto no equivale a mismo patrón de movimientos. A pesar de que el ritmo es el mismo, la cosa cambia de una pantalla a otra.
No, no nos referimos únicamente a los tres niveles de dificultad que tiene el juego. Jugar en fácil, normal o difícil sólo nos hará dejarnos los dedos en mayor o menor medida. A lo que nos referimos es a elementos añadidos durante cada escenario. Por ejemplo, cambios en la velocidad de las notas, elementos que dificulten la visión de la pantalla o, simplemente, elementos que nos hacen preguntarnos por qué los desarrolladores son tan trolls.
En serio, es algo que va a resonar enormemente en vuestra cabeza, especialmente en el psotgame. Sí sí, el juego tiene postgame, y ahí la cosa se pone más seria en lo que a jugabilidad se refiere. Aunque también ha sido el sitio donde mejor nos lo hemos pasado u donde más «venga ya, tío» hemos soltado. Todo ello mientras intentábamos seguir el ritmo y mantener la cordura sin echarnos a reír. Sí, nos lo hemos pasado dabuten con el juego. ¿Sigue diciéndose dabuten? El espíritu de lo clásico nos embarga.
Pero claro, toda esta locura también tiene un aspecto negativo, y es uno que conocemos muy bien. Hablamos, claro está, de nuestras queridas retinas. Lo más probable en este juego es que te de algún que otro ataque epiléptico, más en el postgame. No, no es broma. Los cambios de tonos, la división de pantalla y otros elementos hacen que la leyenda urbana esa de Pokémon y el capítulo de Pokémon de Porygon se quede en nada. En ocasiones va a molestar mucho a la vista, y tus ojos se van a resentir por ello. No dudamos en que es un recurso para darle vida y variedad al título, pero puede llegar a ser un auténtico problema.
Old School Musical es un juego que merece ser jugado, y que os invitamos a hacer con toda nuestra alma. En serio, es ameno, es retante, es divertido y sabe acercarse al jugador. Además, es largo, puesto que a la historia principal podemos sumarle el postgame, a la par que el modo arcade, las diferentes dificultades y el multijugador. Vamos, que puede decirse que es bastante completo.
Sin embargo, tiene la parte negativa anteriormente nombrada, y es que hay escenarios en que realmente la paleta de colores va a molestar enormemente a la vista. Cuando tienes que hacer un sobreesfuerzo con los ojos no es bueno en absoluto. A esto podemos sumarle el que no hayamos visto un modo multijugador competitivo, únicamente cooperativo. Sin duda hubiera sido un añadido interesante, y una fuente enorme de diversión con amigos y familiares.
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