La comunidad gamer es complicada y difícil de entender. Recientemente, The Last of Us Parte II fue duramente criticado por, entre otras cosas, tener un mensaje político. Algo tan simple de entender como que los productos culturales muchas veces deben ser políticos no entra en la mollera de mucha gente, y te dirán que el Guernica de Picasso no representa los horrores de la Guerra Civil española, sino una pelea familiar. Pero el juego que nos ocupa hoy no se esconde en su mensaje político. En este análisis de Norman’s Great Illusion veremos como el juego aborda la problemática del capitalismo y a guerra.
Norman’s Great Illusion es un pequeño juego bajo el sello de CivilSavages. Sabemos poco sobre el autor del juego, pero la web del mismo tiene un mensaje claro cuando entras: “si no distingues la lucha de clases de la lucha espiritual o crees que el imperialismo murió con el último emperador, no compres nuestro juego”. El mensaje es claro y un ejemplo de lo que te puedes encontrar en el juego.
El punto de partida de Norman’s Great Illusion es sencillo: somos un ingeniero que tiene a cargo un equipo, y de nuestro trabajo depende el correcto funcionamiento de la fábrica. Con nuestro salario, debemos mantener a nuestra familia, y somos los responsables de muchas otras familias.
Pero no somos el jefe. De hecho, nuestro puesto de trabajo y salario dependerá de lo bien o mal que trabajemos. ¿Trabajas bien? Toma un extra. ¿Trabajas mal? Me has hecho perder un dinero que te quitaremos del sueldo. El capitalismo más salvaje abre sus alas en este juego y, como clase obrera que eres, sentirás la mano invisible de Adam Smith cerrándose sobre tu cuello cada vez que tengas que pagar una factura.
Así pues, el juego nos pone en la piel de una familia de clase media-baja que prácticamente vive en el día a día. Con sus mecánicas que detallaremos más adelante, hace que el jugador sea consciente de una vida con el agua al cuello, de los problemas del capitalismo y cómo el sistema económico puede ser tu peor enemigo. Con hasta siete finales diferentes y decisiones morales, el juego no se esconde en señalar culpables.
La jugabilidad de Norman’s Great Illusion es extremadamente simple, quizás demasiado. El juego se divide en días, marcados por hechos. Al despertar cada mañana, desayunaremos con la familia, lo que nos pondrá al tanto de la actualidad de nuestro mundo.
Cuando vayamos al trabajo, tendrá lugar el primer minijuego de los que hay. Nuestro personaje irá hasta la fábrica conduciendo. Como jugadores, veremos una barra con una línea que se irá moviendo y que deberemos dejar en la zona indicada. La zona irá variando el tamaño y, con cada error, se irá llenando una barra. Una vez llena, tendremos algún tipo de suceso que nos costará dinero, como por ejemplo un accidente.
Ya en el trabajo, tendremos el segundo minijuego, esta vez uno matemático. En pantalla aparecerá un monitor con una operación matemática y un teclado donde deberemos poner nuestra respuesta. Las operaciones son simples, no pedirán nada complicado, pero tendremos un límite de 5 errores y deberemos escribir la respuesta dentro de un tiempo limitado.
Esto es lo más importante del juego dado que, si nos equivocamos mucho, veremos nuestro sueldo cada vez más bajo. Por el contrario, no tener errores significa un aumento de sueldo y ascensos. Es el mercado, amigo.
La tercera mecánica sería la de toma de decisiones, y aquí es donde está lo interesante. Nuestras decisiones versarán sobre temas abiertamente políticos: elegir a qué partido votar, posicionarte a favor de una huelga del sindicato, ayudar a tu vecino en un conflicto de clases, pedir ayuda a una sociedad marxista cuando no tengas dinero, etc.
Todo esto puede derivar en una historia, generalmente triste. En mi primera partida, mi rendimiento en el trabajo nunca era el óptimo, y mi salario no cubría los gastos familiares. En las elecciones, voté al partido que quería la mayoría, uno que, entre otras cosas, apelaba a la unidad nacional. Con ese partido en el poder, la fábrica comenzó a tener más trabajo, hasta el punto de trabajar 20 horas semanales más, lo que derivó en una huelga de trabajadores que apoyé.
En medio de todo esto, unos matones dieron una paliza a un vecino mío por temas económico-sociales, lo que me hizo intervenir, llevarme una somanta de palos, y llegar al trabajo tres horas tarde. Una vez allí, conseguí no tener ningún fallo y recibir un pequeño extra. Feliz por ese extra cuando peor estaba económicamente, conduje hasta casa, teniendo un pequeño accidente durante el trayecto. Esto hizo que mi cuenta bancaria se quedase a cero. Al día siguiente tuve que tomar una decisión para sobrevivir y, para no caer en delitos, mi familia y yo recurrimos a la caridad de un grupo marxista para poder seguir viviendo.
Con todo esto el juego relata una historia de política, economía y sociedad, sumamente crítica con el capitalismo, los poderes y con el auge de la política nacionalista. Sus mecánicas son muy simples y no resultan muy divertidas, pero sirven perfectamente para enviar el mensaje que pretenden.
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