Atentos, culpables, estamos ante un videojuego creado por el estudio aragonés Entalto Studios, nada más y nada menos que bajo la iniciativa de PlayStation Talents. En este análisis de NeonHat vas a descubrir a una Sony que sigue apostando por experiencias más que videojuegos al uso.
Y es que hablamos de un título que, más allá de tener claro su amor por la velocidad, ofrece diferentes propuestas jugables mientras surcamos sus niveles repletos de nostalgia y ritmo. Como operador de H.A.T. nos toca recorrer cada nivel propulsándonos con nuestras manos, bien sea con dos PS Move o mediante el clásico DualShock 4.
Después de un tutorial engorroso y que no transmite para nada el feeling real del juego, toca seleccionar una de las tres formas de afrontar los diez niveles que componen el título. Así, en cada circuito podemos decidir, con una interfaz poco clara, si queremos completarlo en una carrera contra tres corredores.
Esto consiste en perseguir a unos robots hasta destruirlos, aunque también podemos optar por el derby, donde debemos llegar con vida hasta el final.
Es cierto que las sensaciones iniciales no son del todo positivas ya que por un lado su control resulta demasiado ortopédico: utilizamos el sensor de movimiento para elegir la dirección de vuelo y giramos mientras pulsamos un botón en la dirección a la que apuntamos. Lo que quiere decir que al mínimo derrape quedaremos vendidos y nos estrellaremos contra un muro.
Por otro, los gatillos se utilizan para acelerar y frenar, recordando en ocasiones a una suerte de jetpack, pudiendo además disparar un láser teniendo ventaja con el control por PS Move mostrando dos mirillas en lugar de una sola.
Esto hace que el giro de nuestra cabeza sirva únicamente para ver el escenario, algo que haremos relativamente poco dada la linealidad de los circuitos y la necesidad de estar atentos al recorrido para evitar todo tipo de obstáculos.
Además, su apartado técnico es muy limitado y poco acertado en la gama de colores, resultando estos demasiado intensos y saturados. Aunque pretenden, mediante texturas, simular el efecto de neones y mallas luminosas, no se consigue del todo por la falta de contrastes entre la luz emisora del mismo y el color de la superficie sobre la que se encuentra.
Esto afecta a la visión global del escenario con superficies de mallas de neón con tamaños muy dispares. Claro está, esto añade un ruido muchas veces innecesario a la escena evidenciando taras de los modelados y sus escalados.
Entre toda esta maraña gráfica tenemos a unos rivales en las carreras que se antojan pequeños y poco visibles. Por si esto fuera poco, ya que complica el apuntado, hay que sumarle un feedback horroroso cuando somos golpeados.
Pero no podemos olvidar los enfrentamientos contra los jefes finales, unos niveles en los cuales las reglas cambian. Aquí es cuando Neon Hat se transforma. Cada enfrentamiento presenta unas mecánicas de combate distintas, aunque todas ellas basadas en esquivar y disparar a los puntos débiles, que pondrán a prueba nuestra habilidad y reflejos.
No todos están igual de inspirados, pero tenemos cinco de ellos y sin duda son el plato fuerte e interesante del título.
Mención especial para su banda sonora, que como no podía ser de otro modo, es 100% synthwave. Música electrónica que anima las carreras y motiva a continuar jugando. Y es que resulta ser el mejor aspecto del juego. Quizá no sean los mejores temas que recordemos, además de que note una falta de variedad en ellos, pero potencian bien al gamefeel.
Siendo claros, Neon Hat es un producto sin pulir y bastante engorroso de manejar. Algo que, por desgracia, es típico en los títulos de corte VR que presenta PlayStation.
Su mejorable sistema de control, un apartado artístico cuestionable y su vetusto apartado técnico no ayudan a transmitir lo que busca un juego que, por otro lado, posee grandes virtudes. La música es todo un acierto, y la ambición que presenta el diseño de los jefes finales les hacen destacar.
Es una pena porque se nota que intentan buscar desesperadamente su propia personalidad, pero esta queda diluida por la pésima ejecución de la mayoría de los apartados del videojuego.
Y es que no podemos irnos sin hacer hincapié a la nula IA de los rivales y el poco incentivo a superar los niveles con éxito para avanzar. Luego, puede que esto incluso pueda valorarse como algo positivo, pero no llega a durar ni dos horas.
En definitiva, que Neonhat tenemos una gran idea ejecutada de una forma horrenda. Esperemos que algún día Sony se ponga la pilas con el catálogo de PS VR, aunque de momento ese día parece todavía muy lejano.
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