Quién nos iba a decir que con el análisis de Monster League íbamos a conocer que el hobby favorito de los personajes de terror son las carreras de coches.
Hay dos tipos de juegos de coches: los que son más serios y realistas, al estilo de Gran Turismo o Dakar, y los que son una auténtica locura, como Mario Kart o Crash Team Racing. Hoy os queremos hablar concretamente de ese segundo tipo. A fin de cuentas, ver a vampiros, yetis y momias al volante no puede dar lugar más que a una locura. Y es que con el análisis de Monster League vamos a conocer la afición de estas criaturas por el motor.
Arremangándose las capas y apretándose las vendas
Bueno, Monster League es un juego de conducción. Y eso es todo. No esperéis una historia sacada de la manga que obligue a los monstruos a despertar de sus tumbas o cosas parecidas. Simplemente, es un juego con el que entretenerse. Velocidad de la mano de un tipo con la cara más pálida que de costumbre. Por supuesto, todo está permitido en la competición, desde lanzar calaveras hasta tirarles una calabaza explosiva.
Así pues, antes de cada carrera escogeremos un personaje. Cada uno de ellos contará con un diseño bastante diferenciado, a la par que estadísticas diferentes. Así, por ejemplo, unos son realmente veloces, pero su maniobrabilidad es limitada, otros aguantan más los envites… lo típico de juegos de este estilo, vaya. Sin embargo, el juego peca de tener poca variedad de personajes. Aunque cabe mencionar que lo que hemos analizado no es el juego completo, por lo que igual se animan a subir unos cuantos más. Criaturas de terror para elegir tienen para hartarse, desde luego.
Teniendo esto en mente, tendremos una cantidad de modos de juego nada envidiable. Por un lado, contamos con la clásica carrera de toda la vida, cuyos recorridos son bastante largos y plagados de elementos para adelantar o dejarse adelantar por los rivales. Por otro lado, tenemos modos que nos recuerdan a juegos de conducción de otras franquicias. Así pues, tenemos un modo en el que tenemos que golpear una pelota y meterla en la portería contraria, otro en el que se sigue la misma premisa, pero con un disco de hockey, una batalla por mantener un objeto…
En general, hay elementos que cambian, pero las mecánicas vienen a ser las mismas. Y oye, esto estaría bastante bien, pues englobar la variedad de diferentes estilos en uno sólo no es moco de pavo. El problema es que los controles son más toscos que en sus homónimos, y claro, esto le pasa factura. Eso unido a la poca variedad de personajes hace que el juego no acabe despuntar, cosa que podría haber hecho.
El estilazo del terror nos envuelve
Gráficamente hablando, el juego cumple. Volvemos a repetir que no es que despunte especialmente, pero sabe cumplir. Los diseños de los personajes, aunque escasos, son muy distintivos. Son monstruos, por lo que son bastante… horribles, pero elementos tales como que el coche de William, el hombre lobo, sea una caseta de perro o que lad tenga una bolsa de transfusiones sanguíneas saben darle un pequeño toque de humor al conjunto.
Los entornos están también bastante detallados, con multitud de elementos donde fijarte. Todos ellos lucen especialmente bien en el modo carrera, donde la longitud de la misma ayuda a que se exponga una mayor cantidad de detalles. Eso no le quita mérito a los otros modos, en entornos más cerrados, pero no destacan tanto por las limitaciones de espacio.
Pero, ¿qué ocurre cuando se tienen escenarios limitados? Pues que la música también es limitada. Así pues, poca variedad de temas vamos a escuchar durante el juego, aunque saben diferenciarse entre sí. Y, para que engañarnos, te dejan ese regusto a película del género debido a los acordes que presentan. Es casi como si Nosferatu y compañía se hubieran animado a sacar un par de temas en sus ratos libres. Los efectos de sonido siguen esta misma estela, siendo aún más escasos. Un sonido para derrapar, otro para las diferentes acciones de los objetos, y poco más. Bastante pobre en ese sentido.
Conclusiones del análisis
Monster League es… un título entretenido, sin más. Es como la copia descremada de muchos títulos de karts distintos, y eso se nota. En general, es bastante inferior en todos los aspectos a cualquiera de los que hemos nombrado al principio. Es como que intentas hacer una macedonia de cosas sin saber el sabor que va a acabar teniendo, y al final queda una amalgama pastosa.
Si lo juegas en compañía, de vez en cuando, obviando de lo que viene, sí que puedes pasar un rato agradable. Al fin y al cabo, como hemos dicho, coge las mecánicas más interesantes de los juegos de este estilo. Sin embargo, por sí sólo no es tan interesante. Igual con las siguientes modificaciones la cosa mejora un poco pero, por ahora, esto es lo que tenemos delante. Aun así, el equipo apunta maneras.