Minecraft marcó un antes y un después en el mundo de los videojuegos. Las posibilidades que este juego con elementos cúbicos ofrecía tenía como único límite nuestra imaginación. Pero sus creadores decidieron ir un paso más allá. Decidieron darle a esos cubos un poco más de vida, y así es como llegamos a lo que tenéis hoy frente a vuestros ojos: el análisis de Minecraft Dungeons.
Puede parecer broma, pero no: Minecraft Dungeons tiene un hilo conductor. Una trama que le da sentido a la aventura que viviremos. ¿Es épica? ¿Intrigante? ¿Es completamente innovadora? Pues mirad, vamos a ser sinceros: no. La historia es una simple excusa para dejarnos a nuestro antojo recorriendo los parajes que se nos ofrecen.
Y es que, a fin de cuentas, estamos en Minecraft. Lo que importa aquí es la jugabilidad que ofrece y, realmente, la historia del archimaldeano que asola ciudades y que convoca criaturas no tiene mayor interés. Salvo por las apariciones que tiene para dar vida a algunos enemigos, prácticamente podrías olvidarte de que está ahí y seguir por tu cuenta como si tal cosa.
Habiendo dejado claro ya en el punto anterior que la historia no brilla sola precisamente, vamos a lo que os va a interesar, seguidores de Minecraft: su jugabilidad. Y no lo vamos a negar: Minecraft Dungeons tiene un algo, un «no se qué» que lo hace tremendamente divertido pese a la apuesta tan simple que nos ofrece.
Básicamente iremos eligiendo localizaciones en un mapa, y en ella nos dedicaremos a avanzar siguiendo unas indicaciones hasta completar la fase. Todo muy al estilo diablo, aunque bastante más rápido y sencillo, aunque no por ello menos retante. Y es que la dificultad da unos saltos enormes que no llegamos a comprender del todo, haciendo que el juego en algunas ocasiones parezca… injusto
Esto ocurre en especial con algunos jefes o cuando la cantidad de enemigos en pantalla es demasiado grandes. Sí, te invita a ir con más cuidado, pero las limitaciones de movimiento del personaje hace que, incluso en grupos de cuatro, sea imposible no caer en según que lugares.
La cosa con esto se complica aún más con el hecho de que todo equipamiento que obtengamos, ya sea en mazmorras o comprando en la tienda sea totalmente aleatorio. Y cuando digo totalmente, es totalmente. Sus estadísticas, las habilidades que tiene de base… hace que todo sea una ruleta rusa demencial. Imaginad que os gusta mucho un arma, como a guja, pero habéis obtenido una con mayor poder de ataque, como un martillo. A lo mejor os gusta más la versatilidad de la primera, pero si queréis que los enemigos no os den muchos problemas vais a tener que estar cambiando constantemente de equipamiento, por lo que no podréis «especializaros» en nada realmente, y os pueden dejar con una build completamente obsoleta de una mazmorra a otra.
El que en la tienda tampoco pueda adquirirse el equipamiento adecuado no es algo positivo tampoco. Hace que las esmeraldas, los objetos que sirven para adquirir artículos en el juego, sean prácticamente un elemento superfluo porque no se hace interesante el gastarlas, dado que tendrás que probar muchísimas veces para obtener algo mínimamente interesante.
Pero, a pesar de todo ello, y por raro que pueda sonar, el juego se hace muy ameno de jugar. Será por la rapidez de sus fases o por la adaptación a la aventura prácticamente desde los primeros compases, pero entran ganas de jugar una y otra vez. Aunque, claro está, querrás hacerlo con amigos, puesto que la campaña principal del título se concluye en apenas 4 o 5 horas.
Respecto al estilo visual, poco podemos decir: es un Minecraft, al fin y al cabo. Bebe directamente del juego principal, por lo que tiene sus icónicos personajes cúbicos y entornos variados con un aspecto similar. De hecho, los que hayáis disfrutado de horas y horas dándole al pico reconoceréis a muchos de los personajes que en él se dan cita. Sí, desde las simples vacas y gallinas hasta los temibles y conocidísimos Creepers.
Lo mismo ocurre con los temas musicaes, si bien aquí le tenemos que meter un pequeño golpe al juego. Y es que sí, los temas musicales vienen directamente de Minecraft, pero en muchas ocasiones estos temas no pegan en absoluto con el momento del juego. Poner una música tranquila en el campamento, donde tenemos que prepararnos, vale. Pero que otra música del mismo estilo nos acompañe cuando masacramos hordas de enemigos rompe demasiado la ambientación.
Podemos decir, para resumir, que Minecraft Dungeons es una apuesta un tanto diferente a la que están acostumbrados los jugadores de esta franquicia. Es un juego entretenido, que sabe llamar la atención, cuyas reminiscencias a Diablo son más que evidentes. Si queréis disfrutar de ese estilo de juego pero de una manera más ligera, Minecraft Dungeons sabrá copar vuestras expectativas con creces.
Si, por su parte, buscáis auténticos retos, y una jugabilidad más elaborada, tenéis otras opciones que pueden llenaros más que este título, más allá del propio Diablo antes mencionado.
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