Me considero una persona sincera. Me puedo equivocar -muchas veces-, pero siempre digo y hago lo que me parece más justo. Aunque salga escaldado. Por eso, tengo que empezar este análisis de Microsoft Flight Simulator confesando las pocas ganas que tenía de hacerlo.
Salí de la reunión (virtual) de la redacción con el código en la mano y una sonrisa forzada. Mi mente ya maquinaba la mejor manera de salir airoso de un análisis de estas condiciones. No encontró ninguna, salvo la decencia de lanzarme a jugar horas y horas a un simulador de vuelo que, a priori, no iba a agradarme.
Fue a peor mi sensación cuando descubrí que el juego necesitaba más de 100 GB de espacio en el disco duro. Afortunadamente, mientras se descargaba el juego, iba recordando que en realidad siempre me han dado envidia los peceros que tenían el juego en sus ordenadores.
Hace casi 30 años, mi hobby más querido iba a dar un paso definitivo para asentarse con el tiempo. Fue el momento en el que cambié un ordenador (un MSX de 8 bits) por una consola (la Mega Drive de Sega).
Desde ese preciso instante, me convertí en un consolero convencido de las bondades de estas máquinas de juego instantáneo. A pesar de ello, siempre me sorprendía a mí mismo mirando las Micro Manía de la época de reojo, interesado en el mundo PC, tan distinto en aquella época.
Siempre que se aproximaba un lanzamiento de Microsoft Flight Simulator, la envidia se apoderaba de mí. Un simulador de ese tamaño era impensable en una consola, y a eso se le sumaban los juegos de rol exclusivos o las fantásticas aventuras gráficas. Era otro mundo al que no podía acceder en esos momentos.
El simulador de vuelo de Microsoft nació en 1982, y desde entonces ha ido sentando cátedra. Sobre todo a partir de 1993, cuando los gráficos comenzaron a coger peso dentro del simulador. Hasta entonces, la tecnología no llegaba a la realidad visual buscada.
En la segunda mitad de los 90 y en los 2000 pude ponerme al fin a los mandos de un Microsoft Flight Simulator. El realismo siempre ha sido su principal objetivo, lo que conlleva a que un neófito puede sentirse abrumado fácilmente. Es lo que me ocurrió. Hay que tener mucha constancia para acercarse al título de Microsoft y no la tenía por aquel entonces.
Volviendo a la época actual, y una vez instalado, tocaba enfrentarse a las muchas horas que a buen seguro iba a necesitar para controlar el avión. Muy chulo de mí, decidí que la mejor opción era usar teclado y ratón para su control.
Microsoft Flight Simulator ofrece tres formas de control: el mencionado teclado y ratón, el joystick y pedal de los simuladores -la mejor opción- y el mando de Xbox One. Yo elegí el teclado. Lo hice por una razón que sonaba bien en ese momento: el teclado tiene todo lo necesario para controlar el juego; al mando le faltan botones y combinaciones.
Sin embargo, descubrí que esa no iba a ser la mejor manera de volar. A buen seguro, un veterano de los simuladores se maneja con gran soltura con el teclado. Pero yo llegué a frustrarme. No había forma humana de controlar bien las aeronaves y no pasaba si quiera del tutorial.
A nuestra disposición hay ocho pruebas en el tutorial. Explicación de controles básicos, despegue, aterrizaje, ir de punto A al B, etc. Lo típico. Es imprescindible hacerlas todas, pero pronto descubriremos que enseñan lo justo. Es tan necesario como simple.
Al final, lancé mi teclado a los cuatro vientos y conecté el mando de Xbox One. ¡Gloria bendita! ¿Por qué no lo hice antes? Quizá no sea nada ortodoxo, pero el control con el gamepad de Xbox se ajusta como anillo al dedo y fue una grata sorpresa darse cuenta de ello.
Es cierto que habrá que seguir usando teclado y ratón para ciertas tareas, pero los sticks del mando son esenciales para disfrutar del juego, si no tenemos un joystick o un volante. Con este control, terminé en un periquete las misiones del tutorial y estaba listo para mi primer vuelo.
Una vez concluido el tutorial, es hora de emprender el vuelo. En realidad, es un decir, ya veréis. Hay tres opciones principales para subir a un avión. La principal es el vuelo libre, donde hay posibilidades de todo tipo.
Un globo terráqueo aparece en pantalla en donde podemos elegir volar del punto A al punto B como opción más visible. Pero es que si tenemos conectado el juego a internet -muy aconsejable- tendremos el clima, el tiempo y, lo que más me gusta, los vuelos que se están produciendo a tiempo real. No solo los podremos ver, sino que también nos dará la oportunidad de realizar la ruta de unos de estos vuelos.
Los aeropuertos más conocidos del mundo estarán a nuestra disposición, junto con una flota de entre 20 y 30 aviones, dependiendo de la versión del juego. Si no hay aeropuerto, siempre podemos empezar directamente desde el aire.
Aquí nos daremos cuenta de que aunque hayamos superado el tutorial, todavía estamos muy verdes. Sin la asistencia pertinente, a buen seguro nos perderemos en nuestro vuelo. Hay que ir tomando referencias visuales, por supuesto, pero el principal problema para los novatos, bajo mí opinión, es el aterrizaje.
Si no se quiere activar el piloto automático en los primeros vuelos, tendremos que entrar en el circuito de descenso al aeropuerto «a ciegas». El juego ofrece guías de seguimiento, como los juegos de coches, que facilitan saber por dónde entrar, pero si se intenta posar el avión en el suelo sin ellas, a buen seguro acabaremos produciendo un accidente.
Aunque los accidentes existen, al igual que los daños (configurable), el juego no mostrará imágenes de los mismos. Un fundido en negro indicará que nos la hemos pegado. No esperéis catástrofes.
Microsoft Flight Simulator lleva el realismo por bandera. El ejemplo del aterrizaje solo es uno de ellos. Todo se puede configurar en las ayudas, pero para controlar el nivel más difícil se necesita conocer a fondo los fundamentos del vuelo civil.
Todos los aviones tienen su tablero de controles. Nadie nos enseñará a utilizarlos, aunque si posamos el ratón sobre cada uno de ellos se mostrará una pequeña descripción en nuestro idioma. Como no estamos en avión real, nada nos impide toquetear los botones y ver lo que ocurre. Es la mejor manera de aprender.
En el nivel más fácil, la verdad es que el truco se coge enseguida. Salvo el cambio de eje lógico al tratarse de un avión, es como si controlaras un juego de coches prácticamente. La clave está en ir desactivando poco a poco las asistencias y con ello acostumbrarnos a un pilotaje más exigente y, sí, más realista.
Tras mis primeras partidas, abandoné todos los prejuicios que tenía con Microsoft Flight Simulator. Las asistencias consiguen que el juego termine de engancharte si no estabas muy convencido, y el resto lo logra la maravilla técnica a la que nos enfrentamos.
Los requisitos de hardware son elevados, pero si podemos disfrutar del juego con buen nivel, presenciaremos un espectáculo visual inenarrable. Puede que no sea tal cual nos lo intentaron vender, las texturas en las ciudades menos importantes están menos cuidadas, pero es un juego que ha dado un paso más allá técnicamente.
Rumbo a nuestro destino, podemos pasar y observar el mundo entero: sus monumentos, ríos, mares, fauna, edificios más emblemáticos,… Todo está a nuestra disposición, como si revisáramos Google Earth, pero generándose en tiempo real en nuestro ordenador.
Microsoft Flight Simulator pone las bases de la nueva generación, apoyándose en la nube Azure de Microsoft. Esta tecnología permite conocer al detalle el tráfico aéreo existente y, sobre todo, nos deja asombrados construyendo un clima dinámico fascinante.
Asobo Studio, los responsables del fantástico A Plague Tale: Innocence, han construido un entorno visual espectacular, donde las inclemencias meteorológicas toman un papel importantísimo. No solo influyen notablemente en el pilotaje de la aeronave, sino que también mostrarán un auténtico espectáculo gráfico. Nubes formadas ante nuestros ojos, lluvia, tormentas, sol brillante, caída o salida del sol o navegar de noche son tan solo unos ejemplos de lo que nos espera en el simulador.
Volar siempre ha sido una de las obsesiones del hombre. Lo logramos construyendo diferentes vehículos, pero controlarlo no está al alcance de todo el mundo. Pilotar una avioneta o un avión comercial requiere muchas horas de preparación. En el simulador de Microsoft ocurre lo mismo, pero al fin y al cabo es un videojuego… ¿o no?
Microsoft Flight Simulator es ante todo un simulador. Tened muy en cuenta esto. Podría decirse que no es un videojuego. Aunque con certeza, es un simulador y un videojuego. La sola existencia de ayudas para el pilotaje lo convierte en un juego. Y si todavía alguien tiene dudas, Asobo ha incluido varios retos y objetivos para completar y competir con el resto del mundo.
Estos retos consisten en finalizar en el menor tiempo y lo mejor posible un aterrizaje o un trayecto. Los lugares elegidos serán diferentes dependiendo del reto. Por ejemplo, el juego nos propone aterrizar en varios de los lugares reales más complicados. La trayectoria y la limpieza de la maniobra dará una serie de puntos que se subirán a una lista de récords online. ¿Es un videojuego o no?
La gran mayoría de situaciones especiales de Microsoft Flight Simulator ocurren en el cielo, durante el vuelo. Pero los desarrolladores no se han olvidado de lo que ocurre en los aeropuertos.
Una vez que tomamos tierra, los mensajes de radio nos indicarán que abandonemos la pista en cuánto podamos. Nos tendremos que dirigir a la zona designada del aeropuerto en cuestión, donde podremos solicitar los servicios de tierra.
El juego nos permite repostar combustible o ser remolcados hasta otro lugar, por poner tan solo unos ejemplos. Desde aquí mismo podremos configurar el siguiente vuelo y seguir descubriendo el mundo, por lo que tendremos que pedir permiso de nuevo y volver a despegar desde la nueva pista asignada. No hay detalle que se le escape al simulador.
Microsoft Flight Simulator es lo más cercano que vamos a estar muchos de controlar un vuelo. La gran mayoría habremos realizado muchos viajes en avión, pero la experiencia es distinta.
Comencé con el simulador con cierto desdén, pero muy pronto descubrí todas sus posibilidades y el gran acceso para los menos experimentados. Tuve que cambiar de opinión. El juego me obligó a ello.
Es una incalculable experiencia visual. Descubres algo nuevo cada vez, ya sea un arcoíris, una bandada de pájaros o, cómo no, las famosas turbulencias. Cada avión es distinto, no solo de aspecto, sino que su pilotaje variará. No es lo mismo levantar una avioneta biplaza que un Boing 747. El peso de cada aeronave se nota a la hora de maniobrar.
Tampoco es perfecto. Hay texturas menos trabajadas que otras, o errores en las mismas. Incluso la IA también hace de las suyas en algunos momentos, como cuando la activas para un aterrizaje y en pleno intento decide marcharse sin rumbo fijo. Skynet está cada vez más cerca, por lo visto.
No es algo habitual, ni mucho menos, pero es justo poner todo sobre la mesa. En cualquier caso, no es algo grave que impida disfrutar de la tranquilidad de un buen viaje en avión. Con Microsoft Flight Simulator descubrimos que podemos volar.
Fantástico, maravilloso o asombroso son palabras que definen el enorme trabajo en el juego. A veces la vida te sorprende cuando menos te lo esperas, y esto es precisamente lo que consigue el juego. Además está en Game Pass, por lo que nada impide que podamos volar cuando queramos. Yo no me perdería el próximo vuelo. Aquí no hay retrasos, el embarque ya está abierto.
El análisis de Microsoft Flight Simulator se ha realizado gracias a una copia proporcionada por Microsoft.
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