¿Trabajar en nuestra cafetería y criar a nuestro propio dragón? Descubre todo lo que te puede ofrecer en nuestro análisis de Little Dragons Cafe para PlayStation 4.
Desde el lanzamiento de Stardew Valley, ha habido un nuevo brote de juegos que centran más su jugabilidad en la simulación que en la pura acción. Si bien el nuevo juego que nos trae Aksys Games nos permite crear nuestro propio dragón, también tendremos que hacer que nuestra cafetería se convierta en un lugar de encuentro para distintos personajes. Por desgracia, lo que parece ser una gran idea se queda a medio gas por varias decisiones que veremos más adelante. Os contamos todos sus secretos en nuestro análisis de Little Dragons Cafe para PlayStation 4.
Tras elegir a cuál de los hermanos gemelos llevaremos el papel, empezaremos nuestra aventura en la cafetería donde vivimos con nuestra madre. Tras caer presa por una maldición de su propia sangre medio humana – medio dragona, la única forma de liberarla es criando nuestro dragón, el cuál nos otorgará un único deseo. Para poder conseguirlo, tendremos que alimentarlo y llevarlo con nosotros durante nuestra aventura, a la vez que conseguimos ingredientes para poder alimentar a los clientes que vengan. ¿Serán los gemelos capaces de lograr tal tarea?
En Little Dragons Cafe tomaremos el papel de uno de los hijos gemelos que intentarán conseguir liberar a su madre del sueño eterno al que su sangre mestiza le ha hecho caer. Para ello, tendremos que realizar distintas como hablar con nuestros empleados, buscar y recoger los ingredientes y fragmentos de recetas a lo largo y ancho de toda la isla y cocina para nuestro dragón para que crezca sano y fuerte. Es gracioso ver como en sus primeros pasos, a nuestra mascota le cuesta seguir nuestros pasos y se muestra curioso y feliz de estar a nuestro lado.
Imagina ser cocinero para dragones
Para poder cocinar para nuestro dragón, tendremos que elegir uno de los platos entre los que ya tengamos su receta. Elegiremos los ingredientes que nos pidan (cada uno de ellos con su calidad y su características especial) y finalmente tendremos que cumplir un minijuego de ritmo muy sencillo. Por desgracia, no tendremos la opción de poder hacer varios platos a la vez, si no que tendremos que elegir uno a uno cada vez que queramos hacer uno nuevo.
Otro punto importante es que, al principio del juego, la parte que podemos explorar de la isla será pequeña, pero a medida que vayamos avanzando irá aumentando. Esto se notará mucho más cuando nuestro dragón crezca y podamos montar encima de él para poder volar a lugares previamente inaccesibles. Nos da una sensación de libertad tremenda que se ve atrapada por las “pequeñas” dimensiones de la isla. Si a esto le sumamos lo repetitivo que puede resultar tras unos cuantos días del juego y que el ritmo del avance del juego es realmente terrible, nos quedamos con la idea de lo que podía haber sido. Sobre todo cuando en las horas finales tan sólo deseamos que avance la historia para poder llegar al final.
Un problema más que se suma es el control. Desde el primer momento nos da una sensación extraña con unos giros como demasiado abiertos. Aparte, parece que los controles no son todo lo certeros que deberían ser. En más de una ocasión he tenido que pulsar varias veces el botón de saltar porque parecía que el juego no quería cumplir con esa orden, algo que también pasa al manejar a nuestro dragón. Por suerte, no hay combates que puedan complicar todavía más este apartado.
Un auténtico cuento infantil
Donde Little Dragons Cafe casi brilla es por su particular apartado visual. Similar a lo que podríamos encontrar en un cuento infantil, el juego tiene fondos pintados a mano cuando estamos dentro de la cafetería, que contrastan con los modelados 3D de los personajes, así como del exterior. Sin embargo, le dan una estética muy bonita que llama la atención desde el primer momento haciendo que nuestro frío corazón sienta un pequeño calorcito y nos lleve de vuelta a nuestra infancia. Por desgracia, el juego presenta algún problema que otro con la iluminación de los escenarios y, cuando estemos en el exterior, podremos ver sombras que no terminan de aparecer enteras y “rompiéndose” por los muros de la isla.
La música no termina de ser una banda sonora que recordaremos o que necesitaremos poner en nuestro móvil para poder revivirla. Sin embargo, resulta muy agradable al oído. Los personajes no tienen voces y los ruiditos que hace nuestro dragón, sobre todo en los primeros momentos del juego, son muy graciosos y que muestran su total felicidad de estar con nosotros. Aparte, las melodías que suenan en el minijuego de cocina resultan breves e increíblemente básicas sin nada especial. Y las escucharemos un montón.
CONCLUSIONES DEL ANALISIS DE LITTLE DRAGONS CAFE
Little Dragons Cafe es un juego que he querido que me gustara pero su repetitividad natural en su forma de avanzar en la historia y algunas decisiones que entorpecen este ritmo repetitivo han impedido que haya disfrutado de esta experiencia que podía haber sido una idea única, original e increíblemente atractiva. Eso sí, nada puede pagar el tener un dragón que continuamente nos está siguiendo y verlo crecer hace que valga la pena por lo menos echar un vistazo al juego. Siempre que sepamos a lo que nos atenemos.