iO se deja de tonterías y va a lo directo: Este es el escenario, este es el disco y tienes que colocarlo allí. El mencionado disco tiene la capacidad de reducir o aumentar su tamaño, lo que afecta a su velocidad y desplazamiento. El juego se maneja con los dos sticks, el izquierdo para desplazamiento y el derecho para elegir tamaño. Ante nosotros, más doscientos niveles que superar antes de poder dar buena cuenta del análisis de iO.
Todos los escenarios siguen el mismo patrón, basado en un fondo negro, con lineas azules que marcan el camino y una luz verde como objetivo. Al principio, iO es un paseo por el parque. Cuando avanzas unos diez niveles, hay que empezar a darle al coco. Cuando llegas a las misiones Incrediball o Impossiball (no hace falta que te explique el por qué de sus nombres) te quieres morir, o te acuerdas de la familia de todos los miembros del estudio desarrollador. Es de agradecer lo bien que funcionan las físicas, algo crucial en este tipo de juegos.
Los niveles mezclan lineas rectas y curvas con saltos de fe al vacío. Y no digo «de fe» por decir, ya que para lograr grandes distancias hay que empequeñecer el disco, lo cual genera que la cámara se acerque tanto que dejamos de ver el escenario, con lo que estamos vendidos. Más de un salto lo he pegado dependiendo totalmente del azar. Puede parecer divertido, pero acaba siendo injusto y frustrante.
Los escenarios cada vez tiene más elementos que nos amargarán la vida, como son trozos de recorrido (coloreados de morado) que deberemos evitar si no queremos que el disco estalle. A eso hay que sumar los mencionados saltos o las secciones donde hay que seguir un ritmo de modificación física determinado si no queremos caer en el oscuro vacío. iO es un reto como pocos se hacen ya.
Gráficamente iO es condenadamente sobrio. El conjunto no exige un alarde visual, y en cierto sentido es hasta preferible tanta sobriedad. No hubiese estado de más algún que otro adorno, sobre todo pensando en la motivación del jugador a la hora de avanzar. El apartado sonoro está totalmente desaprovechado, con unos temas machacones repetitivos que no tendremos en cuenta.
La principal conclusión en este análisis de iO ers que es un juego diferente. Nos permite entretenimiento rápido sin pensar más allá en «como llego de aquí a allí». Su estructura y su gran cantidad de escenarios hace que avanzar sea gratificante y entretenido al mismo tiempo. Pero cuidado, acaba siendo un reto desesperante, así que mejor acolchar el mando, por lo que pueda pasar.
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