El vástago de Coffee Stain Studios sigue expandiéndose a nuevas fronteras. Veamos que tal con el análisis de Goat Simulator para Nintendo Switch.
La fiebre de los simulator podemos decir que comenzó con este juegovídeo. Las locuras de la cabra endemoniada fueron un éxito en compatibles y años después de su estreno, decide dar cornadas y coces en los circuitos nintenderos. ¿Qué tal se desenvuelve en ellos? Veamoslo con el análisis de Goat Simulator para Nintendo Switch.
En 2014, la cabra esquizofrénica de los chicos de Coffe Stain Studios nació bajo el amparo de Steam. Un juego sin más pretensión que la de controlar una cabra en un entorno sandbox, donde hacer locuras y descubrir secretos eran la norma, lejos del objetivo de seguir una trama o unas metas concretas.
Florituras para hacer el tonto lejos de encandilarnos en lo gráfico
En su día ya no era un portento gráfico, más bien todo lo contrario. En el caso de las consolas de sobremesa (Sistemas de Microsoft y Sony en 2015) el programa se desenvolvía a 720p y 30 fps en las consolas de la pasada generación y 1080p y 60 fps (con rascadas constantes) en las de la presente. Mientras tanto, en Nintendo Switch, apuesta por la configuración de los sistemas actuales con las mismas bonanzas y carencias en el modo dock. Por la parte portátil, la resolución se reduce a los clásicos 720p que permite su pantalla, manteniendo la misma tasa de refresco.
En lo demás, lo mismo de siempre. Texturas y modelos paupérrimos, un motor de físicas que genera situaciones la mar de graciosas a la par de horrorosas y una ausencia de cuidado preocupante en mucha de la materia gráfica imperativa en los tiempos que corren. Olvidaos de un tratamiento coherente con el anti-aliasing, desenfoque de profundidad y demás cosas que ya son santo y seña de la generación.
Ni tan siquiera en lo artístico podemos decir que destaque. El juego busca ser un cajón de sastre para fomentar la creatividad, dejando de lado el trato visual hasta límites que rozan lo ofensivo.
La cabra pierde el sentido de la coherencia, el jugador también
Como dijimos, la meta del juego carece de objetivos fijos o concretos. Lo más parecido que podemos encontrar es conseguir puntos en base a seguir mini-misiones que nos irá marcando el juego, todas basadas en la destrucción de la ciudad y aguar la fiesta a los pobres habitantes de Goat City.
Para ello, nuestro amigo cornudo podrá ejecutar diversos movimientos que reaccionan a un sistema de físicas muy irregular pero bastante divertido. Con un botón, realizaremos cornadas y coces, con otro podremos lamer cosas e incluso llevarlas pegadas en la lengua. Por tener hasta tenemos un botón que activa el modo rag-doll de la cabra, para conseguir más puntos cuando salgamos despedidos por el aire.
La conjunción de este esquema de movimientos nos permite la destrucción de practicamente todo de la ciudad, dejando las casas de los vecinos en los escombros, tanto por dentro como fuera. Eso, sin contar los diversos easter-eggs que contiene, tributando elementos de la cultura pop y de los videojuegos (como por ejemplo, poder atizar a un robot que recuerda a GLADOS de Portal) pasando por ese lore satánico, que de seguir las pistas bien, podremos acabar convertidos en el mismo Satán, pudiendo echar fuego por la boca y volar a placer.
Quizás lo único negativo que podremos destacar es la mala recepción de los inputs, que a veces convierte la experiencia en un auténtico coñazo. Sin contar, claro está, que estas físicas dementes harán de las suyas, atascando a la peluda entre objetos o dejando su lengua atrancada en sabe dios dónde.
Todo en uno, llévate a donde quieras todas las experiencias de la cabra loca.
Lo más destacable de este port a Nintendo Switch es que incluye en un mismo archivo, sin necesidad de actualizaciones, todas las modalidades de Goat Simulator habidas hasta la fecha. De hecho, este port recibe el sobrenombre de Goaty Edition, una versión acontecida ya en los demás sistemas.
Por tanto, tenemos el juego dividido en diferentes modos que podremos escoger desde el menú principal. Desde el modo original, pasando por las aventuras de la cabra en una región paradisíaca, hasta llegar a una infección zombi donde seremos nosotros los que empecemos la pandemia, teniéndonos que alimentar de carne humana si no queremos que la cabra se pudra.
Gracias a ellos podremos jugar en nuevos parajes lejos de la Goat City tradicional. Uno de los modos parodia el género MMO, metiéndose con juegos como World of Warcraft, llevándonos a un entorno medieval y salvaje donde podre realizar quest de recadero estúpidas, haciendo una dura crítica al sistema de farmeo que tienen muchos juegos del género. Tampoco se abstiene de llevarnos fuera de la Tierra, pudiendo colonizar la propia Luna en base a aplicar un sistema de mercado capitalista salvaje, donde las cornadas a los inversores y la especulación bursátil en idioteces nos llevarán a montar un holding en la superficie lunar.
Colaboraciones que enriquecen y salvan a la experiencia original
Aunque quizás, el modo que más divertido me ha parecido ha sido el surgido de la colaboración entre Payday The Heist y Goat Simulator. Este modo nos transporta a un zoológico donde podremos tomar el control de cuatro animales, cada uno más raro y demente que el anterior. Intercambiando el control en tiempo real entre ellos, tendremos que articular «bromas pesadas», trazando planes de asalto a bancos, tiendas pequeñas y llegando incluso a humillar a la policía en su propio cuartel.
Los jugadores más imaginativos harán sus delicias en esta modalidad. Cogerte al delfín paralítico, cuya habilidad especial no es otra que escalar paredes con su silla de ruedas nos permitirá infiltrarnos desde puntos más interesantes. Mientas tanto, el flamenco puede sobrevolar el mapa para buscar presas a las que poseer, introduciendo sus cabezas en su recto. Todo un espectáculo de humor negro que se combina a la perfección con el espectro jugable del programa.
Risas fáciles para llevarte fuera de casa
Con esto podríamos resumir lo que atesora este port de Goat Simulator. Tecnicamente no se esfuerza en difuminar sus carencias y problemas, resultando horrendo en lo visual y sonoro, aunque en lo jugable se salve gracias a un sentido del humor tan negro. Experimentar con su mojón de motor de físicas a través de todas sus modalidades se convierte en una travesía divertida, al fin de cuentas.