Repasamos en este análisis de Destiny 2 los aciertos y los errores del pelotazo de Activision para los próximos años.
Hay una frase hecha en la que no he podido dejar de pensar mientras planteaba este análisis de Destiny 2. Aunque la he visto asociada sobre todo al mundo de la música, la frase begin with a bang se puede aplicar a casi todos los productos culturales que tienen un componente narrativo. Videojuegos incluidos, por supuesto. Empezar con un bang no implica arrancar con una secuencia de acción trepidante. El significado es ligeramente más profundo y se refiere, sobre todo, a que cierta obra comience con una de sus partes más trabajadas, o incluso la mejor de ellas.
Ese begin with a bang implica que un disco empiece con su mejor canción. Que una película abra con una de sus mejores secuelas, a nivel de acción o de guión. Que un videojuego se desenvuelva en uno de sus niveles más cuidados. Y eso es justamente lo que ocurre con Destiny 2. El juego arranca con dos rápidas cinemáticas para situar al jugador, pero enseguida comienzan los tiros, la supervivencia y la posterior infiltración en la nave de los Cabal, el enemigo de la campaña principal. La primera misión es buena muestra de lo que el juego ofrecerá durante los cientos de horas siguientes que se le vayan a dedicar: uno de los mejores sistemas de combate que hay hoy en día dentro del género de los shooter.
Un gameplay muy trabajado
Tras años perfeccionando la fórmula Halo, Bungie sabe perfectamente cómo hacer shooters. De hecho, es casi imposible no verle las costuras de Halo a cada nueva obra que sale de Bungie. Y eso no es malo, ha acabado siendo su sello personal, su marca de estilo como autores que son. Su habilidad para diseñar niveles, para crear retos en los enemigos o para establecer progresiones está fuera de toda duda, y es algo que ha vuelto a quedar patente con Destiny 2. Sin embargo, el reto con este juego no iba por ahí, pasaba por otro lado. El punto clave para esta nueva entrega de la ya millonaria saga de Activision pasaba por arreglar todo lo que se quedó en el camino cuando comenzó esta ópera espacial en 2014. Y eso incluye la narrativa, las misiones o la variedad de tareas, entre otras muchas tareas pendientes.
Bungie ha mejorado, para qué negarlo. El guion es absolutamente efectista y se maneja muy bien con el ritmo. La alternancia entre momentos de calma y baños de sangre, rifle en mano, está muy bien medida, aunque evidentemente predomina la acción sobre el diálogo. A pesar de que sigue pecando demasiado de contar la historia en lugar de hacer avanzar la historia –cinemáticas, conversaciones vía intercomunicador y la chapa continua del Espectro- se sostiene muy bien por sí misma.
Lo único realmente cuestionable es la burda justificación argumental de Bungie para que todos los jugadores empiecen de cero pese a ser una secuela. Porque sí, que los Cabal destrocen la Ciudadela y, por tanto, todo el arsenal de los Guardianes puede tener sentido sobre el papel. Pero lo cierto es que es una puñalada para todos aquellos que creyeron a pies juntillas aquello de que esto iba a ser “un viaje de diez años”.
La narrativa se ha simplificado y potenciado
Además, la historia está mucho mejor medida que en el primero. Es mucho más clara y está mejor estructurada. Se parte de la pérdida de los poderes como Guardían, la caída de la Ciudadela y el “secuestro” del Viajero. A partir de ahí, el protagonista tendrá que ir reconstruyendo lo poco que queda de los Guardianes para volver a hacer frente a la amenaza de la Legión Roja. Una estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace que, por dejarse de complicaciones, acaba mejorando el resultado final.
Por otro lado, y saliendo de la narrativa, el sistema de misiones resulta bastante confuso. Hay veces que no termina de quedar claro si ya has aceptado o no una nueva misión; así que acabas recurriendo al vicio de mirar el minimapa en busca de un nuevo objetivo. Aunque para solventar esos problemas están las Aventuras, que vienen a funcionar como una mezcla entre misiones secundarias y misiones alternativas. Sirven para extender un poco más la historia y aligerarla cuando corre el riesgo de volverse demasiado pesada.
Entre la historia principal y las Aventuras, el contenido para un jugador es lo suficientemente largo (puede llegar a las 25-30 horas) como para justificarse por sí mismo. Pero Destiny 2 es mucho más, como decía. Y al terminar la campaña es cuando comienza la verdadera experiencia de este título; cuando las misiones acaban sustituidas por buscar eventos públicos o heroicos, en juntarse con otros jugadores para salir exitosos de los Asaltos y las Incursiones o darse amor en forma de plomo en el Crisol. Al estar esta “segunda parte” en la experiencia muy centrada en el multijugador surge una nueva narrativa gracias a esa parte más social del juego.
Mismos aciertos, pero menos fallos
No le dediqué demasiadas horas al primer juego; de hecho he leído a bastante gente dejar caer que igual Destiny 2 está pecando de simplificación excesiva. Y aunque no comparta sus horas y horas de experiencia como Guardianes, sí puedo afirmar que este nuevo título está mucho mejor estructurado y diseñado.
Se ha mantenido todo lo bueno que tiene (los tiroteos y los niveles, fundamentalmente); y se le ha metido mano a casi todo lo demás. Casi parece que, en lugar de querer contar una historia o diseñar una experiencia, Bungie se ha centrado en diseñar el mejor gameplay en un shooter en el mercado. Y, en torno a él, construir y crear todo tipo de contenido para justificar pegar esos tiros. Sería una aproximación arriesgada para cualquier otro estudio, pues si esa mecánica central no fuese poco menos que sublime todo lo demás se caería por su propio peso. Pero Destiny 2 mantiene el tipo en ese aspecto.
También se sostiene en todo eso que han construido alrededor de los tiroteos. Como superproducción que es, se nota en cada secuencia. En cada nuevo escenario con una imaginería singular pero que casa dentro del universo de Destiny. Se nota en los diseños de cada arma o cada pieza de armadura. En el gunplay soberbio que tiene. En el cuidado que han puesto en el sonido, tanto a nivel de Foley como a nivel de banda sonora. Y sobre todo se nota en el doblaje, que es fantástico.
Y qué queréis que os diga. Destiny 2 es un juego profundamente continuista precisamente porque mantiene ese componente adictivo que tan bien conocerán los jugadores más experimentados. Tras horas y horas disparando, literalmente no te cansas de seguir haciéndolo.