Los polos opuestos se atraen, pese a que una barrera invisible los separa. Lo hemos comprobado con nuestro análisis de Degrees of Separation.
Las historias de amor con complicaciones de por medio siempre han llamado al ser humano. Lo hemos visto desde tiempos inmemoriales, ya fuera en la inspiración de los amantes de Teruel de Shakespeare o las películas alemanas tremendamente malas de los domingos por la tarde de La 1. En el entorno del videojuego también se ha mostrado tendencia por estas historias. Así es como nos encontramos frente al análisis de Degrees of Separation.
Una historia de contrastes
Por un lado, un mundo frío cubierto de escarcha. Por otro, un cálido lugar, donde rebosa la vida y el magma pulula. Degrees of Separation nos narra la historia de estos dos mundos, de estos contrastes, de cómo chocan y se relacionan entre ellos gracias a sus dos protagonistas, Rime y Ember.
El juego se nos va narrando en todo momento a modo de historia de cuento. El tono usado, las palabras, todo evocan a una historia ligera, para acompañar al jugador en esta travesía. Por ello, no se ve algo enormemente enrevesado. El interés de la trama es ver cómo va evolucionando la relación entre estos personajes conforme vamos avanzando, y cómo van aprendiendo al contribuir entre ellos.
Nada pretencioso, todo muy intimista. ¿Qué llevó a sus dos mundos a separarse? ¿Qué es el lugar al que acceden los dos al encontrarse por primera vez? ¿Por qué les separa un muro invisible, impidiendo el contacto de uno con otro? Son preguntas que se nos irán respondiendo al tiempo. Pero no se nos irá contando de manera lineal.
Como hemos dicho, todo se muestra a modo de cuento, por lo que será como si los protagonistas fueran aprendiendo de cada paso dado, y sacando así sus propias conclusiones. No esperéis, por tanto, una explosión cerebral en la consecución de esta.
Dos manos no son suficientes
Con la presente trama de compañerismo y ayuda mutua, era de esperar que la jugabilidad tendiese a este estilo a su vez. Así es, la cooperación de Ember y Rime será primordial para superar los distintos puzzles que se nos presentan. ¿Cuál es la recompensa de estos? Pues bufandas. Sí, las cosas esas que te pones al cuello cuando hace frío.
Pero no unas bufandas cualquiera, ya que estas permiten abrir nuevas zonas y conocer más fragmentos de la historia de manos de la narradora. Algunas son relativamente sencillas de conseguir, mientras que otras son un auténtico quebradero de cabeza. Pero no precisamente por un estilo especialmente complicado.
Veréis, ambos protagonistas pueden cambiar el escenario conforme avancen. Así, Rime puede congelar el agua para pasar sobre ella, mientras que Rime debe puede hacer surgir fuentes de vapor en otras zonas, por ejemplo. Todo ello con barrera de por medio, claro está, que lo de no tocarse es para todo. Por ello, habrá que medir muy bien en qué momento usar a uno u otro personaje, equilibrando el escenario y teniendo cada paso en cuenta para superar los puzzles.
Con ello, puede entenderse que la resolución de los mismos puede hacerse muy repetitiva. Pon a tal personaje en un lugar para que X se active, luego mueve al otro hasta tal punto para que ambos puedan pasar… es darle al coco, sí, pero sabes que la respuesta la tienes ante tus narices en todo momento.
Sin embargo, en determinadas zonas especiales se abren nuevas variantes. Así, podemos encontrar zonas donde podemos solidificar la barrera que los separa, pudiéndola usar de puente o freno al cambio de escenario con el personaje, o aquellas en la que al acercalos demasiado implique una explosión.
Estos elementos saben darle viveza y variedad a algo que puede pecar de monótono, sin embargo, al encontrarse en puntos muy determinados, de duración corta, hace que nos falte algo más. El fundir todos ellos conforme los conseguimos hubiera sido el broche perfecto, a la par que nos ofrecería puzzles más complejos al tener que combinarlos.
Pero la sencillez no es tan sencillamente sencilla por un motivo: la soledad. Sí amigos culpables, la soledad acecha a los jugadores en este juego. Por ello, si pensáis jugarlo en solitario, más vale que os busquéis otro hobby. Se puede jugar, sí, pero es frustrante. Se necesita una rapidez a la hora de mover a los personajes y coordinarlos para distintos quehaceres que prácticamente eres un dios terrenal si consigues todo por tu cuenta.
Y la máquina no ayuda en absoluto. La IA se limita a venir cuando la llamamos, y no bien precisamente. Lo más seguro es que se dedique a andar contra la pared en vez de usar el camino que tiene a su disposición. Una pena que esto lastre tantísimo la experiencia de juego.
El fuego y el hielo son artísticos
No nos vamos a engañar: el juego visualmente es precioso. Los contrastes de tonalidad con un personaje u otro, el ver cómo el escenario se va modificando a nuestro paso… es magia pura. Le da al mundo un aspecto de vivo, de cambiante, logrando que nos sumerjamos en su mundo, ya que es con nuestras acciones, con el paso de nuestros personajes, con lo que su estilo se modifica.
Los escenarios cuentan por tanto con una cantidad enorme de detalles. Es especialmente detallado en sus fondos, destacando sobre el resto las zonas boscosas. Los personajes cuentan también con un diseño adecuado, aunque no llegan a ser enteramente originales. Es prácticamente lo que te esperarías de un chico de hielo y una chica de fuego.
A su vez, su acabado es más bien simple, recordando a muñecos de cartón por sus movimientos. Ello casa con la estética de cuento que se nos presenta. El sonido también casa con esta estética, siendo destacable la voz que nos narra la aventura, aunque los temas sonoros no se quedan tampoco atrás.
En ellos predominan los tonos calmos, propias de ambientes relajados. Algunos temas más movidos hubieran estado bien. No siempre, claro, pues podría romper esa «ensoñación» que evoca, pero sí para amenizar diversas zonas y darle más personalidad.
Conclusiones del análisis
Degrees of Separation es un título que podía haber dado mucho más de sí. Tiene buenos conceptos, y es ameno de jugar, pero se choca con varios problemas importantes. El más notorio de ellos es el no poder jugarlo de manera adecuada si no se cuenta con otra persona.
Sí, es una historia de dos personajes, pero una IA bien implementada podría haber hecho que esto se pudiera pasar por alto y cualquier pudiese disfrutarlo sin darse de bruces contra un muro. Hace que el jugador solitario disfrute a medias de la experiencia.
Obviando esto, lo cierto es que es un título simpático, sin grandes pretensiones. El apartado artístico es entrañable, y la historia está narrada con mucho acierto, además, con subtítulos al castellano.