Estamos en una buena época para las desarrolladoras indies. Muchas se atreven con juegos diferentes, que intentan crear algo o tener algo que los caracterice y marque una diferencia. A veces se consigue y a veces no, como en el caso que os traigo hoy en el análisis de AER: Memories of Old.
El toque minimalista de Forgotten Key, los desarrolladores, le dan al juego queda claro en todo momento. El problema es que este toque va mucho más allá de los gráficos y ambientación y se traslada a todos los aspectos del título. El resultado de eso es que tenemos un producto que flojea por todas partes.
AER: Memories of Old nos traslada a un mundo de islas en el cielo. Estas son el resultado de unos sucesos que fragmentaron el mundo. Los dioses, a su rollo como siempre, son los que dejaron estas islas en el cielo que ahora se ven amenazadas con caer en el vacío. Con esta premisa bastante buena empieza la debacle.
Encarnamos a una chica que se puede transformar en pájaro. Algo que nos viene muy bien para poder desplazarnos por las numerosas islas del cielo. De hecho, lo mejor de todo el juego es volar. Un mapa medianamente grande que nos permite atravesar las nubes y deleitarnos con los cambios de velocidad que proporciona la transformación. Puedo deciros con total sinceridad que pasé más tiempo volando entre las nubes que completando el juego (no necesitareis mucho para esto último).
Las mecánicas son muy sencillas, demasiado. Tenemos los típicos controles de mover personaje y cámara con los joystick. Luego podemos usar el R y el L para ajustar un poco más la cámara. Botón de acción y otro con el que sacamos un candelabro mágico. Y ya está, no hay nada más. Y si tenemos en cuenta que el candelabro podemos llevarlo siempre fuera lo único que hacemos en el juego es saltar. Esto es un problema y lo entenderéis un poco más adelante.
Mientras intentamos salvar el mundo, o lo que queda de él, tendremos que conseguir llaves y trozos de un medallón. Además hay que explorar templos y resolver puzles para salir victoriosos. Dicho así, hasta suena bien, pero no es tan bonito. Como solo podemos saltar, los templos no suponen dificultad ninguna. Lo único que tenemos que hacer es calcular bien los saltos. Además, los acertijos son más sencillos que ir a por pan. Esto se traduce a que hay CERO dificultad hasta el final de juego.
Esto nos deja un sentimiento de “¿sólo tengo que hacer esto?” muy fuerte que nos desmotiva un poco. Pero es que los templos en sí tampoco es que estén muy elaborados. La estética minimalista del juego no es una mala idea, pero seamos sinceros, es muy conveniente.
Desde luego Aer no destaca por su capacidad gráfica. Y aunque es cierto que el toque minimalista mola, no deja de dar la sensación de que necesitamos algo más. El sonido va de la mano en este aspecto, como una buena pareja que se apoya en todo. Tenemos melodías muy sencillas que no aportan lo suficiente. A veces es cierto que pueden llegar a encajar y quedar bien, pero son muy pocas y no es suficiente como para revitalizar el juego ni de lejos.
¿Y sabéis lo peor de todo esto? La historia. AER: Memories of Old tiene una base para tener una historia muy buena. Al terminar el juego me quedé con una sensación de “que historia más desperdiciada”. Una historia que se nos cuenta y de la que podemos descubrir más cosas si le damos un poco de rienda suelta a nuestro espíritu explorador. Podemos pasarnos el juego sin conocer casi nada de la historia y no se ve influenciado en nada. La verdad es que es una pena.
La exploración es un punto que le da algo de vida al juego y el único incentivo para jugar. No es que haya mucho que explorar pero hay unos cuantos rincones escondidos, estatuas y pergaminos del pasado que se pueden descubrir. Aparte de los logros que podemos conseguir por descubrir estas cosas no hay nada más. No se nos desbloquean zonas, poderes ni nada por el estilo. Un punto no tan desaprovechado como la historia pero del que se puede rascar más.
AER: Memories of Old no aporta ningún incentivo para que queramos jugarlo. Tenemos una historia que podría ser muy buena y una exploración curiosa, pero se ven desperdiciadas con el resultado final. Por momentos parece que estamos ante una demo o un prólogo en vez de ante el juego final. Pasamos el tiempo esperando que pase algo que nunca pasa y cuando nos damos cuenta la aventura ya ha finalizado. Quizás si se hubiese planteado de otra manera le hubiesen podido sacar más provecho.
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