Puzzles sencillitos, chispas de electricidad y robots se unen por igual en nuestro análisis de 7th Sector para PlayStation 4.
Hay muchos videojuegos que, en pos de transmitir, hacen uso sólo de elementos visuales. Así, la narrativa queda mostrada en imágenes y momentos que tenemos que interpretar, pues la carencia de diálogos y narrativa escrita le da un toque más íntimo, más pausado. Esto puede ser un acierto o un auténtico fracaso, y eso nos toca discernir hoy en nuestro análisis de 7th Sector.
No sé muy bien cómo he llegado a donde estoy
Como podréis haber deducido por el párrafo de introducción, la narrativa en 7th Sector brilla por su ausencia. O la explicación de ella, más bien. Durante el recorrido de su mundo no nos quedará otra que ir atando cabos para tratar de descubrir qué se esconde detrás de esa aparente e inocente chispa en la que nos encarnamos al principio del juego.
No os vamos a engañar, no nos vamos a enterar de ello hasta bien entrado el juego, y aún así la cosa no queda clara del todo, por lo que la libre interpretación está a la orden del día. Los múltiples finales que tienen pueden ayudar un poco más en esto, pero sigue quedando ese poso de «exactamente, ¿qué ha pasado aquí?»
La chispa de la vida
Esperamos fervientemente que Coca-Cola no nos demande por usar su eslogan, pero casaba demasiado bien con lo que toca explicar ahora. A fin de cuentas, nuestra labor comienza siendo una humilde chispa eléctrica que avanza por unos cables.
La cosa es bien sencilla: podemos avanzar hacia delante o atrás, ir más rápido y, lo más interesante, hackear los diversos aparatos eléctricos que nos encontremos. No penséis en Watch Dogs que aquí es diferente. La forma de hackear las cosas pasa por resolver distintos puzzles no muy complicados. La gran mayoría de ellos son matemáticos, y el resto con un poco de lógica se solucionan… salvo algún caso contado, en el que la respuesta parece surgir casi por azar, pero son los que menos, dado que apenas hemos contado uno de este estilo.
El desplazamiento por el entorno también es bastante limitado, dado que es bastante pasillero. Como hemos dicho antes, únicamente podremos avanzar adelante y atrás. Sin embargo, el poder «poseer» distintos aparatos, como drones y robots, le dan una cierta frescura a distintos puntos de la aventura, si bien estos «cambios de cuerpo» son obligatorios de la misma historia.
Si además sois de los que buscáis trofeos, lo cierto es que estos están bastante ocultos, pero son curiosos y divertidos de ver, porque realmente no esperas cuando van a saltar. Por lo que si sois unos platineadores, no lo tendréis excesivamente complicado para su obtención.
Una monotonía cyberpunk
No podemos decir, por contra, que 7th Sector tenga un estilo visual de última generación. A fin de cuentas, estamos ante un título indie, hay que recordarlo. Y el minimalismo prima en este título, haciendo que el juego no sea muy destacable. Los escenarios están bastante vacíos y son monótonos, y la gama de colores tampoco brilla por ser especialmente variada.
Los tonos azules, grisáceos y apagados son los más recurrentes, y aunque casan al crear una atmósfera de pesadumbre y tristeza, la reiteración cansa. A pesar de que estamos frente a un título cortito, estamos seguros de que en este aspecto podría dar mucho más de sí. Los modelados 3D también van en esta línea, sin destacar demasiado, si bien vemos un esfuerzo para crear los aparatos electrónicos y robots. Son bastante funcionales, podrían pasar por robots reales sin ningún problema.
En cuanto al sonido, tiene sus más y sus menos. A nuestro modo de ver, los momentos de tensión son en los que la banda sonora se luce más. Haciendo uso de sonidos y golpes cortos consiguen que tengamos el corazón en un puño. Los efectos sonoros de cortocircuito también consiguen alterarte de una forma u otra, por lo que, en lo que se refiere a generar momentos de tensión con estos elementos, aprueba.
Conclusiones del análisis
7th Sector es un título que aspiraba a mucho. Sin embargo, se queda a medio gas en la mayoría de sus apartados. Los puzzles y retos mentales que nos ofrecen son bastante diversos y saben darle variedad al asunto, haciéndonos estrujar levemente el cerebro.
Sin embargo, no destaca en mucho más, y no sabe repuntar para ser de esos que se quede en tu retina hasta el fin de los tiempos, como puede pasar por ejemplo con títulos como Journey. Si tuviéramos que recomendarlo, lo recomendaríamos a todos aquellos que quieran un juego cortito, con la posibilidad de obtener varios finales tras superar la primera partida, que quieran darle una ligera vuelta de tuerca a su cerebro.