Con motivo del lanzamiento del esperado Diablo III, GuiltyBit quiere recordar el origen de la saga, la obra creada por Blizzard North (ex rama independiente de Blizzard Entertainment) en 1996 y que supuso toda una revolución en el mundillo.
Diablo contaba la historia de la eterna lucha entre el bien y el mal. Los guerreros de la luz y la oscuridad se enfrentaban en una guerra llamada “El gran conflicto” para decidir quién llegaría al Armaggedon y se haría con el control de toda creación.
Tras siglos de batallas, entró en escena el hombre, con su cualidad para elegir entre el bien y el mal y vivir en el plano físico. Las entidades del más allá se peleaban constantemente para conseguir aliados humanos, llegando incluso a sobrepasar la línea que separa el plano real del espiritual.
Se desató una guerra interna entre demonios, debido a que algunos opinaban que el ser humano no era la clave para ganar la guerra. Esta guerra terminó con el exilio de los tres demonios primarios al mundo mortal.
Causando el caos y la destrucción entre los humanos, el arcángel Tyrael decidió reunir a los magos más poderosos de la tierra, formando la orden de Horadrim. Su misión era encerrar a los demonios en unos artefactos llamados Piedras del Alma.
Tras duras batallas, consiguieron encerrar a los tres demonios (Mefisto, Baal y Diablo), ocultándolos en distintos sitios para su custodia. Se construyó un templo subterráneo en la remota ciudad de Tristán para encerrar a Diablo, jurando protegerlo generación tras generación.
Tras dos siglos, la orden de Horadrim se disolvió por disputas entre los magos, en medio de varios cambios políticos, entre ellos el nombramiento de Tristán como la capital del reino.
De alguna forma, Diablo consiguió romper su Piedra del Alma y dejar libre parte de su conciencia. Empezó a corromper y desatar el caos entre la gente de la ciudad, llegando incluso a las guerras y posesiones a gente importante e influyente.
Los últimos habitantes que quedan en Tristán lanzaron una llamada de auxilio al mundo, respondiendo a ella las Arpías de la orden del ojo ciego, los Hechiceros de la orden de Vizjerei y los Guerreros de Khanduras que quedaban vivos.
El juego daba a elegir entre tres personajes: Guerrero, Hechicero y Arpía. Con ellos completábamos las misiones que nos mandaban los habitantes de Tristán, vagando por el laberinto subterráneo y enfrentándonos a las criaturas que ahora lo habitaban. Por el camino, debíamos subir de nivel y buscar mejor equipamiento con el fin de enfrentarnos a Diablo.
En su modo multijugador, Diablo nos ofrecía partidas cooperativas a cuatro jugadores por TCP/IP, LAN y a través del exitoso Battle.net. Nuestro objetivo era cooperar por los 16 niveles del laberinto para llegar a Diablo y acabar con él.
Diablo fue lanzado en 1996 para Windows 95. Más tarde, y debido a su éxito, fue lanzado a otras plataformas para explotar el fenómeno, llegando a Mac OS y Playstation.
Su éxito residía en una combinación muy bien implementada de géneros como el rol o la acción. Su ambientación, banda sonora y escenas cinemáticas hacían de él un juego realmente tenebroso que consiguió miles de fans alrededor del mundo.
Debido a su éxito y buen hacer de Blizzard, Diablo sentó unas bases muy seguidas en juegos posteriores de diferentes compañías llegando a convertirse casi en un género propio (¿alguien no ha oído alguna vez la frase “es un juego estilo Diablo”?)